Mucho se ha dicho y escrito acerca del singular periodista de esta casa editorial, cuyo sobrenombre fue Jacobo Dalevuelta, quien lo mismo escribía de teatro, que del comportamiento de drogadictos en las colonias más pobres, se burlaba de falsos milagros, describía hermosos jardines, parques, fuentes, deportes, sitios de paseo familiar o analizaba la profesión del reportero.

Empezaremos por contar la anécdota más reciente, la que lo trajo a la memoria 89 años después de que el periodista cubrió los primeros 100 años de la Independencia, el 15 de septiembre de 1921. Fue en 2010 que se encontró una tarjeta de presentación de Jacobo Dalevuelta dentro de una urna de los próceres de la Independencia.

El descubrimiento resultó inexplicable para los investigadores del INAH, pues estaba al interior de una “urna libro”, con los restos óseos de los próceres patrios para su estudio, análisis y preservación, actividad que se programó en el marco de la conmemoración del bicentenario de la Celebración de la Independencia y Centenario de la Revolución aquel 2010.

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Al frente de dicha tarjeta de presentación, firmada el 15 de septiembre de 1921, se encontraba el logo de esta casa editorial, junto con el nombre Jacobo Dalevuelta, fecha histórica de la Proclamación de la Independencia, que el reportero cubrió.

Existe otra teoría en la que se cree que la misteriosa tarjeta fue depositada el 16 de septiembre de 1925, cuando Dalevuelta acudió en representación de este diario a la ceremonia del traslado de los restos de los héroes patrios de la Catedral Metropolitana al Ángel de la Independencia, evento encabezado por el presidente Plutarco Elías Calles.

A este respecto, hace unos años este diario cubrió el extraño suceso, durante una entrevista que realizó en 2016 la periodista Xochiquetzali Rosas al nieto de Jacobo Dalevuelta, el escritor Eugenio Aguirre, quien dijo “De malvado echó la tarjeta; esas travesuras siempre las hacíamos en familia”.

En 2010, investigadores del INAH, mostraron gran interés al descubrir la tarjeta de presentación de Jacobo Dalevuelta en el interior de la “urna libro”, la cual tenía el antiguo logo del águila que caracterizó a este diario desde 1921, hoy luce más estilizada. El descubrimiento se dio en el Bicentenario de la Independencia, cuando se aprovechó para analizar los restos de los héroes y regresarlos con honores a la columna de la Independencia. Archivo EL UNIVERSAL.
En 2010, investigadores del INAH, mostraron gran interés al descubrir la tarjeta de presentación de Jacobo Dalevuelta en el interior de la “urna libro”, la cual tenía el antiguo logo del águila que caracterizó a este diario desde 1921, hoy luce más estilizada. El descubrimiento se dio en el Bicentenario de la Independencia, cuando se aprovechó para analizar los restos de los héroes y regresarlos con honores a la columna de la Independencia. Archivo EL UNIVERSAL.

En aquella entrevista para EL UNIVERSAL, el nieto del reportero y también escritor, Eugenio Aguirre, habló del origen del pseudónimo “Jacobo Dalevuelta”, citamos la entrevista de la reportera Xochiketzalli Rosas de 2016:

“Eugenio lo descubrió en el año 1969, cuando se fue a vivir a Ibiza en la época del franquismo; con apenas 25 años de edad. En una librería el encargado le recomendó la novela que Anatole publicó en 1892 y que estaba prohibida porque era muy irreverente. Ahí halló a un personaje llamado Jacobo Dalevuelta.”

Reportero, cronista y corresponsal de guerra

Para conocer más acerca de las anécdotas y la obra del periodista, entrevistamos a la investigadora Suzette Álvarez, quien ha dedicado parte de su tiempo a su trabajo y está considerando realizar una serie de conferencias sobre él.

Además de la misteriosa carta de presentación, señala la investigadora, otro de los motivos por los cuáles Ramírez de Aguilar es conocido, es por su papel de corresponsal de guerra durante el conflicto de la Decena Trágica en 1913, además de textos de corte histórico.

Retrato de Fernando Ramírez de Aguilar, mejor conocido por su pseudónimo periodístico y literario como Jacobo Dalevuelta. Reportero y columnista de EL UNIVERSAL y EL UNIVERSAL ILUSTRADO.  Archivo fotográfico de EL UNIVERSAL.
Retrato de Fernando Ramírez de Aguilar, mejor conocido por su pseudónimo periodístico y literario como Jacobo Dalevuelta. Reportero y columnista de EL UNIVERSAL y EL UNIVERSAL ILUSTRADO. Archivo fotográfico de EL UNIVERSAL.

Fernando Ramírez de Aguilar, mejor conocido como: Jacobo Dalevuelta, nació en Oaxaca el 3 de agosto de 1887 y falleció en la Ciudad de México en 1953. De acuerdo con los datos biográficos de la Enciclopedia de la Literatura en México, se desempeñó como cronista, crítico literario y periodista.

