Lejos de convocar a la unidad frente a los graves problemas nacionales, la Presidenta prefirió continuar por el camino de la polarización, hablándole sólo a sus partidarios. En la lógica de que no importan los medios con tal de conservar el poder, ha renunciado hasta ahora a ser una Jefa de Estado. Pero en algo hay que darle la razón. Se equivocan. Sí, lo hacen quienes minimizan el descontento social y le atribuyen el hartazgo de amplios segmentos de la sociedad a conspiraciones extranjeras o de la ultraderecha. No se dan cuenta que en ciudades muy importantes se expresó este enojo, lo que debiera llamarles la atención pues en las zonas urbanas algo no les está funcionando bien. Se equivocan los que desprecian y estigmatizan a los jóvenes que están cansados de vivir con miedo y lo único que quieren es paz y seguridad. Se equivocan al perseguirlos, encarcelarlos y torturarlos. Se equivocan porque su grito es legítimo pues están hartos de ser asesinados o levantados forzosamente por el crimen organizado y que su gobierno no los proteja. Se equivocan los que les dan la espalda al dolor de las madres buscadoras, que abandonadas recorren el país con una pala en la mano con el único afán de encontrar a sus desaparecidos.

Se equivocan quienes no oyen el clamor de los productores del campo que piden precios justos para los productos. Se equivocan quienes prefieren que se paralicen carreteras o aduanas antes de tocar los intereses de los magnates del maíz porque una de ellos está sentada al lado de quien dirige los destinos de México. Se equivocan los que a cambio de dinero y de votos han permitido que el crimen organizado controle grandes zonas de nuestro país y que sea el pueblo el que pague las consecuencias. Se equivocan los que no escuchan a los empresarios y comerciantes que cansados de que los extorsionen levantan la voz, al igual que los transportistas que lo único que piden es poder transitar tranquilamente por las carreteras. Se equivocan los que menosprecian que nuestra economía no crece, lo que significa menos empleos, menos desarrollo y lejos de lo que pregonan, menos bienestar. Se equivocan los que apostaron por la destrucción del poder judicial y el ataque a la ley de amparo porque eso se traduce en menos justicia y también en pérdida de confianza por quienes tienen que invertir en el país. Se equivocan los que echan las campanas al vuelo cuando nuestro principal socio comercial dice que no está contento a pesar de todo lo que este gobierno le ha entregado. Se equivocan los que desoyen la exigencia de medicamentos porque sus niños y niñas están enfermos o de operarios de la salud que a gritos piden insumos y recursos para poder realizar su trabajo e impedir la devastación del sistema de salud pública.

Se equivocan los que traicionan un legado de lucha al denostar, generar provocación y reprimir una movilización pacífica. Con ello, desconocen la lucha de los estudiantes del 68 por ampliar libertades, la de una mayoría en el 88 por democracia y una patria para todos, y el camino que pavimentaron los encarcelados, muertos y desaparecidos por razones políticas. En fin, se equivocan los que, ante la crítica situación nacional, optan por sembrar odio en lugar de llamar al diálogo y reconciliación.

Política mexicana y feminista

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