China acogió el 31 de agosto y el primero de septiembre la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en la provincia de Tianjin. Se invitó a 20 líderes mundiales a debatir temas de cooperación en materia de seguridad, economía y cultura.
El encuentro fue presidido por el presidente Xi Jing Ping y participaron su homólogo ruso Vladimir Putin, el primer ministro de la India, Narendra Modi, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el presidente indonesio, Prabowo Subianto, el primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, y el primer ministro vietnamita, Pham Minh Chinh.
Funcionarios de diez importantes organizaciones internacionales asistieron a la cumbre, entre ellos el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y el secretario general de la OCS, Nurlan Yermekbayev, evento que se convirtió en el más grande en la historia de la organización.
Los orígenes de la Cumbre de la OCS se remontan a la fundación del mecanismo del Grupo de los Cinco de Shanghái en 1996, integrado por China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán. Fundada hace 24 años por China y sus cinco países vecinos, la organización cuenta ahora con 10 estados miembros, dos estados observadores y 14 socios de diálogo, entre ellos Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia. Se ha convertido en el mecanismo de cooperación regional con la mayor población y cobertura geográfica, así como con un gran potencial de desarrollo.
Es notable la participación del primer ministro de la India, Narendra Modi. El cambiante entorno geopolítico ha brindado a ambos países una importante oportunidad estratégica para alcanzar entendimientos comunes y restablecer las relaciones bilaterales.
Tras la reunión entre el presidente Xi Jinping y Modi en la cumbre del BRICS celebrada en Kazán (Rusia) en octubre del año pasado, ambos países acordaron reanudar el comercio fronterizo en el Himalaya y retomar vuelos suspendidos desde 2020. Además, pactaron facilitar la concesión de visados a turistas, empresarios y periodistas.
Estas propuestas son especialmente significativas en un contexto de incertidumbre económica y política a nivel mundial. La decisión del presidente Donald Trump de aumentar los aranceles a la India al 50% ha alentado el giro de Delhi hacia Beijing.
China y la India mantienen una rivalidad estratégica. Esta dinámica competitiva tiene su origen en la percepción que ambas tienen de sí mismas como civilizaciones antiguas con aspiraciones de liderazgo regional y mundial. La tensión se ha visto agravada por disputas territoriales de larga data, entre las que destaca el enfrentamiento en junio de 2020, en el Valle de Galwan, que ocasionó un deterioro significativo en sus relaciones.
Sin embargo, a pesar de estas tensiones políticas y de seguridad, las relaciones económicas entre China y la India siguen siendo sólidas, según datos oficiales de ambos países. En 2024, China superó a Estados Unidos y se convirtió en el mayor socio comercial de la India, con un comercio bilateral que alcanzó los 118,400 millones de dólares estadounidenses. La India depende en gran medida de las materias primas y los productos chinos, especialmente en sectores como la electrónica, los productos farmacéuticos y las energías renovables.
Como dos de las voces más importantes del Sur Global, China y la India tienen la responsabilidad compartida de infundir mayor certeza en la gobernanza mundial. Sus interacciones dentro de marcos multilaterales como el BRICS y la OCS influirán significativamente en el futuro del multilateralismo en un mundo sin certezas.
Especialista en temas asiáticos