Creo que es la primera vez que celebro que una empresa no use Inteligencia Artificial en sus servicios. Y vaya que eso es decir mucho en estos días en los que todo, hasta el más mínimo trámite, intenta subirse a la ola digital. Pero J. García López, esa tradicional empresa de servicios funerarios, decidió no subir el pésame al algoritmo.
La semana pasada, la funeraria J. García López presentó su nueva plataforma digital llamada SoFI (Soporte Funerario Integral). Se trata de una suite tecnológica que centraliza toda la gestión funeraria desde revisar contratos, pagar servicios, sumar nuevas opciones, hasta consultar rutas de traslado o enviar flores. Todo sin pisar una sucursal.
Y claro, siendo este 2025, la pregunta obligada era: “¿Usa IA?” Porque ya sabemos que, si no tiene IA, blockchain o algo que termine en tech, no es tendencia. Pero no. La empresa dijo algo raro, extraño y casi revolucionario: ‘queremos que nuestros clientes sean atendidos por humanos’. Así, sin filtros de chatbot, sin prompts, sin GPT. Humanos que atienden a humanos, en el momento más difícil de la vida.
Es un giro interesante viniendo de una empresa que ya lleva rato metida en la digitalización. Desde 2018, en mis últimas colaboraciones en Milenio Diario, varios directivos de J. García López me contaron que quería transformar el negocio funerario con herramientas de CRM, automatización y business intelligence. Y ahora lo logró.
Hoy, esos planes maduraron con una inversión de más de 15 millones de pesos y la integración de siete áreas operativas en un solo ecosistema digital. Y no solo eso: ahora la misma herramienta se comercializa con licencias para otras funerarias del país, lo que convierte a J. García López en pionera mundial en servicios funerarios tech.
Pero volvamos a lo importante. Durante un homenaje, la app permite saber la ruta del traslado, los nombres del personal y los tiempos estimados. Suena más a Uber que a velorio, pero al menos da certidumbre. También puedes ver obituarios, mandar flores o compartir la ubicación de la ceremonia. Cuando todo termina, el servicio no acaba: hay apoyo tanatológico, contacto con especialistas y ayuda para cerrar la vida digital del difunto. Porque hoy en día, morirse no significa desaparecer de internet.
Esta app ya está disponible en Android e iOS. Funciona como canal único para administrar los trámites fúnebres. Es decir, puedes organizar un funeral desde tu celular mientras estás en el tráfico o en la sala de espera de un hospital.
J. García López, que opera 10 sucursales en la Ciudad de México, 7 velatorios Santa Gloria y 2 centros Bye Bye Friend para animales de compañía, acaba de enseñarnos que no todo se arregla con un algoritmo. A veces, la muerte necesita menos código... y más compasión.
Consumidores y no creadores de IA
En el terreno educativo el uso de la IA se empieza a gestar una preocupación más seria. ¿qué estamos enseñando a las nuevas generaciones respecto a la Inteligencia Artificial?
Platicando con Giancarlo Brotto, especialista en tecnologías educativas del organismo *Mexicanos Primero*, nos muestra un diagnóstico poco alentador. Brotto advierte que, sin políticas claras, los estudiantes mexicanos están en riesgo de convertirse en consumidores pasivos de contenido hecho por IA, en lugar de creadores activos de valor. O sea, vamos directo al abismo de la dependencia digital, pero con muchas tareas bien redactadas por ChatGPT.
El asunto no es solo técnico. Brotto subraya que mientras la IA simula emociones humanas con sorprendente habilidad, los estudiantes deben aprender a distinguir entre empatía artificial y vínculos reales. Entiendan amigos, el tío ChatGPT no es tu amigo, ni tu maestro, mucho menos tu terapeuta.
Brotto insiste en que las y los estudiantes deben entender cómo se recolectan y usan sus datos personales, algo que ni muchos adultos tenemos claro. Y aunque parezca básico, también urge fomentar el pensamiento crítico. Lo que escupe la IA no siempre es verdad. A veces es sesgado, erróneo o simplemente manipulado.
Las herramientas de IA en las aulas deben tener cinturones de seguridad, igual que un coche, es decir, estándares estrictos de privacidad y regulación.
Hoy países como España, Brasil o India ya adoptan marcos regulatorios más firmes. Mientras tanto, en México seguimos con una gobernanza fragmentada y herramientas de IA dominadas por el lucro del sector privado.
Brotto advierte que México corre el riesgo de criar una “generación perdida”, sin habilidades clave para moverse en un mundo controlado por la IA. Cuidado.
Sindicalismo "inteligente"
Desde hace varias semanas ronda por las páginas y colaboraciones de varios colegas el nombre de personaje distónicamente periodístico. Le dicen el Principito del SNAC pues encabeza el Sindicato Nacional Alimenticio y del Comercio (SNAC). Se llama Alejandro Martínez Araiza y es un cúmulo de interesantes contradicciones.
Se trata de un Nepobaby que dice representar el nuevo sindicalismo cuando se trata de la tercera generación al frente del SNAC. Dice enarbolar la bandera de la transparencia cuando no ha podido aclarar el destino de 500 millones de pesos de su administración. Y, sobre todo, dice ser promotor de las nuevas tecnologías de la información para instrumentar un Sindicalismo Inteligente sin mejorar la comunicación y la transparencia hacia sus representados.
Su “sindicalismo digital e inteligente” no le alcanza para modernizar sus métodos de consulta y votación de sus representados. En plena era de las videoconferencias, grabaciones en línea, almacenamiento en la nube, firmas digitales y votaciones a distancia; la dirigencia del SNAC recurre al viejo y tradicional método del papelito en blanco simulando una consulta a sus bases.
Los críticos del Principito advierten que esta consulta serviría para justificar, ante el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, que los afiliados fueron informados de los movimientos y del patrimonio sindical. Todo esto, claro, sin video, sin firmas electrónicas y sin actas verificables.
La ley obliga a los sindicatos a entregar un acta de asamblea sobre el destino de cuotas y bienes, además de entregar por escrito esta información a cada miembro. Pero en el reino del Principito, esa obligación parece resolverse con intimidación y hojas firmadas “a ciegas”.
Así, mientras Martínez Araiza habla de modernización, en la práctica mantiene al SNAC en los peores usos del viejo sindicalismo. Un principado de simulaciones y amenazas que, con suerte, pronto será auditado… con o sin firma digital.
Columnista y comentarista