No es inocente. Aunque la presidenta respondió que no existen los escenarios que dio el presidente (como le dice ella) para apersonarse en la política a la luz del día, López Obrador anunció su agenda para el resto de este sexenio. Todavía sin fechas fijas, pero los supuestos sobre los que anticipó su regreso a la visibilidad política —y a la calle— ya están en curso. Por ejemplo, no se trata solo de paranoia o de una extravagancia irresponsable la pretensión que mostró de introducir en la conversación y en la preocupación pública supuestas situaciones de golpes de Estado, como lo hizo el domingo. La referencia no es inocente. Conecta con precisión con la narrativa de los ‘cuadros’ de su movimiento, sus ‘intelectuales’ y sus ‘periodistas’, empeñados en estigmatizar las crecientes expresiones y movilizaciones ciudadanas de protesta como ‘golpistas’. Y es contra ellas que AMLO saldría a la calle.

La prensa en la mira. En efecto, la ‘alerta’ no es contra aparato del Estado alguno, todos bajo control vertical y dispuestos más bien a la represión ciudadana, como ya se avistó el 15 de noviembre en el Zócalo. Pero también advirtió que saldrá a la calle contra quienes “acosan” a la presidenta. Y no parece que se hubiera referido al maniático que se le aproximó en el Centro Histórico, ni a la CNTE que la hizo firmar compromisos como condición para franquearle el paso, sino a la prensa independiente que critica y cuestiona al régimen, contra la cual el ex reinició su guerra en el mismo video del domingo, en el contexto del supuesto acoso o los supuestos golpes de Estado.

La soberanía soy yo. También habrá ocasiones para fechar en la agenda expresidencial participaciones abiertas en defensa de la soberanía, otro supuesto expresado para interrumpir su retiro. Desde invocar la acusación de la presidenta a la ‘ultraderecha internacional’ en la convocatoria a la marcha del mes pasado hasta el próximo paso de Trump contra el régimen de Maduro en Venezuela. Esto último entendido, con razón, como advertencia a otros regímenes del vecindario, como México, con territorios e instituciones bajo control de los cárteles.

Democracia. Finalmente, está su primer escenario para volver a la acción política abierta: que se atente contra la democracia. Es decir, no hay ley ni institución sobre él para velar por la democracia. Y ya son más de treinta años de evidencias acumuladas en el sentido de que, para él, hay democracia cuando gana y cuando pierde, “se atenta contra la democracia” y él sale a “defenderla”. Pero esta primera prevención del expresidente podría ser resultado de avizorar horizontes electorales adversos para su movimiento. Y para conjurarlos podría encabezar, ya —formal o materialmente— su partido y organizar a sus clientelas de manera de cerrar el paso a toda opción ‘conservadora’. O bien bloquear ahora no solo el Paseo de la Reforma, sino la capital y el país entero si no se les otorga el triunfo a sus candidatos. Sí. parecido a lo que hizo Trump en los procesos electorales de Argentina y Honduras.

Supremacía. Con sus métodos, López Obrador podría abrirle nuevas perspectivas a la novela del subgénero de dictadores. Allí lo ubica Guillermo Sheridan en sus siempre disfrutables colaboraciones en la sección de cultura de EL UNIVERSAL. El escritor identifica al expresidente (que también es escritor) como “El Supremo”, el personaje que da título a la obra de Roa Bastos, una cumbre del subgénero, Yo, el supremo. Trata de un dictador paraguayo, por cierto, también escritor o dictador de sus atrocidades, que Roa Bastos convirtió en una novela prodigiosa. No es el caso de AMLO, que escribe cuentos de hadas del México prehispánico, con cuentos de horror de la llegada de los españoles, en español, como observa Sheridan, y los publica en una editorial española.

Académico de la UNAM. @JoseCarreno

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios