El megaproyecto ferroviario Tren Maya no deja de dar de qué hablar. Además de todas las polémicas sobre su presupuesto, proveedores y el poco uso que se le da por parte de turistas, el impacto antropológico ya se deja notar. En abril pasado, un grupo de organizaciones realizó una observación para determinar los daños culturales, ambientales y sociales de la obra, en donde detectaron varias problemáticas, como el cambio de vida de las comunidades aledañas a los tramos 5, 6 y 7, en Campeche y Quintana Roo. Uno de los principales problemas que señaló la antropóloga del INAH Giovanna Gasparello fue la llegada de economías ilegales vinculadas al tráfico de drogas, y las redes de tráfico de personas y prostitución, que ofrecen servicios a los militares y trabajadores flotantes, una situación que en las páginas de esta sección se señaló desde antes de la construcción del tren. A esto se suma la devastación ambiental, en la que los expertos han contabilizado la destrucción de ecosistemas y la tala de 20 millones de árboles. Otra observación grave de los especialistas fue el control de la zona por militares, lo que, indica Gasparello, genera un clima de inseguridad y desprotección de los habitantes, quienes no saben cómo denunciar las irregularidades cuando algún uniformado comete alguna falta o exceso. Para colmo, y a pesar de toda la devastación ambiental y la afectación de la región, esta semana se anunció el cierre temporal del Hotel Mundo Maya de Edzná (administrado y gestionado por la Sedena), cerca de la zona arqueológica y de la estación del tren con el mismo nombre, por irregularidades en permisos y usos de suelo. Así las cosas a unos días de la temporada vacacional de fin de año. (Escríbanos a columnacrimenycastigo@gmail.com).

