Brenda Spencer: adolescente, su rostro rechaza los gestos, seria. Federico Schiller: joven cercano a los treinta años, estudiante de filosofía y defensa en un equipo de futbol amateur. Herman Villa: hombre delgado como fideo, pálido, algo encorvado, ha rebasado las tres décadas. Mónica Jáuregui: estudiante de sociología, joven, morena y de cuerpo satisfecho.

ESCENARIO

La sala de espera de un hospital público alumbrado con lámparas de neón amarillas y amueblado por varias hileras de sillas plásticas. Todos los personajes son parientes de algún enfermo. Son las 7 de la mañana de un lunes. Los cuatro personajes no se conocen, pero debido a la cercanía de sus asientos conversan:

Tema musical: “I Dont Like Mondays”, compuesto por Bob Geldof.

OBRA - ACTO ÚNICO

(Se escucha la música como introducción y al final del acto.)

Mónica: “Yo creo que es un escándalo que nadie venga a informarnos sobre nuestros familiares. Tendríamos que ir juntos a hablar con el director, reclamarle”.

Herman: “Preferiría no hacerlo”.

Federico: “Creo que cada uno debería realizar bien la función que le corresponde; no requerimos hablar con los influyentes. Nos hemos acostumbrado a venerar a los que tienen poder. Hay que esperar. ¿Traen con ustedes algún libro?”

Brenda: “Odio los lunes”.

Mónica: “Traigo mi celular y leo las noticias; altos cargos de la política sumidos en escándalos; autoridades corruptas; atrasos en el metro; actores famosos que se hacen viejos. Bandas de narcotraficantes. Las mismas calamidades que suceden desde que yo tenía tu edad (señala a Brenda). ¿No creen que todo se repite? Yo lo creo”.

Herman: “Preferiría no pensar en ello”.

Brenda: “Odio los lunes”.

Federico: “Estoy de acuerdo contigo, ¿Qué esperabas? Por eso creo que la vida de cada quien es inédita y sólo él o ella pueden vivirla o sentirla. Quizás sólo las artes y la cultura sean capaces de aproximarnos a la comunidad, creer que somos parte de algo, no sé... mi abuelo se está muriendo; recuerdo El viejo y el mar, la novela, ¿alguien la ha leído?

Herman: “Preferiría no hacerlo”.

Brenda: “Odio los lunes”.

Mónica: “Espero que tu abuelo se recupere (dirigiéndose a Federico). Mi hermana mayor no se casó, olvidó cerrar dos llaves de la estufa y se quedó dormida. La reanimaron y aquí estamos. Yo no he leído muchas novelas. Espero que no se repitan las historias como en la vida diaria. Veo el rostro de los viejos y se han acostumbrado a un escepticismo que nos hace daño a todos.

Herman: “La muerte siempre llega”.

Brenda: “Odio los lunes”.

Federico (dirigiéndose primero a Brenda y luego a Mónica): No debes odiar cosas tan abstractas como un día de la semana; en realidad no debes odiar a nadie, sólo que te sea imposible evitarlo. Yo leo novelas, noticias de todo, siento lo que le ha sucedido a tu hermana. Las buenas novelas, las obras de teatro, cada una de ellas representa otro mundo. Al menos te desdoblas, vives en otro escenario. El arte hace lo suyo, lentamente, para darnos impulso y cierta armonía. Y te lo dice un futbolista.

Mónica: “¿Eres profesional?”

Federico: “No, sólo juego, el futbol es parecido a jugar una broma... ser lúdico. (Y luego, dirigiéndose a Herman): “Tú podrías practicar algún deporte, uno debe ser capaz de darse tiempo para leer y jugar”.

Herman: “Preferiría no hacerlo”.

Brenda: “Odio los lunes”.

Mónica: “Imagino cómo debe ser el mundo para ti (se dirige a Brenda). Todo va tan rápido; tienes quince o dieciséis, no sé. Y ya estás aburrida. Probablemente eres muy inteligente.

Herman: “Preferiría que no lo fuera”.

Mónica: “Y tú (le habla a Herman), ¿a quién esperas?”

Herman: “A nadie, vivo aquí”.

Federico: “Lo presentía, vives aquí, pero estás en otro lado. ¿Por qué lo haces? Pobreza, dolor, dime. Si quieres puedo traerte un libro y creo saber ya cuál será. ¿Le echarías una mirada?”

Herman: “Preferiría no hacerlo”.

Mónica: “Yo lo comprendo, a veces también desearía vivir dentro de una sala de espera; todos lo hacemos de alguna manera. Y ya sabemos qué esperar. Todo se repite, es terrible. Me dan ganas de tirar el celular a la basura, pero si no estás conectada hoy en día te hacen a un lado, ni siquiera puedes tener sueños, aunque sean sueños de otros, de algunos cuantos”.

Brenda: “Odio los lunes”.

Federico: “Eres un ser individual (se dirige a Mónica), nadie percibe las cosas como tú. Parece una cárcel, pero si tienes estímulos artísticos tal vez... encuentres algo de confort”.

Brenda se incorpora y de su mochila saca una caja de caramelos de menta y comienza a lanzarlos contra sus vecinos y hacia el cristal de un mostrador que no parece ser atendido por nadie. Después del berrinche se sienta otra vez y la sala de espera retorna al silencio.

Fin. Se cierra el telón. Se apaga la pantalla. Se desvanece la luz.

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