La encrucijada del trimestre. El trimestre que va del pasado 1 de agosto al próximo 30 de octubre puede definir el futuro inmediato del gobierno y del país. Si en ese periodo no se cumplen las expectativas de Trump en concesiones comerciales y de colaboración con el sistema de justicia de Estados Unidos, para romper la alegada alianza de los cárteles con el régimen mexicano, la economía y la integridad territorial de nuestro país quedarán a merced de las más imprevisibles reacciones de la Casa Blanca. Y si se cumplen, parecería inevitable una fractura en el poder político por las afectaciones que conllevaría esa ruta a miembros prominentes del grupo gobernante.

La pinza. Tras ceder en varios temas del orden comercial, la presidenta Sheinbaum detuvo temporalmente el apretón del brazo arancelario de la pinza de Trump. Y tras obtener tres meses de gracia para proveer los pagos restantes, la presidenta mexicana vio venir el otro brazo de la pinza: el amago de incursiones militares de Estados Unidos a territorio mexicano. Quizás Trump no ve claro si la presidenta Sheinbaum está en condiciones de ceder en materia de la seguridad nacional de la Unión Americana, amenazada en su versión, por narcoterroristas incrustados en el gobierno del país colindante en su frontera sur. En esta lectura de las informaciones y las contrainformaciones más recientes, la orden de Trump a sus fuerzas armadas para analizar acciones militares en los países latinoamericanos en los que se asienta el narcoterrorismo significaría, en lo que respecta a México, un mensaje perentorio de advertencia de Washington, un recordatorio del plazo final para redefinir la inserción de México en el esquema geopolítico de Trump.

Los primeros en la lista. En el debate nacional sobre si involucra o no a nuestro país la orden de Trump a sus fuerzas armadas, se maneja una evidencia contundente para afirmar que México sí está en el blanco. Se trata del dato de las sedes, llamémoslas, corporativas, en nuestro territorio, de seis de las ocho organizaciones criminales de la región enlistadas como terroristas por Washington. Y habría que reparar además en los aprestos de orden comunicativo para preparar la acción militar. Y en esto no parece haber duda de que el primer país en la mira sería Venezuela, con un solo cartel en la lista, sólo que —real o no— liderado por un presidente que Estados Unidos no sólo no reconoce como tal, sino que además le dispensa trato de prófugo de la justicia. Y ofrece 50 millones de dólares de recompensa por su cabeza. El problema es que allá vinculan ese cártel con el de Sinaloa, percibido, aquí, allá y acullá, como protegido durante la Presidencia de López Obrador.

Presión extrema. En nuestro país, la orden dirigida por Trump al Pentágono coincide con vistosos aprestos por aire, mar y tierra: buques y drones de reconocimiento y un desplazamiento masivo —sin precedentes— de tropas y equipos a nuestra frontera. Sin embargo, todo ello podría estar cumpliendo todavía, por el momento, funciones de presión extrema de la Casa Blanca a la presidenta Sheinbaum. Incluso, la eventual materialización de algún episodio militar contra Maduro en Venezuela tendría efectos persuasivos sobre Palacio Nacional. Claro, con las armas amartilladas en fronteras, cielos y costas y el amago de un ruinoso 25 por ciento de aranceles a nuestras exportaciones.

Tierra fértil. Por lo pronto, Trump ha fijado en el imaginario de nuestros países las vulnerabilidades del régimen como tierra fértil para el intervencionismo. La herencia real de AMLO y la narrativa cotidiana de Trump crearon la percepción extendida de un narcogobierno, plagado de corrupción y emisor de señales de un camino despejado a una dictadura, a una autocracia despótica desnuda de atenuantes. ¿Quién podrá defender eso?

Académico de la UNAM. @JoseCarreno

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