Para conocer la influencia del espiritismo en quien fuera presidente de México, Francisco I. Madero, tanto en su vida social como política, Mochilazo en el Tiempo platicó con la doctora en Letras e investigadora, Dulce María Adame González, en el marco de la exposición en el MUNAL “Bajo el signo de saturno. Adivinación en el arte”, con cuatro ejes temáticos, Espiritismo, Clarividencia, Astrología y Terror Cósmico.
De acuerdo con Adame Gónzález, el interés de Madero en el espiritismo nace con la lectura de una revista, ya que en los apuntes autobiográficos del mandatario, comenzados en enero de 1909 (después de la escritura de La sucesión presidencial en 1910, entre septiembre y diciembre de 1908), y publicados en 1920, Francisco Madero y su hermano Gustavo viajaron a Francia en 1886, acompañando a uno de sus tíos.
La estancia de Madero se prolongó cinco o seis años y él mismo señala que uno de los acontecimientos de mayor trascendencia en su vida fue conocer en 1891 algunos números de la Revue Spirite, revista fundada en 1858 por el pedagogo Hypolite Denizard Rivail, mejor conocido como Allan Kardec, sistematizador del llamado espiritismo moderno.

Explica que el espiritismo moderno es una doctrina que sostiene la existencia, las manifestaciones y la comunicación con los espíritus que, de alguna manera, buscó renovar el pensamiento religioso de fines del siglo XIX, a partir de la incorporación del paradigma científico.
“A decir del propio Madero, en aquella época no profesaba ninguna doctrina en particular, pues pese a la educación religiosa que recibió, sus creencias se habían desvanecido, por lo que leyó con mucho interés la revista, de la que su padre era suscriptor. De inmediato, fue a las oficinas de la publicación y en su librería adquirió algunos libros de Kardec, los cuales, afirma, no leyó, sino que devoró, debido a que fue seducido por las ideas tan novedosas que se planteaban”, afirma la entrevistada.
Desde entonces, se consideró espiritista y asistió a varios círculos y sesiones con médiums que le revelaron que él mismo era médium escribiente, es decir, que tenía la facultad de recibir mensajes y transcribirlos con su puño y letra. “No obstante, pese a lo mucho que le atrajeron las ideas, siguió con las costumbres un tanto libres y despreocupadas, propias de un joven burgués”, indicó nuestra entrevistada.
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La investigadora nos cuenta que de regreso a tierras mexicanas, en 1893, Madero comenzó a involucrarse en el trabajo con las propiedades paternas. Resalta que en 1896 tuvo conocimiento de la homeopatía y comenzó a practicarla y a propagarla. Gracias a ello, en 1902 ayudó en la recuperación de su madre, quien había adquirido fiebre tifoidea.
Entonces empezó a modificar su vida disipada, se casó con Sara Pérez en 1903 y retomó la práctica espiritista por la enfermedad de un amigo, a quien cuidaba por largas horas durante el día y fue cuando recibió su primer mensaje comunicado por un espíritu: “Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”, afirma la doctora.

Así, siguió desarrollando su facultad y recibió numerosos mensajes filosóficos y morales, por lo que afirmó que para él no cabía duda de que su transformación moral se debió a la “mediumnidad”, comentó la doctora en Letras por la UNAM e Investigadora por el Colegio de México.
Acerca de si el espiritismo tuvo algo que ver con su llegada al poder, la investigadora Adame González reitera que el expresidente conoció la doctrina espiritista en 1891, y en la revisión que hace de su vida, a los treinta cinco años, le atribuye su cambio moral y filosófico.

Madero continuó la preparación y práctica espiritista a la par que desarrollaba su carrera política, iniciada oficialmente en 1904, aunque cuatro años antes ya había considerado arrancar una campaña electoral en Coahuila.
“Así, desde 1900, Madero comenzó a recibir mensajes de los espíritus con el fin de que se preparara para la gran misión que le había sido encomendada”, narró la doctora. A partir de las comunicaciones de 1907, un supuesto espíritu llamado José le habló de la gran cruzada democrática que habría de emprender, por lo que debía prepararse física, emocional y mentalmente con la práctica del vegetarianismo, la meditación, el estudio de la historia y la política nacional.
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“De hecho, tanto el desarrollo de su libro sobre la sucesión presidencial como el inicio de su campaña presidencial, en 1909, fueron temas recurrentes en las comunicaciones recibidas como médium. Aunque intervinieron diversos factores en su llegada a la presidencia, el espiritismo fue decisivo en su visión política. Por supuesto, desde una perspectiva académica este tipo de manifestaciones, estas comunicaciones, pueden leerse como un diálogo interno que le permitió configurar su visión”, señaló Adame González.

La investigadora Dulce María recuerda que parte de sus apoyos y seguidores eran integrantes de círculos espiritistas que también eran liberales y antirreeleccionistas, logias masónicas, algunos empresarios, grupos católicos y grupos de obreros.
Agrega que en un principio sus correligionarios espiritistas no estuvieron de acuerdo en que iniciara una revolución, pero cuando logró llegar a la presidencia, lo vieron como un triunfo del espiritismo y lo felicitaron y celebraron.

