El Banco de Pagos Internacionales (BPI) publicó a finales de septiembre su encuesta trianual entre bancos centrales sobre las operaciones en los mercados cambiarios globales al mes de abril de 2025. Esta encuesta constituye la mejor fuente de información sobre estos mercados, actualmente los mayores y más líquidos del mundo.
La encuesta revela que el volumen de transacciones en los mercados cambiarios internacionales alcanzó 9.6 billones de dólares diarios en abril de 2025, casi 30% por encima de lo observado en el mismo mes de 2022. La moneda más comerciada es el dólar estadounidense, que forma parte de casi 90% de las transacciones cambiarias. Como es lógico suponer, el euro, el yen, la libra y el franco suizo también juegan un papel muy relevante en estos mercados.
Sin embargo, existen otras monedas cuya trayectoria en los últimos años llama más la atención. En particular, el renminbi chino, que es actualmente la quinta más comerciada, casi cuadruplicó su participación en las operaciones cambiarias internacionales de 2013 a 2025. Las otras divisas que ameritan una consideración especial por su creciente importancia son el dólar de Singapur, el dólar de Hong Kong, la rupia india y el won coreano.
La participación de nuestra moneda en el volumen de transacciones globales ha disminuido a lo largo del tiempo. En 2013, el peso era la divisa más comerciada entre las economías emergentes y la octava entre todas las monedas del mundo. Para principios de 2025, el peso se ubicaba en el catorceavo lugar a nivel mundial y tercero entre las economías emergentes, solamente detrás de China y la India. Aclaro que a diferencia del BPI, en este último caso excluyo a Corea y Singapur, por considerarlos países desarrollados, y a Hong Kong, por formar parte de China.
No obstante esta menor importancia relativa, y el hecho de que en abril de 2025 las operaciones en pesos mexicanos participaron en apenas el 1.6% de las transacciones cambiarias internacionales, nuestra moneda mantiene una amplia liquidez a nivel global. El BPI estima las transacciones en pesos mexicanos en dichos mercados en 153 mil millones de dólares diarios. Esta es la cifra más alta para un país latinoamericano y 70% mayor que la correspondiente al segundo lugar, el real brasileño.
Como puede observarse, el sitio que ocupa el mercado del peso entre las economías emergentes, no es equivalente al que nos correspondería si se usara como punto de referencia el tamaño de nuestra economía. Entre los factores explicativos destacan el nivel de desarrollo de los mercados financieros mexicanos, el grado de apertura de nuestra economía a los flujos internacionales de comercio y capital, el peso de la economía mexicana a nivel global, la posibilidad de realizar transacciones en pesos las 24 horas del día y la confianza existente en los mercados para operar en nuestra moneda.
Si bien la importancia de una divisa en los mercados internacionales es una contraparte natural del proceso de desarrollo y de la inserción de la economía de su país en el plano global, no deben perderse de vista los riesgos que acompañan a esta situación.
En el caso de México, yo destacaría en primer lugar que la mayoría de las operaciones cambiarias en pesos se llevan a cabo fuera del país, por lo que las estadísticas nacionales solo captan una parte de las transacciones totales. Si bien existen fuentes alternativas de información, estas son menos precisas, lo que implica que existe una porción elevada del mercado cambiario del peso en donde la visibilidad es difusa.
El tamaño del mercado cambiario del peso es otra fuente de riesgos. En la actualidad contamos con reservas internacionales que son en general consideradas adecuadas. Pero hay otra forma de verlo. La cifra más reciente del acervo de nuestras reservas internacionales, de 247.7 miles de millones de dólares, es equivalente a solamente 1.6 días de transacciones en el mercado del peso.
Adicionalmente, del volumen total operado en el mercado cambiario de nuestra moneda, aproximadamente 36%, esto es, 55 mil millones de dólares, se explica por permutas (swaps) de divisas. Estas son operaciones de muy corto plazo, enfocadas en la cobertura de riesgos o en el aprovechamiento de diferenciales de tasas de interés entre países. La experiencia muestra que este tipo de transacciones pueden dar lugar a desviaciones importantes del peso respecto de su valor fundamental.
Por último, los mercados cambiarios son muy vulnerables a cambios abruptos en el sentimiento de los inversionistas. En situaciones de alta incertidumbre, estos buscan activos considerados seguros, como el oro o las monedas de algunas economías avanzadas. Al mismo tiempo, la demanda de monedas riesgosas, entre las que normalmente se encuentran las de las economías emergentes, se desploma, frecuentemente con impactos más severos en las más líquidas, como el peso.
Bajo este conjunto de circunstancias, el potencial de volatilidad del valor de nuestra moneda es considerable. Aunque esto se puede ver desde distintas perspectivas, me quedo con la del vaso medio lleno. En un país con insuficientes contrapesos, la liquidez internacional de nuestra moneda representa un desincentivo a la adopción de políticas irresponsables, que en este contexto son el equivalente de un juego de ruleta rusa con un revólver cargado de balas. Además, como ya mencioné, dicha característica es parte normal del progreso, por lo que la aspiración, aunque inconcebible en este momento, debería ser que el peso mexicano se convirtiera en un activo de refugio y no de abandono en situaciones de incertidumbre.