Durante años, nos dijeron que el mundo cripto era solo para programadores o traders. No estoy de acuerdo con eso. La verdadera revolución empieza cuando la tecnología deja de ser exclusiva y se vuelve cotidiana: cuando ayuda a que una familia reciba más dinero de sus remesas, o a que una emprendedora cobre sus ventas sin esperar días ni perder dinero en comisiones.
Pensemos en María, que tiene una papelería en Puebla. Su hermano en Los Ángeles solía enviarle dinero y ella esperaba varios días, perdiendo una buena parte en cargos. Hoy, él le manda una stablecoin referenciada al dólar, María la convierte a pesos en una plataforma autorizada y el dinero llega a su cuenta por SPEI en minutos. En un mundo donde enviar remesas cuesta en promedio 6.5%, cada peso que se ahorra se nota en la mesa.
México tiene algo que muchos países envidian: un sistema de pagos robusto (SPEI y CoDi) y un ecosistema fintech vibrante. El siguiente paso no requiere de muchas palabras, sino acciones concretas: conectar esas vías con plataformas cripto que cumplan normas contra el lavado de dinero, publiquen sus comisiones, y operen con auditorías transparentes. No es un capricho tecnológico. Es una infraestructura que baja costos, acelera tiempos y mejora la vida de millones de hogares.
Las stablecoins ya son parte del día a día en muchas transacciones: funcionan como una especie de “dólar digital” que permite proteger ahorros, pagar y enviar dinero con menos fricción. El foco ya no está en especular, sino en usar, en resolver.
Para aprovechar todo su potencial, propongo cuatro pasos simples y urgentes:
Supervisión inteligente: exigir reservas claras, auditorías independientes y divulgaciones comprensibles para emisores y plataformas reguladas.
Interoperabilidad práctica: conectar SPEI/CoDi con plataformas reguladas y así crear un corredor EE.UU.–México más barato y rápido.
Regulación basada en datos: usar analítica para detectar riesgos reales sin criminalizar cada billetera digital.
Educación y transparencia: mostrar los costos y beneficios de forma clara, sin letras chiquitas.
Esto no se trata de prometer rendimientos, sino de construir eficiencia y acceso. Cada hora ganada y cada peso ahorrado es alivio directo para quien vive al día y oxígeno para los pequeños negocios que necesitan liquidez.
Como emprendedora y fundadora, creo en un principio simple: Cripto para todos. El potencial más grande no está en las apuestas del mercado, sino en abrir la puerta a millones de personas, sobre todo a mujeres, con herramientas simples, seguras y útiles. Cuando integramos cripto a lo que ya valoramos, pagar, aprender, cuidar nuestro bienestar, deja de ser una promesa futurista y se convierte en parte de nuestra vida diaria.
Lo esencial es claro: México puede democratizar la riqueza sin ruido, conectando sus potentes vías de pago con soluciones cripto bien reguladas. Así, silenciosamente, millones de familias podrán conservar más de lo que ganan y construir un futuro más justo, estable y próspero.
Fundadora y Chief Strategy Officer de Unicoin

