Hoy, Omar García Harfuch está en Michoacán, como antes en Sinaloa. Hoy, es el 72 cumpleaños de López Obrador. Hoy, el dolor del crimen sigue en Michoacán y Sinaloa. Hoy, buen día para recordar dos fotos.

La primera del 3 de enero de 2007, en Apatzingán, Michoacán. Protagonistas, el presidente Felipe Calderón, y el gobernador Lázaro Cárdenas Batel, caminando juntos con un séquito de militares y civiles. Van a enfrentar al crimen organizado desde el Estado, con la fuerza legítima. En la imagen está el general Galván, secretario de la Defensa Nacional, también el almirante Saynez, secretario de Marina, el procurador Medina Mora, el secretario de Gobernación, Ramírez Acuña, y, sí también allí va el encarcelado Genaro García Luna —¿por qué no piden su extradición si dañó a México? ¿no confían en los jueces del acordeón?—, pero a un metro de García Luna va otro militar; sobresale a la derecha, con la gorra verde oliva de campaña y su insignia de dos estrellas, es el teniente coronel Gustavo Ricardo Vallejo Suárez.

Es la foto llevada y traída por los enemigos de Calderón, para afirmar que ese día empezó la “guerra de Calderón” en Michoacán. El cuento de una descarada violación a los derechos humanos. Le pegó al panal de las avispas, y éstas provocaron un espiral de violencia imparable en todo el sexenio de AMLO, que llega hasta nuestros días, y le arrebató la vida al alcalde de Uruapan. La estrategia tuvo errores sí, pero no fue tan letal como el estribillo pegajoso y criminal de la inacción gubernamental: “Abrazos, no balazos”. La “pax narca” decretada desde el gobierno. Nada de usar la fuerza legítima que el ciudadano confió con su voto al Comandante Supremo. El gato abraza a los ratones y estos hicieron fiesta.

La segunda foto es la del saludo del presidente a la señora Consuelo Loera, en Badiraguato, Sinaloa, el 29 de marzo de 2020. La mamá de Joaquín Guzmán Loera, preso en Estados Unidos. “Te saludo, no te bajes, ya recibí tu carta”, le dijo el mandatario, cuando se acercó a la camioneta blanca. Claudicación del Estado. Mensaje de complicidad. Luz verde al delito y sálvese el que pueda. La carta dirigida al “estimado hermano en Cristo”, es por lo menos, la segunda. Omisión del Estado y reconciliación falsa con esa comunicación epistolar. AMLO fracasó en las gestiones para que madre e hijo se vieran en la cárcel de Estados Unidos, como le prometió a la señora Loera, pero también fracasó en pacificar al país como lo propuso en campaña, y naufragó en “construirle un futuro al joven” asesino de Carlos Manzo.

AMLO promovió a General al militar Vallejo el 20 de noviembre de 2023, después de encargarle la comandancia del agrupamiento de ingenieros para construir el Aeropuerto en Santa Lucía. Exitosa terquedad de la que ya huyó la aviación norteamericana. Pero el general Vallejo, de todas las confianzas y orgullo del obradorismo, es el mismo que atestiguó el saludo de Lázaro Cárdenas y Felipe Calderón. Fue Ayudante General del Alto Mando del Ejército, es decir, secretario particular del secretario Galván designado por Calderón. ¿El general Vallejo trabajó para un criminal en tiempos de Calderón y luego le encargaron el AIFA? ¿En qué lado de la historia maniquea del obradorismo está el general Vallejo? ¿Supo que ordenó Calderón una guerra?

¿Qué metas, qué misión, qué responsable tiene hoy el Plan Michoacán? Si acaso, ahora, fracasan el secretario Harfuch y el gobernador michoacano Bedolla en la tierra de Calderón. ¿Lo seguirán culpando? ¿Cuál foto quiere Harfuch? ¿Capitulación o victoria?

Diputado federal

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