Las francas dimensiones de los hechos escriben la historia, los detalles son importantes para construirla y para recordarla. De ahí nace la necesidad de difuminarla o borrarla del paisaje político de nuestros tiempos, para que no madure y se convierta, justamente, en historia.
Por eso, no podemos decir que el asesinato de Carlos Manzo es una gota que derramó el agua del vaso, pues sería minimizar la vileza de terminar con una vida, sería deshumanizarlo como cruelmente pretenden hacerlo los propagandistas a sueldo.
Las herramientas para desmenuzar la verdad hasta el polvo son siniestras, brochazos de insensibilidad y patadas desesperadas que nos recuerdan que, por las venas del cuerpo humano, también corre la miseria.
El asesinato de Carlos Manzo no es un síntoma, sino metástasis del cáncer que invadió a nuestro país desde hace varios años, ¿hay antídoto para combatirlo? Los jóvenes piensan que sí y se movilizan para que suceda.
«Y a estos, ¿cómo los frenamos?» Seguramente se preguntan, pero la cuestión se queda corta, yo les sugeriría complementarla: «Y a estos, ¿cómo los frenamos si no los conocemos y tampoco los esperábamos?» porque la realidad es que los líderes políticos – sin exclusión de ninguna fuerza partidista- no saben cómo se está organizando una generación de jóvenes que, además, exige no ser interferida por ellos.
Es que, ¿cómo detienes a una generación que usa una bandera de calavera del anime One Piece con un sombrero de paja en homenaje a Carlos Manzo, que está compuesta de ciudadanos jóvenes que prefirieron no cruzar los brazos y extenderlos para condenar; que no van a callar, sino que van exigir; que se organiza en tiempos donde las redes sociales tienen un alcance desmedido, inimiganible y exponencial; que no tiene antecedentes con los cuáles someterlos; y sobre todo: que no tienen miedo?
Por eso, me esperanza vivir un hecho que, aunque intenten disminuir, se convertirá en historia, y con eso, redimensionarán las consecuencias de la valentía de Carlos Manzo, y de paso, demostrarán que la bondan puede más que la miseria. ¡Adelante, jóvenes! ¡Que nada los detenga!