Uno de los periódicos que publicó la mayor parte de sus textos fue EL UNIVERSAL, donde fue reportero, jefe de redacción y, posteriormente, jefe de información. También escribió para las páginas de El Imparcial, El País, EL UNIVERSAL ILUSTRADO, entre otros.

“Parte de sus textos no periodísticos hablan de su tierra natal, Oaxaca. Por ejemplo, Cariño a Oaxaca (1938) y Oaxaca: de sus historias y sus leyendas (1922) hablan del cariño que Jacobo Dalevuelta siempre le tuvo a su Estado”, comentó Álvarez.

La investigadora recuerda que otro de sus encargos como reportero fue en 1925 cuando se le encomendó realizar la crónica del traslado de los restos de los Héroes de la Independencia de México de la Catedral al Monumento a la Independencia. Y cuenta Álvarez que dicho trabajo lo publicó la Secretaría de Educación Pública bajo el título La odisea de los restos de nuestros libertadores (1925).

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Descripción del Día de San Juan en un balneario por Jacobo Dalevuelta. Su compañero de ronda, el fotógrafo Carlos Muñana, lo acompañaba para ilustrar sus narrativas, Dalevuelta lo llamaba Muñanita. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
Descripción del Día de San Juan en un balneario por Jacobo Dalevuelta. Su compañero de ronda, el fotógrafo Carlos Muñana, lo acompañaba para ilustrar sus narrativas, Dalevuelta lo llamaba Muñanita. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.

Sencillo, ameno y detallista proyecta un agudo sentido del humor

Suzette Álvarez resalta el estilo de narración que caracterizaba al periodista y lo define como sencillo y muy ameno, algunas veces con un agudo sentido del humor.

Añade que, “a pesar de que es un periodista serio, para la redacción de sus crónicas no abusa de palabras rebuscadas, ni escribe de manera erudita o complicada. En alguno de sus textos nos dice que no le gustan las “ratas de biblioteca” y, por lo tanto, nos ofrece lo que ve en las calles tal cual sucede”.

Entrevistas de Jacobo Dalevuelta a varios voceadores como el Manco de Bolívar, El Bicicleta, El Panzón de Guerrero, El As, El de los Ahorcados,  que vendían periódicos a los “papeleritos” como antes les llamaban. Le llamaban “ahorcados” a los diarios y revistas que lucían colgados de cordelillos en los puestos de periódicos a merced del sol y las lluvias. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Entrevistas de Jacobo Dalevuelta a varios voceadores como el Manco de Bolívar, El Bicicleta, El Panzón de Guerrero, El As, El de los Ahorcados, que vendían periódicos a los “papeleritos” como antes les llamaban. Le llamaban “ahorcados” a los diarios y revistas que lucían colgados de cordelillos en los puestos de periódicos a merced del sol y las lluvias. Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Al hablar de Dalevuelta la investigadora se emociona y procede a contarnos algunas de las aventuras del periodista. Dice que en una ocasión, Jacobo Dalevuelta se reunió con un tal Castillo para salir del primer cuadro capitalino e ir hacia los rumbos de la séptima calle de Plomeros en la colonia de La Bolsa (la actual Morelos), lugar en donde velaban el cuerpo de una persona con el nombre de Petra López.

Debido al peligro que podrían correr, deciden ir armados con un revólver y sumarse al velorio como si nada, todo con tal de beber café y averiguar cómo se vive un duelo en los barrios más bajos de la urbe, para luego escribir sobre la experiencia.

La investigadora señala que “en otra de sus historias cuenta cómo se vive un festejo a la Virgen de Guadalupe. Explica lo que transcurre en las romerías llenas de ´indios sencillos e ignorantes´, quienes hacen sacrificios durante todo el año para poder llegar al Cerro del Tepeyac y agradecer milagros o pedir nuevos favores a su santa ´magrecita´”.

“Las caravanas avanzan envueltas en la música que produce un tambor y se iluminan con cirios y pedazos de ocotes encendidos. Lo interesante de esta crónica es que parece que nada ha cambiado, pues las peregrinaciones siguen hasta nuestros días”, comentó Suzette.

Dalevueta hace una reflexión de la vida del reportero, odiado y querido, halagado en eventos y criticado después, quien con el tiempo se vuelve incrédulo, escéptico. Termina su escrito diciendo que después de cada saludo ceremonioso, de alguna opinión halagadora o acto de complacencia, la conciencia del reportero siempre parece decir: “el que te sonrió o te necesita o te odia. Deliciosa vida del repórter”. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
Dalevueta hace una reflexión de la vida del reportero, odiado y querido, halagado en eventos y criticado después, quien con el tiempo se vuelve incrédulo, escéptico. Termina su escrito diciendo que después de cada saludo ceremonioso, de alguna opinión halagadora o acto de complacencia, la conciencia del reportero siempre parece decir: “el que te sonrió o te necesita o te odia. Deliciosa vida del repórter”. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.

