Es el título del ameno y veraz libro de Ciro Gómez Leyva, que se presentó este uno de octubre, y en el que relata el atentado sufrido en diciembre de 2022. Fueron dos los presentadores, que tienen prestigio y reconocimiento por su trabajo y profesionalismo.

Joaquín López Dóriga fue uno de ellos. Brillante comentarista que disfruta de la admiración pública por su larga trayectoria como comunicador, pero también por su objetividad y valentía.

Refirió que no se puede considerar que los delincuentes que intentaron matar a Ciro eran inexpertos. El tirador fue un sujeto con preparación en el disparo de armas. En un área de treinta centímetros cuadrados, en la ventanilla del chofer ubicó cuatro balazos, y después, en el parabrisas tres balazos a la altura de la cara de quien conducía, y para eso tuvo que haberse volteado a bordo de la motocicleta en la que viajaba y dispararlos en movimiento.

Hizo también Joaquín otra observación que comparto con él, fue un hecho milagroso que no hubiera sufrido ninguna lesión física. Y por eso le dijo, muy acertadamente, que ese día volvió a nacer, y está ahora disfrutando -con una entereza que admira- una nueva vida. Refirió la preocupación que se vivía cuando quien vivía en Palacio Nacional se dedicaba cotidianamente a atacar a los periodistas y atreverse a decir, como lo cita Ciro en su libro, que era dañino para la salud escuchar a algunos periodistas.

Miriam Moreno, joven y lúcida comunicadora compañera de Ciro, en su presentación relató su presencia minutos después de sufrido el atentado en el lugar en que esto había sucedido, y su permanente comunicación con Manuel Feregrino, quien le confirmó que habían atentado contra su jefe. Oímos sus comentarios atinados como moderador de esa presentación.

Relató que el autor del libro le dijo que no sabía qué haría, si dárselo a leer a algunas personas, o a nadie y guardarlo en un cajón. Afortunadamente decidió publicarlo y dejó constancia de un hecho histórico.

Es acertado el título en el que en singular señala que alguien, un sujeto, una persona fue quien no pudo matarlo. Es correcto que así se exprese, porque el autor intelectual es siempre una persona.

Existe por eso en el Derecho Penal, lo que se llama prueba indiciaria, cuando se llega a una conclusión por la valoración que se hace de las pruebas. Al momento de sentenciar tendrá que concluirse que de los hechos conocidos y los indicios que existan, se prueban las consecuencias. Esta prueba no se menciona, en el Código Nacional de Procedimientos Penales, pero la Suprema Corte de Justicia la ha considerado en algunas tesis.

Los sujetos que intervinieron en ese fallido atentado han dicho que actuaron por encargo del Cártel Jalisco Nueva Generación, el mismo que se consideró responsable del atentado que sufrió Omar García Harfuch, el eficiente Secretario de Seguridad Pública Federal, cuando dirigía a la policía de la capital, y que se dice que el anterior Presidente se opuso a que fuera candidato al gobierno de la Ciudad de México. Ese Cártel, por cierto, tuvo la oportunidad de desarrollarse de manera importante gracias a la política de recibir abrazos en vez de ser atacado con rigor.

Para concluir, celebramos la aparición del libro de Gómez Leyva, pero más que esté vivo y presente en la vida de México.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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