Anna Wintour no necesita presentación, con su bob clásico y su eterno fleco, sus lentes oscuros y esa mirada que puede lanzar una tendencia o congelar una carrera en el voluble medio de la moda, ha sido la figura más influyente del periodismo de moda durante casi cuatro décadas.
Desde que tomó las riendas de “Vogue USA” en 1988, redefinió lo que significa estar “en tendencia”, fusionando alta costura con cultura pop, y convirtiendo cada portada en un fenómeno visual.
Hace unos días, Wintour anunció que dejaría su cargo como editora en jefe de “Vogue USA” pero no se equivoquen: esto no es una despedida, es una reconfiguración estratégica.
A sus 75 años, continuará como directora global de contenido de “Condé Nast” y directora editorial global de “Vogue”, supervisando todas las ediciones internacionales y marcas como Vanity Fair, GQ y AD. Además, seguirá al frente de sus dos joyas de la corona: la Met Gala y Vogue World. Anna no se va; simplemente sube de nivel.
Aquí, te compartimos los cinco momentos claves en su carrera, los que se han convertido en sus más importantes contribuciones al periodismo de moda y al absoluto reinado de “Vogue” como “la biblia de la moda”.
La portada que rompió las reglas
Su debut como editora en jefe de “Vogue USA” fue una bomba. En noviembre de 1988, Wintour eligió una imagen revolucionaria: la modelo Michaela Bercu con un suéter de alta costura de Christian Lacroix y unos jeans de Guess. ¿Jeans en la portada de “Vogue”? Sacrilegio para algunos, genialidad para otros. Fue la primera vez que la revista mezcló lujo con moda accesible y marcó el inicio de una nueva era editorial.
Esa portada no solo rompió moldes estéticos, también redefinió el alcance de la moda. Wintour entendió que el estilo no vive solo en las pasarelas, sino en las calles, en las celebridades y en la cultura pop. Su visión democratizó el glamour y convirtió a “Vogue” en una plataforma cultural, no solo una revista de tendencias.
Celebridades en portada
Antes de Wintour, las portadas de “Vogue” eran territorio exclusivo de súpermodelos. Ella cambió las reglas del juego al incluir a celebridades como Madonna, Hillary Clinton, Beyoncé y Kim Kardashian.
En 1992, incluso puso a Richard Gere junto a Cindy Crawford, marcando la primera vez que un hombre aparecía en la portada de la edición estadounidense. Esta estrategia convirtió a “Vogue” en un fenómeno de masas. Wintour entendió que las celebridades no solo venden revistas, también moldean aspiraciones. Al fusionar moda y cultura pop, convirtió cada número en un documento y fiel reflejo de su época. Fue una jugada audaz que transformó el periodismo de moda en un espectáculo global.
La Met Gala: de cena benéfica a Olimpo del estilo
Aunque la Met Gala existía desde hace muchos años, fue Wintour quien la convirtió en el evento más importante del calendario fashionista. Desde 1995, ha sido su curadora, anfitriona y guardiana. Bajo su mando, la gala pasó de ser una cena para insiders neoyorquinos a un desfile de poder, arte y extravagancia que recauda millones para el Costume Institute del Met.
Cada edición es una narrativa visual, una pasarela de excesos cuidadosamente orquestados. Wintour no solo elige el tema y la lista de invitados, también se rumora que aprueba (o no) cada look. Diseñadores y celebridades se alinean con su visión estética. La Met Gala es su teatro, y ella, su directora todopoderosa.
Impulsora de diseñadores emergentes
Wintour no solo dicta tendencias, también las cultiva. A través del CFDA/Vogue Fashion Fund, apoyó a talentos que en su momento fueron emergentes como Alexander McQueen, Marc Jacobs, John Galliano y Thom Browne. Su ojo clínico para detectar genios en potencia convirtió a “Vogue” en una incubadora de creatividad.
Más allá del glamour, su legado es profundo. Al brindar visibilidad y recursos a diseñadores emergentes, Wintour ayudó a diversificar la industria y a renovar su ADN. Su influencia no se limita a las páginas de una revista: está en las etiquetas de las marcas que hoy dominan las pasarelas.
La inspiración detrás de “The Devil Wears Prada”
Aunque nunca lo ha confirmado, es un secreto a voces que Anna Wintour inspiró al personaje de Miranda Priestly en “The Devil Wears Prada”. La novela de Lauren Weisberger, exasistente de Wintour, y su adaptación cinematográfica con Meryl Streep, convirtieron a la editora en un ícono pop más allá del mundo editorial y del mundillo de la moda.
Lejos de incomodarse, Wintour capitalizó el mito. Incluso asistió al estreno vestida de Prada. Su figura se volvió parte del imaginario colectivo: la mujer poderosa, exigente, implacable… y absolutamente fascinante.
En una industria que glorifica la juventud pero depende de la experiencia, Wintour no solo sobrevivió: se convirtió en leyenda.