Después de la pandemia de COVID-19, se ha visto un incremento de problemas en la salud mental de la población. Un par de ejemplos: de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud hubo un incremento del 25% en los casos de depresión y ansiedad a nivel mundial durante el primer año de la pandemia, además, se estima que un tercio de la población mexicana enfrentará problemas de salud mental en algún momento de su vida y el 79% de estas personas no recibirán atención.

En este sentido, es muy probable que cada uno de nosotros veamos comprometida nuestra salud mental en algún momento, ya sea por una situación laboral, económica, personal, familiar e incluso por el estrés o la presión de ser padre.

¿Alguna vez te has preguntado si estás haciendo un buen trabajo como madre, padre o tutor? No estás solo. Es una duda común y comprensible en quienes día a día intentan criar con amor, pero también con muchas presiones sociales, económicas y culturales encima y que, además, se podrían exacerbar dependiendo de la edad o edades de los hijos y el contexto familiar bajo el que se conviva.

Vivimos rodeados de opiniones: las de la familia, las amistades, los expertos/opinólogos de redes sociales y los consejos no solicitados. A eso se suman los viejos estereotipos de género que siguen marcando diferencias entre “la buena madre abnegada” y “el padre proveedor, pero distante”. Ideas como “las mujeres deben dedicarse por completo a sus hijos” o “los hombres no saben criar” todavía generan confusión y culpa.

Por otro lado, hoy en día muchos hogares enfrentan retos adicionales: padres que trabajan lejos de casa, madres que además de todo cargan con la mayor parte del cuidado de los hijos, y abuelos que — sin pedirlo— se convierten en cuidadores principales. En medio de ese caos, es fácil perder autoridad, sentir culpa o frustración, e inclusive desconectarse emocionalmente del propio papel como madre o padre.

La realidad es: no existe un manual perfecto para ser mamá o papá. Cada familia lo va construyendo desde la experiencia, el error, el diálogo y —sobre todo— en la experiencia que tuvimos como hijos con nuestros padres. De acuerdo con la Psicóloga Gaby Gil, lo importante es reflexionar: ¿Cómo nos sentimos en este rol?, ¿Estamos criando desde el respeto y la colaboración?, ¿Qué podríamos mejorar?

En éste punto, es primordial regresar a nuestra pregunta: ¿Qué calificación me doy como papá o mamá?, y antes de sentirnos avergonzados o preocupados por la respuesta, hay que saber, que la maternidad y paternidad no son cuestión de calificaciones ni críticas, sino que se trata de asumir una responsabilidad compartida, en donde va de por medio todo lo aprendido como experiencia personal, pero tomando en cuenta tanto al hombre como a la mujer, vistos como seres humanos, donde ambos merecen respeto, amor, atención y pueden expresar sus sentimientos por igual; donde el hombre como la mujer pueden aportar económicamente y de igual modo, ambos pueden y deben compartir la crianza y educación de los hijos.

Como parte de esta reflexión, algunas recomendaciones prácticas desde la experiencia de la psicóloga Gabriela Gil:

Abrir espacios de comunicación. Hablar como pareja en un momento tranquilo y poniendo sobre la mesa lo que cada uno siente en su rol de padres. Escuchar sin juzgar. Hacer preguntas como: ¿Estamos bien?, ¿Nos sentimos acompañados?, ¿Estamos dejando de lado nuestra salud emocional?, o cualquier otra que tengamos en mente, y si la respuesta es “no lo sé”, entender que buscar ayuda profesional no es un signo de debilidad, sino de compromiso con uno mismo y los que nos rodean.

Si deseamos conocer de propia voz por parte de nuestros hijos cómo perciben nuestra labor como padres, podemos aprovechar un momento en familia para poder platicar acerca del tema, preguntando: ¿Qué te gustaría que hiciéramos como padres?, ¿Sientes que nos hace falta algo?, ¿Qué propones para que podamos mejorar? En este punto, si no están acostumbrados a platicar, pueden hacer una especie de “buzón de sugerencias”, donde cada quien escriba lo que piensa, siente y sugiere y poco a poco lo vayan leyendo en familia.

Ejercicios como éste, nos ayudarán a entender qué piensan y sienten los hijos y cómo podemos mejorar en nuestro desempeño como padres y el funcionamiento de la familia en general, pero también ayudan a fomentar una relación más estrecha, respetuosa y que sepan que estamos presentes como padres y ellos son tomados en cuenta.

Asimismo, si el cuidado de los hijos está a cargo de otro familiar la mayor parte del tiempo, también es recomendable poder platicar con ellos, sin reclamos ni críticas, al contrario, agradeciendo y reconociendo el apoyo tan valioso que brindan y al mismo tiempo, explicando la importancia de que se sigan las reglas de los padres en todo momento, incluso cuando no están presentes, pues es una parte fundamental del cuidado y educación de los hijos y que les ayudará a los familiares para hacer ésta labor más ligera.

Como se mencionó anteriormente, cuando se ha detectado que hace falta algo, que hay muchas dudas o inconformidades y no se ha podido resolver en casa, es válido también pedir ayuda profesional. Aquí en México existen algunas instituciones que se dedican a proporcionar este tipo de apoyo tanto a parejas como a familias a costos accesibles. Una de ellas es el IFAC (Instituto de la Familia A.C.). Para pedir informes cuenta con los siguientes números: 55 55 50 47 57 y WhatsApp 55 19 37 66 32. También existe el ILEF Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia A.C., ellos ofrecen terapias psicológicas de manera individual, de pareja y familiar, en línea o presenciales. Tel. 55 55 54 56 11 y WhatsApp 55 79 48 52 34.

En internet, existe una página de la UNAM donde se pueden encontrar cursos gratuitos acerca de diversos temas y dirigidos al público en general: . Para el tema que estamos tratando hay un curso en específico que puede ayudar y se puede realizar de forma individual o en pareja “¿Quién trabaja y quién se queda en casa?”, donde se habla acerca de la vida en pareja y algunas opciones para negociar cuando hay dificultades. También encontrarán bibliografía al respecto.

La maternidad y paternidad no se califican. Se viven, se construyen, se comparten. Y como cualquier proceso humano, pueden mejorar cuando se cultivan con empatía, con respeto mutuo y con el deseo de crecer como personas para acompañar mejor a nuestras hijas e hijos y con ello también poder cuidar de nuestra salud mental.

Esta columna marca el inicio de otra etapa: un espacio adicional para aprender juntos como madres y padres, con la guía de especialistas que nos ayudarán a reflexionar y crecer. Esta primera colaboración fue escrita con Gaby Gil, psicóloga con amplia experiencia en desarrollo infantil. Puedes contactarla para orientación en:

Postdoctor en Salud Ambiental por la Universidad de Harvard

Consultor en Epidemiología Ambiental y Salud Pública de .

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