Romper el silencio en México no sólo puede convertirse en un calvario, sino que puede costarte la vida. Los grandes aliados de las violencias, cualesquiera que ellas sean, son la impunidad que brindan las autoridades y el silencio que guardan las víctimas por temor.
Por eso, como sociedad, tenemos que trabajar juntos, solo así la brutalidad y el miedo dejarán de persistir. Una sociedad dividida y polarizada se convierte en aliada de la violencia y eso no nos conviene a nadie. México, nuestro México, debe dejar de ser un país en donde a las víctimas no se les crea, y a los agresores se les encubra, proteja o estén en libertad.
Cuando una víctima habla, rompe el silencio y da ese paso al frente que exige un esfuerzo, en muchas ocasiones heroico, y que lamentablemente, con lo primero que suele toparse es con un “no te creo”.
Después, casi de inmediato, se enfrenta a múltiples cuestionamientos que jamás se hacen a los agresores, sobre todo, cuando la denuncia es de una víctima de violencia sexual.
Por lo que ese imperdonable “no te creo”, vendrá acompañado de un “¿por qué no lo dijo cuando sucedió?”, “seguro le gustaba”, “lo está inventando para dañar a quien acusa”, “ella o él provoco que le sucediera”, y así a quien se ajusticia en los peores términos, se revictimiza e incluso, se le castiga con distanciamiento y ofensas por parte de algunos miembros de la familia o grupos cercanos, esto pese a los atropellos que han herido su alma y dañado su cuerpo.
Muchas de estas heridas no logran sanar, y quienes con valentía y fortaleza logran ser sobrevivientes, se enfrentan a una sociedad que tiene más compasión y defensa por los y las agresoras, que por quienes exigen justicia.
No se les cree a niñas y mujeres que a diario deben dar batallas para librar a sus acosadores y vivir con ese miedo, pues su victimario sabe que cuentan con un manto de impunidad y con la protección de una sociedad patriarcal y machista.
Son miles quienes eligen no creer a las niñas ni a las mujeres agredidas, ni tampoco a la Presidenta.
Hoy que se anuncian nuevas propuestas legislativas para proteger e impartir justicia a las víctimas de violencia sexual, a raíz del ataque que sufrió la presidenta Claudia Sheinbaum, es urgente acompañarlas con apoyos y capacitación para las Fiscalías, el sistema judicial, además de evidenciar a quienes por complicidad y corrupción, se colocan del lado del agresor, del victimario y del feminicida.
Desde la escuela, se debe dejar en claro que no es normal la violencia que se ejerce a través del bullying, y las consecuencias que tiene, lo mismo con la violencia doméstica, hogares que se convierten en infiernos y que tampoco deben quedar impunes.
Muchos hemos sido testigos de la crueldad que se ejerce en contra de las mujeres víctimas de violencia vicaria, pues la justicia no llega, tarda mucho, o simple y sencillamente, son tratadas como delincuentes mientras sus violentadores festejan y enseñan a sus hijos a odiarlas a través de falsas narrativas.
Quienes denuncian ser víctimas de extorsión y amenazas, rompen el silencio jugándose la vida. Su exigencia de justicia y presencia de autoridades en sus territorios no es por casualidad, es porque los delincuentes y criminales no rinden cuentas ni son juzgados con la misma vara que sus víctimas.
Hoy como nunca estamos obligados a hacer un alto en el camino para dejar de normalizar, ignorar o minimizar las violencias que a diario vive uno de nosotros o cercanos a nosotros, ser indiferentes nos convierte en cómplices y artífices de ellas.