Ya en el gobierno y aunque no formó parte de su gabinete, sí tuvo muy cerca al escritor costarricense Rogelio Fernández Güell, también espiritista, quien lo apoyó de forma discreta en su plan educativo y en su búsqueda de moralización social que quería ampliar, al grado de pretender difundir la doctrina espiritista en las escuelas, proyecto que no logró consolidarse por los grupos opositores católicos y por la oposición dentro de su mismo grupo en las cámaras. Asimismo, la Junta Permanente del Primer Congreso Espiritista lo apoyó para lograr el acuerdo de paz con el gobierno en abril de 1911.
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“El espiritismo tiene fundamentos cristianos que buscaban propagar el bien al prójimo, la ascensión moral y espiritual mediante acciones benéficas, el conocimiento, la caridad y el trabajo, por eso en su plan político incorporó estas ideas, claro, sin decir explícitamente que provenían del espiritismo, explicó la entrevistada.
Madero se integró a círculos espiritistas, incluso, él mismo fundó alrededor de 1900 el Círculo de Estudios Psicológicos en San Pedro de las Colonias, con el propósito de estudiar la doctrina y difundirla.

Narra que en la Ciudad de México se vinculó con las Juntas Espiritistas que organizaron los congresos espiritistas nacionales en 1906 y 1908 y participó en ciclos de conferencias, congresos nacionales y publicaciones.
Cabe mencionar también que Madero leyó obras de la India y el budismo que nutrieron su visión; por ejemplo, hizo una versión del libro del Bhagavad Gita sobre la lucha individual y colectiva contra lo efímero y lo material, en búsqueda del crecimiento interior hacia la verdad, por decirlo de forma muy sucinta”, señaló Dulce María.
Acerca de los grupos que estaban relacionados con el espiritismo, la doctora en Letras comenta que eran intelectuales, artísticos y políticos. Señala que desde su llegada a México, el espiritismo se vinculó con grupos liberales, defensores de la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma.
Cuenta que aunque el espiritismo empezó a conocerse en el país en la década de 1850, fue el general Refugio I. González, quien inició su propagación con la fundación de círculos espiritistas, publicaciones periódicas y una sociedad nacional que reunió a los espiritistas del país, la Sociedad Espírita Central, en 1872.
Adame González hace mención que “durante el Porfiriato, varios integrantes del círculo del poder, como Porfirio Parra e Ignacio Mariscal, por mencionar sólo algunos, fueron seguidores de la doctrina y participaron en sesiones espiritistas, incluso, tradujeron obras importantes para seguir la difusión del espiritismo en México.
Numerosos escritores y artistas se adhirieron a dicha práctica, muchos de ellos sin dejar de ser católicos, otros más sí adjuraron de la religión y otros siguieron el espiritismo un periodo y después lo dejaron para integrarse a otros, como la teosofía.
Dice que la lista es muy larga, pero pueden mencionarse a escritores como Santiago Sierra, hermano de Justo Sierra (quien también tuvo coqueteos con la doctrina), Pedro Castera, la periodista Laureana Wright de Kleinhans, Balbino Dávalos, Alberto Leduc, Amado Nervo, Luis Castillo Ledón, Jaime Torres Bodet o José Antonio Garro, el padre de Elena Garro, que inició como espiritista y después se unió a la teosofía, por mencionar algunos ejemplos.

Explica que en cierto momento, estos escritores se vincularon con esta corriente en alguna de sus vertientes, como la del interés en las cuestiones psíquicas y psicológicas, que fue hacia donde se dirigió en el siglo XX. “De hecho, el espiritismo buscó dar una explicación científica a las cuestiones del espíritu, de ahí que lo consideraran ciencia y religión”.
Al preguntarle por qué se habla de las creencias de Madero, mientras se mantiene cierto silencio de todos los demás presidentes, políticos y círculos del poder en México relacionados con el espiritismo, la investigadora nos comentó:
“Como figuras públicas hay un especial cuidado con el manejo de la información. Lo de Madero siempre se supo y en su momento los opositores hicieron mucha burla; la prensa tampoco perdió oportunidad de caricaturizar su adhesión al espiritismo, pero aún él mismo, procuró en ciertos momentos, moverse con total discreción, aunque participó en los dos Congresos espiritistas, colaboró en diversas publicaciones periódicas esotéricas y regaló una imprenta para la sociedad espiritista”.
De hecho, dice que “algunas colaboraciones las firmaba con el seudónimo Arjuna, y su Manual espírita lo firmó como Bhima, a fin de no alimentar la crítica y la sospecha de su incapacidad para regir el destino del país debido a su profesión espiritista.
Otros políticos también tuvieron acercamientos, ya sea con el espiritismo u otras corrientes esotéricas. Por ejemplo, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles asistieron a sesiones espiritistas.
“Obregón, incluso, escribió poesía de este asunto, pero ya en la época en que se hablaba del espiritismo vinculado a la investigación de fenómenos psicológicos y psíquicos. En otros casos, no se tienen los elementos para afirmar la pertenencia a alguna corriente, grupo o credo religioso, o bien, puede repercutir negativamente en la percepción del trabajo y las decisiones que toman los agentes.
“Algunos políticos lo mantuvieron en el ámbito privado, otros sí lo encauzaron a su actividad pública y profesional, el propio Madero lo hizo. Conforme ha pasado el tiempo, la investigación histórica y periodística se ha abierto hacia el tratamiento de este aspecto, lo que considero muy provechoso para el conocimiento de la historia del país”, concluyó nuestra entrevistada.
- Fuente:
- Entrevista con la doctora en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México, Dulce María Adame González, hoy se desempeña como investigadora de programa en El Colegio de México. Sus principales líneas de investigación son la obra de Pedro Castera, la prensa y la literatura mexicana del siglo XIX, la edición crítica de textos y la relación entre literatura y espiritismo.