El viernes pasado Donald Trump llevó a otro nivel la tensión en el Caribe, al anunciar el despliegue del portaaviones Gerald Ford. En la zona hay ya un submarino nuclear, ocho buques de guerra y aviones F-35, por lo que no es descabellado prever una escalada bélica.

Luego de meses de declaraciones hostiles al régimen venezolano desde Washington, vinieron en las semanas recientes los ataques contra supuestos barcos narcotraficantes. Estados Unidos ha sido contundente en asegurar que está dispuesto a detectar y desmantelar a quienes con “actividades ilícitas comprometan la seguridad de su territorio”

El argumento es que las drogas están envenenando y matando a sus ciudadanos, por lo que asumen su derecho de atacar a quienes las trafican. Los mensajes no se dirigen como en otros tiempos a los capos del narco; esta vez los blancos de amenazas son mandatarios sudamericanos.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, por quien las autoridades estadounidenses han ofrecido una recompensa millonaria, ha dicho varias veces que Donald Trump pretende derrocarlo. Por ello ha convocado a sus gobernados a defenderlo. Habló de millones de hombres y mujeres con fusiles marchando por todo el país. La realidad es que Venezuela tendría una brutal desventaja en caso de un enfrentamiento.

Pero este no es el único país al que ha alcanzado la tensión. Los ataques más recientes a presuntas narcoembarcaciones ocurrieron en el Pacífico e involucraron a ciudadanos colombianos. Por ello, el presidente de ese país, Gustavo Petro, pidió el martes una investigación criminal contra Trump y otros funcionarios involucrados en los ataques. Trump, por su parte acusó al presidente colombiano de ser un “matón” y “líder del narcotráfico ilegal”. Su administración impuso el viernes pasado sanciones a Petro, a integrantes de su familia y a un miembro de su gobierno.

Hace muchos años que no existía este nivel de tensión en la zona. Las salidas diplomáticas no se han planteado con la suficiente fuerza. En el discurso y en los hechos todo hace temer una escalada violenta.

Si bien México no está directamente involucrado en este conflicto, sí está en medio. No solo se encuentra geográficamente ubicado entre unos y otros; es también territorio de operación de cárteles del narcotráfico. Esos que Donald Trump ha designado como organizaciones terroristas y ha asegurado que mandan en nuestro país.

Toca ver cuáles serán los siguientes pasos y hasta dónde llega la intervención estadounidense. Algo que seguramente seguirán con especial atención aquellos en Latinoamérica que juegan simultáneamente en dos bandos: esos que cobran como gobernantes y operan como criminales.

@PaolaRojas

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