¿Recuerdas aquel 19 de julio en que el gobierno de Estados Unidos amagó con ponerle freno a la aviación mexicana y congelar la alianza Delta–Aeroméxico? Unos días antes, el 14 de julio, Donald Trump aprobó un arancel del 17.09% al jitomate mexicano, porque según él, el producto estadounidense recibía “trato desigual”. ¿Ya se te olvidó que el 12 de mayo, EU suspendió la importación terrestre de ganado de México por la crisis del gusano barrenador?
Tres medidas distintas, tres pretextos con el mismo objetivo de poner presión directa a México para que llegue a una mesa de negociación debilitado. Con la revisión del TMEC asomando la cabeza, los viejos manuales de bullying se retoman. Primero te empujan, luego te piden “arreglarlo” a su modo.
En ese contexto, creo que la venta de AT&T en México es una farsa. La supuesta venta de las operaciones de AT&T en el país huele más a estrategia de presión que a decisión corporativa pura. Trump ya nos ha demostrado que puede usar cualquier excusa para torcer un tratado comercial. No sería raro que la noticia de la salida de AT&T sea el nuevo globo de ensayo en la renegociación.
Me parece increíble que después de 10 años en México, con una base de casi 24 millones de usuarios y con la medalla de ser la única red alternativa de peso frente al operador preponderante, vender todo por 2 mil millones de dólares suena absurdo. La propia AT&T ha invertido cinco veces más desde que llegó. Y ahora, ¿de repente se va? Ni que vendiera una bicicleta vieja en el tianguis.
Pero ojo, no estoy diciendo que AT&T esté armando todo el teatro (¿o sí?), más bien creo que alguien está utilizando el caso como otro instrumento de presión para una eventual renegociación del TMEC.
Algunos culpan a las “condiciones poco alentadoras” del mercado mexicano tras la Reforma Judicial y la nueva Ley de Telecomunicaciones que incluye un nuevo regulador. Otra falacia. La reconcentración no empezó ayer. El retroceso arrancó en agosto de 2017, cuando la Suprema Corte tumbó la tarifa cero de interconexión. Eso fue el comienzo de una regresión que se acentuó con las constantes dilaciones y omisiones del IFT en la aplicación de la regulación contra el Agente Económico Preponderante en Telecomunicaciones.
Eso sí, me parece lógico que AT&T pueda aprovechar la coyuntura para negociar un mejor terreno de juego. Y qué mejor que hacerlo bajo la sombra de un TMEC revisado, donde las reglas pueden reescribirse. Recordemos que Trump dio 90 días para “dialogar” sobre los aranceles y que, casualmente, ese es el mismo periodo en que arranca la revisión informal del tratado. Coincidencias que huelen a manual político.
Algunos piensan que Estados Unidos aprovechará la ocasión para hablar de impuestos por el uso de bandas radioeléctricas en México. No es descabellado, pero el beneficio sería para todo el mercado, lo que neutraliza la ventaja exclusiva para AT&T. En cambio, lo que sí suena lógico es que la empresa busque un trato de interconexión más favorable, uno que incluya ajustes técnicos y regulatorios para competir mejor.
Trump, además, ya dejó ver que quiere meter mano en varios capítulos del TMEC que van desde la Protección de Inversiones Extranjeras hasta Ciberseguridad, Propiedad Intelectual, Tecnologías de la Información y Comercio Electrónico. Todos, curiosamente, con relación directa o indirecta a las operaciones de AT&T en México.
Y si la historia de la venta no prende suficiente fuego, Washington todavía tiene la narrativa de “seguridad nacional” contra la tecnología china. El argumento es prohibir o limitar el uso de Huawei y ZTE en las redes mexicanas, como ya hicieron con Europa. Este sí podría ser un golpe más serio, porque México depende de esa tecnología para mantener la cobertura en zonas rurales y desatendidas.
Por eso, la salida de AT&T parece menos un movimiento corporativo y más una ficha de negociación. Y AT&T está encareciendo sus fichas. En México el mercado móvil ya sufre por falta de competencia real, y perder a un jugador de ese tamaño no le conviene a nadie, ni a la empresa, ni al gobierno, ni mucho menos a los usuarios.
En la diplomacia comercial con Estados Unidos, nada es casual y todo tiene precio. Así que cuando nos digan que AT&T “evalúa” irse, tal vez no estemos ante una despedida, sino ante una jugada de póker en la que la empresa y Washington quieren que México suba la apuesta.
Las señales están ahí. Aranceles al jitomate, freno a la aviación, bloqueo al ganado, amenazas veladas sobre telecomunicaciones. El guión se repite y la trama no necesita inventar nuevos villanos pues siempre vuelven a escena.
*Columnista y comentarista