Curiosamente esa mañana estuve con una amiga hablando de la Organización de las Naciones Unidas : “¿¡Para qué sirve!?”, me decía indignada, “La mitad del mundo en guerra y la otra sin comer y ¿qué hacen ellos?”. No tuve mucho que discutir ni defender porque no lo sé. A veces me entero de que llegaron a un nuevo acuerdo para enviar ayuda a países en desarrollo o que si alguien no ha pagado su cuota, pero mi impresión siempre ha sido “muchas juntas que pudieron ser correos”. La fundación de la ONU se dio recién terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1945, con el objeto principal de 1. “Mantener la paz y la seguridad internacionales…” 2. “Fomentar entre las naciones relaciones de amistad…” 3. “Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario…” Empezaron con 51 países, y no hay lugar a duda de que en los 80 años de existencia que este año conmemoran han tenido un papel importante en el desarrollo de muchas naciones que, por cierto, ahora suman 193. Prabowo Subianto, por ejemplo, presidente de Indonesia, no dejó de aplaudir y agradecer todo lo que la ONU ha hecho por su país y, puso a disposición de “lo que se ofrezca” 20 mil tropas. En el ranking de corrupción Indonesia alcanza el número 115 (México 126) así que habría que tomar los cebollazos con algo de sal.

Pero cuarenta años son mucho tiempo y las reglas han cambiado. Artículos, capítulos, órganos, decretos, burocracia. ¿Y Gaza? ¿Y Ucrania? Todos los miembros condenan lo que sucede, pero nadie hace nada que realmente cambie la situación, es más, es hasta ahora -68 mil muertos después- en que Palestina es reconocida como estado miembro… Y no quisiera contradecir al presidente Subianto pero la ONU tiene fama “de ineficiencia burocrática, desperdicio y corrupción” (Wiki) y favorecer a los miembros más poderosos que, como es costumbre, suelen ser los más ricos. Parte importante de la ONU es el Consejo de Seguridad conformado por países con poder de veto que rara vez se ponen de acuerdo entre sí: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos.

Entonces llega The Donald y con su singular estilo de siempre les dice en su cara que son unos inútiles, que no sirven para nada, todo esto hablando “desde el corazón”, por supuesto, porque -pesadilla- no funcionó el teleprompter y se fue por la tangente. Trump Inc., su marca, su visión, su actitud, sus virtudes como negociante, etcétera, etcétera. Cómo me repugna ese individuo. Pero más allá de mi muy subjetiva opinión, está el hecho de que es bueno en su negocio, sabe qué botones apretar, qué y cómo insultar para mejores resultados; de otra manera no tendría tantos seguidores ni estaría rodeado de tanto pelele. Miedo, no respeto es lo que inspira. Lo que dice permanece en el ambiente y allí radica el peligro porque más de uno le dan la razón.

La ONU es la única organización a nivel mundial que todavía comanda algo de respeto, pero a veces siento que en 2025 lo que dicen sus representantes, sus acuerdos y promesas tienen la misma importancia y peso que las palabras del Papa: sólo los muy creyentes. Urge un cambio desde hace décadas, pero nadie sabe por dónde empezar. El pasado junio, Mark Rutter, secretario general de la OTAN, llamó Daddy a Trump a propósito del paro al fuego entre Israel e Irán, quienes supongo son los niños. Y aunque las críticas no pararon, me pregunto ¿será por aquí el cambio?

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS