La Generación Z —personas nacidas entre 1997 y 2012— está a punto de convertirse en el nuevo motor de la economía global. Su creciente peso demográfico, el constante cambio en sus patrones de consumo y sus necesidades del mercado laboral están redefiniendo estructuras que durante décadas se mantuvieron estables. De acuerdo con datos de Visual Capitalist, en 2024 esta generación representó 24.6% de la población mundial y concentró 17.1% del poder de gasto global. En México, la relevancia demográfica es incluso mayor: constituye cerca de 25% de la población y representan una importante proporción de la fuerza laboral.

Estas cifras no solo reflejan la magnitud del cambio, sino también la velocidad con la que avanza. Su manera de percibir al mundo obligará a empresas, gobiernos e instituciones financieras a replantear estrategias, modelos de negocio y políticas públicas.

En el plano laboral, la Generación Z valora profundamente los esquemas híbridos, los horarios flexibles y las evaluaciones basadas en resultados más que en la presencia prolongada en oficina. Para este grupo, cumplir ocho o nueve horas en una oficina no garantiza un mejor desempeño; por el contrario, representa un modelo rígido que afecta su bienestar. Esta perspectiva, que rompe con lo tradicional, reconfigura el mercado laboral: disminuye la demanda de oficinas, impulsa el uso de coworkings y espacios flexibles y obliga a las empresas a adoptar herramientas digitales para gestionar equipos remotos.

Tras la pandemia de 2020, México ha avanzado en la adopción de esquemas laborales más flexibles. Una encuesta de Mercer indica que 64% de las empresas ofrece trabajo remoto dos días por semana, mientras que AON estima que el mercado laboral nacional se compone de 60% trabajo presencial, 35% híbrido y 5% totalmente virtual. Aunque esto representa una mayor apertura respecto a la etapa pre-pandemia, las cifras confirman que la transición hacia modelos más flexibles aún está en proceso. Es importante señalar que, debido a su demanda de condiciones laborales más flexibles, la Generación Z registra las tasas más altas de rotación.

De acuerdo con la ENOE del Inegi, durante los tres primeros trimestres de este año, la población ocupada de entre 14 y 24 años, representó en promedio 14.6% del total de la ocupación. Sin embargo, al analizar los períodos en su comparativa interanual se observa una disminución: 5.64% en el primer trimestre, 5.20% en el segundo y 3.16% en el tercero, todos a tasa anual. Esta reducción se relaciona tanto con el débil desempeño económico observado en lo que va del año como con la dinámica de rotación laboral que caracteriza a este grupo.

En materia de consumo, la Generación Z orienta gran parte de sus decisiones hacia el bienestar. De acuerdo con una investigación del Tecnológico de Monterrey, este enfoque se refleja en su interés por productos que mejoran el confort y la calidad de vida —como artículos para mascotas, muebles y decoración— así como en su marcada preferencia por tecnologías como teléfonos, tabletas, computadoras y videojuegos, que sostienen su estilo de vida digital y su necesidad de conexión permanente. A ello se suma la importancia que otorgan a la salud física y mental, lo que impulsa la demanda de alimentos de calidad, actividades deportivas y opciones de entretenimiento.

Estos patrones de consumo responden, en buena medida, a la influencia que ejercen creadores de contenido y figuras públicas en sus hábitos. Es importante destacar que esta generación es una de las más susceptibles a estas influencias debido a su alta exposición a las redes sociales. En este contexto, las estrategias de marketing cobran especial relevancia: una campaña alineada con los valores y prioridades de esta generación tiene una alta probabilidad de éxito.

En línea con lo anterior, la Generación Z concentra gran parte de su consumo en entornos digitales: compra por internet, utiliza medios de pago electrónicos, adquiere productos en plataformas globales y mantiene suscripciones a servicios de streaming, aplicaciones y contenido especializado. Este comportamiento coincide con la expansión del comercio electrónico en México, que en 2023 alcanzó un Valor Agregado Bruto (VABCOEL) de 2.04 billones de pesos, equivalente a 6.4% del PIB. Esto representa un crecimiento real anual de 8.5%. Todo apunta a que el e-commerce no solo seguirá expandiéndose, sino que se consolidará como el principal canal de consumo, redefiniendo la relación entre productores, intermediarios y consumidores.

En resumen, la Generación Z ya no es una generación emergente, sino una fuerza económica en expansión que redefine cómo se trabaja, cómo se consume y cómo se relacionan empresas y consumidores. Su peso demográfico, su visión del bienestar, su arraigo digital y su creciente participación económica están transformando sectores completos y presionando a instituciones y mercados a modernizarse. Adaptarse a sus valores, hábitos y expectativas no será una opción, sino una condición necesaria para competir en un entorno donde esta generación marcará la pauta del crecimiento económico en los próximos años.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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