M.I.A Juan Escobedo Vielma

Secretario del Comité Técnico de Energía

Colegio de Ingenieros Civiles de México, A. C.

México se encuentra en una fase decisiva para su futuro energético. La política actual, establecida en el Plan Nacional de Desarrollo, reafirma la soberanía del Estado mediante el fortalecimiento de PEMEX y CFE. Si bien esta estrategia presenta una ruta clara, también enfrenta al país a desafíos críticos en materia de infraestructura, tecnología y sostenibilidad que deben ser gestionados integralmente.

Un reto apremiante es la condición de la infraestructura de transmisión y distribución de la energía eléctrica. La red nacional opera con márgenes limitados, resultado de una inversión insuficiente durante décadas, frente a una demanda creciente (2.1% y 2.9% anual respectivamente, según el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional). Asimismo, la marcada dependencia de las importaciones de gas natural indispensable para las Centrales de Generación Eléctrica de Ciclo Combinado, proveniente principalmente de los Estados Unidos de América (1,010 MMPCD durante agosto de 2025), expone al país a la volatilidad de los mercados externos y a riesgos geopolíticos, afectando plantas de ciclo combinado que representan el 60% de la capacidad de generación eléctrica instalada).

Para fortalecer la estabilidad y reducir la vulnerabilidad, es crucial diversificar la matriz de generación, incluyendo la generación con energías verdes, que juegan un papel fundamental, no sólo con las fuentes intermitentes como la solar y eólica, sino con opciones como la energía geotérmica que opera las 24 horas del día con una capacidad potencial de 9.6 GW en reservas.

Existe un rezago tecnológico en materia de generación, principalmente en la infraestructura propiedad del Estado. Una parte importante de las centrales de la CFE, sobre todo las termoeléctricas convencionales, opera con tecnologías de hace décadas, lo que se traduce en una menor eficiencia y mayores emisiones de gases de invernadero, en comparación con estándares modernos, siendo exigidas por los impactos ambientales que producen.

En los últimos años el sector privado ha incorporado al sistema nacional centrales de generación de ciclo combinado a base de gas, de alta eficiencia. Con estrategias similares la brecha tecnológica puede reducirse en favor de la competitividad y la confiabilidad del sistema eléctrico en su conjunto.

De gran relevancia es la necesidad de la modernización y ampliación de la red de transmisión eléctrica hacia un modelo de smart grid (red inteligente) que avanza con lentitud. Esta estrategia es indispensable para gestionar eficientemente la variabilidad de las energías renovables y responder con agilidad a la creciente demanda.

A esto hay que adicionar que la demanda energética nacional está experimentando una aceleración impulsada por nuevos fenómenos económicos y tecnológicos. El nearshoring sigue atrayendo inversiones que requieren una importante infraestructura para el suministro eléctrico confiable y de alta capacidad.

De forma paralela, emergen nuevos centros de consumo intensivo, como los centros de datos de IA que demanda volúmenes masivos y constantes de energía eléctrica; se estima que dichos centros consumirán a nivel nacional del orden del 5% del total de la electricidad generada para el año 2035. En igual forma la gradual transición hacia los vehículos eléctricos podría avanzar a un ritmo acelerado, representando una carga adicional para las redes de distribución locales que no están preparadas para satisfacer esa demanda.

Esta confluencia de factores está generando un crecimiento acelerado de la demanda, que debe ser correspondida con una planificación oportuna e inversión equivalentes, lo cual no se refleja en el presupuesto público asignado para el año 2026 que se ha reducido un 16.7% en comparación con el 2025.

La visión del futuro eléctrico de México a largo plazo enfrenta el doble desafío de asegurar la sostenibilidad ambiental, satisfacer todas las demandas para mantener la competitividad económica y atender las demandas sociales. El modelo de desarrollo actual del sector eléctrico, que reserva un mínimo del 54% de la generación para la CFE, debe tener la capacidad para integrar ordenadamente la incorporación de las energías limpias.

Para ser competitivo, México debe disponer de una cierta capacidad de energía limpia y certificada, considerando que los inversionistas y las fuentes de financiamiento globales de la infraestructura priorizan el acceso a fuentes verdes con mandatos de sostenibilidad (ESG). Aprovechar el vasto potencial solar del norte del país, la fuerza del viento en el sur, la estabilidad de la energía geotérmica en el cinturón volcánico y el desarrollo de centrales de generación de bombeo generación, es indispensable para atraer y retener inversiones en el sector eléctrico.

Lograr la armonía entre un modelo centrado en el control del sector eléctrico por el Estado y las exigencias de eficiencia, sostenibilidad y modernidad tecnológica que demandan el desarrollo económico y la sociedad, será el factor que defina el éxito del futuro energético de México.

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