Pocas veces empresas como Oracle están en los principales titulares de diarios y noticiarios del mundo. Al ser una empresa de software e infraestructura de cómputo para negocios, no capta los reflectores de la prensa cazadora de fuegos fatuos.

Pero ayer Oracle alcanzó esos reflectores de las fabricantes de juguetes conocidos como gadgets con una estrategia de negocios muy interesante. Las acciones de Oracle subieron aproximadamente un 4% el lunes para alcanzar un máximo histórico de cierre, luego de conocerse un acuerdo que huele a petróleo digital.

Mientras el mundo tech se distrae con gafas de realidad aumentada, chips pequeñísimos y redes sociales que prometen inteligencia sin usuarios inteligentes; Oracle amarró un contrato de largo plazo para construir centros de datos optimizados para IA en Estados Unidos.

El trato podría significar 30 mil millones de dólares anuales en ingresos gracias a G42, la firma de inteligencia artificial basada en Abu Dabi que anda cazando infraestructura como si fuera oro. Oracle pondrá los centros de datos y los árabes el dinero para su IA.

Safra Catz, directora ejecutiva de Oracle, soltó la bomba este lunes en un reporte ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos. Dijo que la compañía tuvo “un comienzo sólido” en su año fiscal 2026. Y como si fuera cualquier partido de la Copa de Oro, dijo que han firmado “varios acuerdos importantes” de nube, incluyendo uno que aportará más de 30 mil millones de dólares anuales a partir del año fiscal 2028.

G42, que suena a laboratorio secreto, es un gigante con ambición global que ya anda metido hasta las narices en el negocio de los modelos de lenguaje (LLM), IA generativa y cargas de trabajo pesadas. Y al parecer, la empresa no quiso construir centros de datos desde cero. Mejor le encargó todo a Oracle, quien felizmente se puso el casco de obrero de silicio.

Un acuerdo de infraestructura pura y dura, pero con sabor a futuro. Y como cereza en el pastel, esos centros estarán listos para correr cargas de trabajo con los chips Dojo de Tesla.

Leíste bien. Según expertos del mercado de cómputo, G42 ya usa los chips Dojo de Tesla, que originalmente fueron creados para entrenar la inteligencia artificial de sus autos autónomos. Con esto Tesla ya no sería solo un copiloto, sino se colará en la carrera de la infraestructura como servicio, sin que la empresa de Elon Musk tenga que mover ni un ladrillo.

Para Oracle, el negocio es redondo pues amarra a un cliente grande con una necesidad creciente de cómputo de alto rendimiento. Para G42, significa acceso a una infraestructura escalable sin tener que reinventar el centro de datos. ¿Y Tesla? Simplemente podría convertirse en uno de los ganadores silenciosos del acuerdo.

De hecho, algunos inversionistas ya comienzan a ver con otros ojos el valor del hardware de Tesla. Porque si los chips Dojo funcionan bien en los centros de Oracle, podrían abrirse nuevas oportunidades más allá del entrenamiento de modelos para autos autónomos. Hablamos de visión por computadora, robótica, automatización industrial y más IA. Lo más llamativo es que Tesla no dijo ni pío. Silencio total.

Con este acuerdo Oracle pasa de ser el Don sentado en un sillón al fondo de un salón para convertirse en el alma de la fiesta que saca los pasos prohibidos. Y si la fiesta de la IA se vuelve el nuevo estándar global, Oracle podría ser un nuevo DJ que cobre las entradas y por la renta del salón.

Al parecer, ni G42 ni Tesla quieren el protagonismo del acuerdo. Ambos prefieren dejar que Oracle se lleve los reflectores. Con este contrato G42 asegura su proveeduría de infraestructura sin tener que lidiar con la sensibilidad geopolítica. Mientras tanto Tesla observa, mide y quizá prepara el terreno para llevar sus chips a otros centros de datos si el experimento funciona.

Así que, sin grandes anuncios, sin keynotes ni promesas con fondo azul cobalto, Oracle se metió al corazón de la nueva fiebre del oro (o petróleo) digital: el cómputo optimizado para IA. Es probable que en los próximos meses tengamos que acostumbrarnos a ver a Oracle en más titulares. No por escándalos, no por gadgets, sino por hacer negocios con la cabeza fría y los números grandes.

A fin de cuentas, eso es lo que mueve al mundo, aunque no salga en TikTok.

Falsas alarmas

De veras que esos diputados no entienden. Con su reforma a la ley de telecomunicaciones nos quieren llevar al oscurantismo. Cómo se les ocurre dejar un artículo que obliga a concesionarios de telecomunicaciones a facilitar la geolocalización en tiempo real y colaborar con autoridades en la entrega de datos. Ni que estuviéramos en 2014 cuando los diputados de entonces aprobaron el artículo 190 que obliga a los concesionarios a colaborar con los organismos de seguridad y a conservar información de las comunicaciones.

¿Acaso no entenderán los diputados que solo queremos colaborar con Facebook, TikTok y YouTube para que sepan hasta lo que desayunamos hoy? El gobierno no debe espiarnos, pero Apple y Google, claro que sí.

Columnista y comentarista

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