Registró con fidelidad costumbres y el modo de hablar de personajes capitalinos

Al preguntarle cuáles son las historias que más le gustan, la investigadora nos comparte que es “La fiesta de la Candelaria de los Patos”, ya que describe con mucho detalle la organización del festejo de ese barrio.

Comienza por el adorno de la iglesia principal con papelitos de colores, el vestuario de la virgen, los rezos y cantos; además de la algarabía de la plaza donde los pulqueros, hampones y carreros no pierden la oportunidad de reunirse para fumar marihuana.

En este sentido, la investigadora recalca la importancia de los lugares y la descripción que hace Dalevuelta de los espacios, al considerarlos muy valiosos, porque nos permite reconstruir nuestra ciudad y mirarla con la perspectiva de un periodista como Jacobo Dalevuelta, desde los establecimientos como las pulquerías.

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Otra llamada “El circo romano” adornada con óleos de un pintor anónimo, que se encontraba en contra esquina con la iglesia y en la que se servían platillos como el mole picante, arroz con higaditos y botes de escamocha.

En esta oportunidad Jacobo Dalevuelta acude a constatar y reportar “un milagro”, que no halló, y al ver la gran multitud que no lo dejaba salir, dijo que la persona que sí había captado el milagro era nada menos que el Sr. Casasola, conocido fotógrafo, lo que resultó en que la gente se dispersara y le dejaran el paso libre.  1920.
En esta oportunidad Jacobo Dalevuelta acude a constatar y reportar “un milagro”, que no halló, y al ver la gran multitud que no lo dejaba salir, dijo que la persona que sí había captado el milagro era nada menos que el Sr. Casasola, conocido fotógrafo, lo que resultó en que la gente se dispersara y le dejaran el paso libre. 1920.

La postal con la decoración del adorno de una vecindad, desde el primer hasta el quinto patio, hasta los sonidos que los cilindreros de aquellos tiempos hacían sonar, por ejemplo, el corrido de Cuca Mendoza, el vals “Sobre las olas” y la polka de “Las bicicletas”.

Otra de sus historias favoritas es “La colonia de La Bolsa a media noche”, pues registra con fidelidad el habla coloquial de las personas que viven en la zona del cuadrante de la Soledad y de San Lázaro.

“Al transitar a altas horas de la noche, Dalevuelta camina desde el templo de San Antonio Tomatlán rumbo a la antigua garita de San Lázaro y se encuentra con un marihuano. En “El mundo de los grifos” ocurre algo similar.

Recuerda cómo fue la primera vez que vio a un marihuano. Observa cómo es la camaradería entre este grupo y aunque le ofrecen probar la “yerba mala”, nunca acepta. Más bien se limita a registrar los efectos de la droga en sus consumidores: unos ríen, otros lloran, hay quienes ladran o caminan en cuatro patas”, señaló nuestra entrevistada.

Aquí una crónica de Jacobo Dalevuelta acerca de la popular diva y actriz mexicana Lupe Rivas Cacho, con fotografía captada por su amigo Carlos Muñana, ambos referentes de esta casa editorial. 1920. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
Aquí una crónica de Jacobo Dalevuelta acerca de la popular diva y actriz mexicana Lupe Rivas Cacho, con fotografía captada por su amigo Carlos Muñana, ambos referentes de esta casa editorial. 1920. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.

“Como estudiosa de la lengua y la literatura, encuentro el registro del argot lingüístico utilizado en aquellos espacios. Palabras como “refinar”, “tostar”, “darse las tres”, “Doña Juanita” para referirse a la marihuana; o “coca”, “Cloris” y “Blanca” para llamar a la cocaína, se utilizan para expresar frases como: –“báñate”, porque das la “trompada” y ahí viene la “pastora”, permiten analizar un contexto regido por sus propias reglas en determinados espacios, en este caso, el consumo de estupefacientes en las zonas poco vigiladas de la urbe.

Aquellos términos siguen utilizándose entre quienes consumen dichas sustancias o conocen el caló”, concluyó nuestra entrevistada.

Para terminar, insiste en la necesidad de rescatar los relatos e historias del periodista y hacerlos del conocimiento de todos aquellos interesados en saber mucho más de la capital en otras décadas, y en especial en el modo de vida de barrios no tan conocidos y hasta relegados por escritores y reporteros y nos recomienda buscar “Estampas de México”, en especial, al considerarlo un muy buen testimonio para conocer los bajos fondos de la ciudad de México a principios del siglo XX.

  • Fuentes:
  • Entrevista con la investigadora y docente Suzette Álvarez. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación son las Autobiografías y Memorias del siglo XIX mexicano. Desde 2022 se desempeña como maestra de educación básica en la SEP.
  • Libros: Oaxaca: de sus historias y sus leyendas (1922)y Estampas de México (1930).
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