En “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”, Carlos Monsiváis apunta: “Vasconcelos recorre el país aleccionadoramente, usándose a sí mismo como ejemplo contaminador. Típica muestra: en su visita a Yucatán, Vasconcelos acude con un equipo: Adolfo Best Maugard da conferencias sobre dibujo, Henríquez Ureña y Pellicer sobre literatura castellana, Torres Bodet declama su poesía” (“Historia general de México”, El Colegio de México, p. 987). Este último, como miembro de la generación de los Contemporáneos, participó en la revista “Falange” y “Contemporáneos”, escribió novelas y apuntes biográficos, y varios libros de versos “que van del intento de levedad a la literatura como exhortación, coordinación de la generosidad humana y fuente de fortaleza moral” (ibidem, p. 1002).
Respecto de los Contemporáneos, el propio Monsiváis afirma: “la influencia del grupo, enorme, se da sobre todo en un estilo de entender y vivir la cultura” (ibidem, p. 1000), en virtud de que dicho grupo consideraba que la Revolución mexicana no facilitaba ni permitía la vida cultural, posicionamiento que no estuvo exento de críticas.
Secretario de la Escuela Nacional Preparatoria y, más tarde, secretario particular de Vasconcelos y jefe del Departamento de Bibliotecas, Torres Bodet fue dos veces Secretario de Educación (con los presidentes Manuel Ávila Camacho y Adolfo López Mateos), Secretario General de la UNESCO (posición a la que, por méritos propios, aspira ahora nuestra ilustre connacional Gabriela Ramos), y Canciller a inicios de la Guerra Fría.
Como apóstol vasconcelista de la educación, en su primera etapa como Secretario, Torres Bodet preparó a los profesores mediante la creación del Instituto de Capacitación del Magisterio y contribuyó a su organización a través de la formación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Asimismo, retomó la idea de su exjefe de la alfabetización de niños y adultos (en ese entonces, la población analfabeta mayor de seis años era de alrededor del 50%) imprimiendo, para tal efecto, diez millones de cartillas. Asimismo, revisó los planes de estudio, rehízo textos escolares, inició la Biblioteca Enciclopédica Popular (que publicó más de cien títulos), y dirigió el compendio “México y la Cultura”. Con apoyo de la iniciativa privada, impulsó la construcción de 588 escuelas, así como la de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, la Escuela Normal Superior y el Conservatorio Nacional. Por otra parte, lideró la reforma al artículo Tercero constitucional a fin de suprimir la educación socialista establecida por el gobierno del general Lázaro Cárdenas (aprobada en 1946).
Durante su segundo mandato como Secretario de Educación, llevó a cabo con Doña Ifigenia Martínez, un Plan de Once Años para la Extensión y el Mejoramiento de la Enseñanza Primaria, fundó la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, y promovió la construcción del Museo Nacional de Antropología y del Museo de Arte Moderno. En esta misma línea, impulsó la construcción de la unidad profesional de Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional.
Como bien escribe Enrique Krauze: “la presencia de Torres Bodet en Educación fue un nuevo eslabón en la cadena de “unidad nacional”. …El más ecuménico de todos (los contenidos indiscutibles de la Revolución) era la educación” (“La Presidencial Imperial”, p. 53). ¿Dónde está en la educación, hoy en día, ese ecumenismo de Torres-Bodet?
Maestro en Ciencias Jurídicas

