En los últimos días no ha dejado de especularse con la posibilidad de que Ricardo Salinas Pliego se postule a la Presidencia. Resulta extraña la especulación en tanto que él ya respondió públicamente la pregunta. A decir del interesado, no es su primera opción ni su preferencia, pero en dado caso, hará “lo que sea necesario.” En otras palabras, no es su plan A, pero tampoco lo descarta. Es de suponer entonces, que dependerá de la coyuntura política y económica del país, así como de su propia circunstancia personal. En función de las condiciones prevalecientes para la actividad empresarial, la nacional y la propia, Salinas Pliego optará o no por presentarse a la contienda presidencial. Es indispensable, además, considerar que, junto con esas declaraciones, el magnate afirmó que quiere pagar su presunto adeudo con el SAT, pero “lo correcto”, pues argumenta con solidez que han inflado su deuda para golpearlo políticamente. Al buen entendedor, pocas palabras.

Hay quien reprocha que Salinas Pliego empezó teniendo una buena relación con el régimen y fue solamente hasta que vio afectados sus intereses, cuando empezó a criticarlo. Una interpretación ingenua e interesada para decir lo menos. Fueron los barones terratenientes quienes obligaron al rey Juan sin Tierra a firmar la Carta Magna para fijarle límites a su arbitrariedad en Inglaterra en el año de 1215. Hartos de la aplicación de impuestos nuevos y disfrazados, se rebelaron. No obstante, nunca fueron ideólogos que estuvieran proponiendo un cambio de régimen. Eran barones que, hasta entonces, avalaban el sistema, hasta que sufrieron sus abusos. Y su rebelión cambió la historia de la humanidad. Más cerca de nosotros, siete siglos más tarde, Eugenio Garza Sada y Manuel Clouthier no empezaron siendo opositores al priismo, sino que únicamente optaron por desafiarlo e incorporarse a la política activa cuando éste dañó sus intereses económicos. Otro tanto puede decirse de casi todo el neopanismo y de figuras tan destacadas como Vicente Fox. No era gente con vocación política de origen, mucho menos con una propuesta ideológica, sino que se volvieron políticos combativos precisamente porque los golpearon en la bolsa, vale decir, donde más duele. La ideología fue una cuestión secundaria durante casi toda la historia de la humanidad, hasta que los intelectuales marxistas se obsesionaron con las ideas, en detrimento del realismo. Son los intereses financieros los que rigen la marcha de las naciones.

De entrada, Salinas Pliego lanza un desafío al gobierno, demostrando una inusitada habilidad política en el sector empresarial mexicano. Si lo golpean, lo victimizan y lo catapultan a la candidatura presidencial. Les aplicó la jugada de López Obrador a la inversa. “Háganme víctima y más gente simpatizará con mi causa”. Cada vez que lo atacan, contribuyen a su popularidad en las encuestas. Con todo, es conveniente mirar los referentes ideológicos del sectarismo en el poder. Si Estados Unidos no los tuviera estrangulados por su escandalosa y probada complicidad con el narcotráfico y otras formas de crimen organizado, los morenistas quisieran aliarse con China y Rusia. Vale la pena estudiar con precaución lo que la dictadura china le hizo a Jack Ma, fundador y presidente de Alibaba Group. De igual manera, es preciso considerar lo que el gobierno del dictador Vladimir Putin ha hecho contra todos los empresarios que le han criticado.

Se atribuye a Porfirio Díaz, probablemente de manera apócrifa, la frase de que el presidente de México puede tener muchos defectos, pero nunca ser un cobarde. Hoy la oposición en México está integrada en su mayoría por cobardes, que a la primera insinuación del SAT se doblan. Salinas Pliego no se ha doblado ni ante el SAT, ni ante los ataques desde la más alta tribuna, ni ante las amenazas, ni ante las innumerables voces pagadas por el gobierno, sea en la prensa, televisión o Youtube. Y aún así, la valentía no es suficiente, es preciso andar con tiento.  Nunca es buena idea aconsejar a los poderosos. En primer lugar, porque no respetan ni toman en cuenta las opiniones de otros que no tengan el mismo o más poder que ellos. ¿Quién, siendo exitoso, tendrá en cuenta el parecer de quien carece de su mismo nivel de éxito? Segundo y más importante, porque no hay nada más chocante que un consejo no solicitado.  Y sin embargo, ojalá que Salinas Pliego en alguno de sus viajes se detenga concienzudamente en Florencia y analice la figura de Lorenzo el Magnífico. Empresario (banquero) y estadista, cambió la historia de su patria...

@avila_raudel

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