En la historia de la máxima categoría son conocidas las historias de pilotos que una vez alcanzada la gloria como campeones del mundo se convierten en poderosos imanes para marcas alrededor del mundo. Casos son muchos, desde Niki Lauda, quien por décadas portó la gorra roja de la firma de lácteos Parmalat, Michael Schumacher con la financiera Deutsche Vermögensberatung, hasta Ayrton Senna que todavía al día de hoy es imagen de la relojera Tag Heuer.

Para el resto de los pilotos sobrevivir cada temporada persiguiendo patrocinios no es una tarea sencilla sin el cobijo de las grandes escuderías, en donde precisamente ser campeón del mundo permite alcanzar un estatus comercial. Por eso, el caso de Sergio Pérez es prácticamente inédito, lo que lo convierte de facto en el primer gran piloto franquicia no campeón de la F1.

Me refiero al término “piloto franquicia” en lo que refiere a aquella figura que no sólo compite, sino que también representa una marca o marcas, moviliza audiencias y genera métricas comerciales y de presencia en medios que superan los parámetros de un piloto convencional. Checo Pérez cumple ampliamente con estos requisitos.

Luego de su salida de Red Bull, fueron muchas las noticias que anunciaban un día y otro también lo que se avecinaba (con miles de noticias falsas); tiempos en donde podía sentirse en el ambiente no sólo la ansiedad de miles de aficionados, sino que era la misma Fórmula Uno la que clamaba por su regreso.

La marca Checo Pérez ha emergido entonces con más fuerza ahora ya confirmado como piloto de Cadillac por dos años.

Cadillac ha tasado ya su patrocinio más importante en 70 millones de dólares, a distancia de las grandes escuderías como Red Bull, Mercedes o Ferrari que alcanzan los 100, pero para una escudería debutante que busca desesperadamente sumar marcas es una tarifa récord, gracias al activo Checo Pérez.

Pérez ha impulsado la asistencia en las tribunas del Gran Premio de México en más de un 25% en comparación con años anteriores, además de que durante el fin de semana de actividades, el aumento promedio en la ocupación hotelera en Ciudad de México y cercanías alcanza el 30% y en donde cada asistente gasta unos 150 dólares en transportación, hospedaje y alimentación. En 2021 el GP de México alcanzó una derrama aproximada de 37.5 millones de dólares.

Pérez seguirá siendo, aun retirado, un activo para la F1, ojalá que su regreso a la F1 extienda aún más sus logros deportivos.

@jorgedialogante

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