Las recientes inundaciones de Poza Rica y un amplio territorio en esa región ya no son la excepción. Apenas hace unos días recordamos el 2º aniversario del OTIS, huracán categoría 5 que golpeó Acapulco, mientras en la misma fecha un huracán similar llegaba a Jamaica y Cuba. Mientras que hace apenas un año la principal afectación en México fue la sequía.

Mucha agua, poca agua, agua con vientos a gran velocidad, son sólo algunas de los fenómenos climáticos que siempre han existido, pero que ahora adquieren nuevas proporciones, más intensidad y mayor frecuencia.

La “COP 30” - 30ª Conferencia de la ONU sobre el Clima se realizará del 10 al 21 de noviembre en Belem, Brasil. El objetivo trazado hace años en las COP es limitar el incremento de la temperatura global a 1.5º. En esta ocasión se presentarán nuevos planes de acción nacionales y se revisarán los compromisos financieros.

El panorama no pinta bien. El gobierno de Trump ha abandonado y menospreciado con burlas esa agenda. Muchos gobiernos simulan más que actuar, al igual que miles de empresas que optan por el “green-washing”, para no tomar medidas serias de transición hacia una economía con un efecto neto “cero” en la emisión de gases de efecto invernadero.

En ese contexto, llamo la atención a dos posicionamientos de gran influencia: el reporte del Banco Mundial (BM) “Reiniciar -o “resetear”- el Desarrollo. Economía para un planeta vivible” (Reboot Development. The Economics for a Livable Planet), recién publicado (Septiembre 2025)  y el mensaje de Bill Gates del 27 de octubre “Tres verdades duras sobre el clima. Una nueva manera de ver el problema”, dirigido expresamente a la COP 30.

No hay espacio para siquiera resumir los argumentos de ambos documentos. Desde su título ambos son provocativos y despiertan el interés.  Basten algunos “botones de muestra” de su contenido para motivar a conocerlos en detalle y comprender su mensaje.

El reporte del BM analiza las amenazas a los tres elementos que constituyen el patrimonio natural que sostiene la vida en el planeta y que damos por sentados: la tierra, el aire y el agua. Son el sustento de un planeta vivible. El problema es que 90% de la población mundial viven en territorios con tierra degradada o aire contaminado o estrés hídrico y 80% vive en territorios con los tres.

La buena noticia del reporte del BM es que hay alternativas. Se puede desvincular el crecimiento económico del daño ambiental. La eficiencia ambiental (por ejemplo: energías y tecnologías “limpias”) ha reducido los impactos ambientales negativos. Las industrias menos contaminantes pueden crear más empleos por dólar invertido que las más contaminantes (estiman una relación 23 a 9).

El reporte propone una estrategia con 3 ejes: Informar: monitorear, medir, difundir datos. Potenciar: las políticas funcionan mejor en conjunto. Evaluar, porque aprender es mucho mejor que adivinar.

El mensaje de Gates es concurrente. Va más a fondo. En conclusión, afirma: 1. El cambio climático es muy serio, pero se ha avanzado en años recientes y se debe invertir en las innovaciones tecnológicas que nos permitirán alcanzar “cero emisiones”. 2. No se pueden reducir la inversión y la ayuda en salud y desarrollo para lograrlo. 3. Es el momento de poner el bienestar humano en el centro de las acciones climáticas.

En pocas palabras, la articulación entre el desarrollo inclusivo y el sustentable es total. Quienes lo separan atentan contra ambos. Los datos recientes de INEGI sobre los efectos de fenómenos climáticos en nuestro país son claros: les va peor a quienes menos tienen. Eso no es “natural”. Por eso, insistimos que ambas dimensiones: ambiental y económico-social, son indispensables. Esa visión inspira las 10 rutas por un México libre de pobreza en un planeta vivible.

Consultor internacional en programas sociales.

@rghermosillo

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