La Alcaldía Cuauhtémoc arrastra diversas problemáticas desde hace años: inseguridad, falta de servicios, nulo ordenamiento territorial y de comercio informal, abandono de los espacios públicos, así como una deficiente visión para implementar políticas públicas que atiendan las causas de fondo. La banalidad y frivolidad con la cual se ha gobernado una de las demarcaciones más importantes de la ciudad, es absoluta y evidente a todas luces.

A un año del inicio de la actual administración, por ejemplo, nuestra Alcaldía (por la cual transitan más de 2 millones de visitantes diariamente) ha cobrado notoriedad por los escándalos, pero no así por los resultados que exige la ciudadanía. Los pleitos personales han ocupado la titularidad de los espacios noticiosos, haciendo a un lado la importancia del buen ejercicio de gobierno.

Tristemente, mientras en las redes sociales se habla de nuestra demarcación por los excesos y trivialidades de sus gobernantes (de hoy y del pasado); no existe a la fecha un programa ejemplar de bacheo de calles y avenidas, una política robusta de promoción del turismo local, la implementación de una estrategia de seguridad coordinada con otros niveles o la atención puntual de las zonas marginadas de la alcaldía y de las necesidades de la gente.

El gusto por los reflectores y el gasto en promoción personal, se ha convertido en el denominador común, de quienes ven en la Alcaldía Cuauhtémoc, un trampolín de aspiraciones políticas hacia la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Pero la Cuauhtémoc es más que eso. En esta Alcaldía, punto neurálgico de la actividad económica y política del país, viven más de 540 mil personas, que todos los días salen a trabajar para generar un sustento para sus familias. Motor económico de la Ciudad de México, nuestra demarcación genera año con año, poco más de 2 millones de dólares en exportaciones de las mercancías que así se comercian.

Aquí confluyen además, más de 80 museos y lugares emblemáticos de la cultura, el arte y la historia como lo son el Palacio de Bellas Artes, el Monumento a la Revolución, la Catedral Metropolitana, el Zócalo de la Ciudad de México, la Plaza de las Tres Culturas y la Torre Latino; entre muchos otros. En sus colonias hay un folclor popular y tradicional, que convive diariamente con la gente que visita la demarcación y que ha encontrado aquí un lugar atractivo para vivir.

La Cuauhtémoc no necesita más escándalos, ni reflectores mediáticos a base de ocurrencias; necesita políticas públicas de altura que atiendan desde la raíz, los problemas más antaños de la demarcación. Autoridades serias, que gobiernen para todos y que recorran las calles y colonias para entender el sentir de la población. Que dejen las redes sociales, para ver cara a cara al ciudadano. Rendir cuentas a cabalidad y entregar los resultados que, al menos en las dos últimas administraciones, han estado ausentes.

Diputada en el Congreso de la CDMX

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