Pues sí, con esos comentarios aceptables circa 1954 no es de extrañarse que al Chicharito le haya ido como en feria. Qué cosa. Su gran carrera futbolística ha sido opacada por una serie de desafortunados comentarios sobre el papel de la mujer en la sociedad absolutamente fuera de lugar y, no veo por dónde defenderlo. Tema espinosillo por donde se le busque, tema que no cambia por más años que pasen, por más que se quiera creer que ha habido progreso. Los roles de género tradicionales están tan arraigados en la psique masculina que no saben qué hacer con las mujeres de hoy. Así como lo cortés no quita lo valiente, lavar la ropa, planchar, cocinar, limpiar, no son tareas exclusivas del sexo femenino. Coser un botón, subir una bastilla (aunque sea con grapas), básicos de plomería son materias que debiesen enseñarse en las escuelas de ambos sexos de manera obligatoria. Me rompí la cabeza en secundaria por aprender álgebra y, ¿cuándo la he vuelto a usar? Nunca. ¿Me acuerdo de algo? Por supuesto que no. Hubiese preferido aprender a cambiar una llanta o cargar la batería del coche y no tener que depender de alguien para hacerlo.

La masculinidad está en crisis, de eso no hay ninguna duda, y el cambio se ha dado en las últimas décadas tanto por cuestiones culturales como económicas y tecnológicas: el hombre desconoce su lugar en el mundo, está perdido. Pero por lo mismo no podemos retroceder en el tiempo y detener o revocar los logros de la mujer, por más que lo recomienden algunos llamados líderes de opinión como Andrew Tate, deportistas famosos como en el caso del Sr. Hernández o políticos y activistas de ultraderecha. Así, por un lado tenemos mujeres independientes y empoderadas quienes no necesitan de un hombre para resolver su vida y, por el otro, la falta de personajes de la vida real que representen una masculinidad sana y balanceada, hombres cuyo sentido del poder no se da en comparación con la mujer sino como complemento. El resultado viene siendo una masculinidad tóxica que se distingue por la dominación violenta, la misoginia y la homofobia. En el peor de los casos, este tipo de masculinidad se convierte en machismo con su orgullo exagerado, mínimo sentido de la responsabilidad y caso omiso de las consecuencias. Creo que el caso del Chicharito no llega a ser un mensaje machista, pero ciertamente me hace preguntarme qué pasa con los Millenials.

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