Por René Escobar Bribiesca
En México, las mipymes son prácticamente todo el tejido productivo: 99.8% de los establecimientos. Hoy operan cada vez más en línea y, por eso mismo, la ciberseguridad y la innovación dejaron de ser un lujo. Son —literalmente— una estrategia de supervivencia.
Si algo he aprendido como empresario es que la adopción tecnológica sin gobierno corporativo ni disciplina no crea ventaja: crea vulnerabilidad. La transformación digital no es “tener redes” o “subirse a la nube”; es rediseñar cómo vendemos, cobramos, servimos y protegemos el negocio.
El riesgo es real y cuantificable. México registró más de 35,200 millones de intentos de ciberataques solo en el primer trimestre de 2025, segundo lugar en América Latina, según reportes de firmas privadas del sector. A escala global, el costo promedio de una brecha se mide en millones de dólares. Para un corporativo grande es un tropiezo; para una pyme puede ser una sentencia de muerte: flujo interrumpido, reputación dañada y operaciones detenidas.
La señal para los consejos y dueños es clara: habrá más cómputo, más IA… y por tanto, más superficie de ataque. Gobernanza y seguridad dejan de ser “pendientes de TI” para convertirse en temas del directorio. ¿Cómo pasar del discurso al plan? Propongo una agenda mínima —pragmática y asequible— de cinco frentes:
1. Identidad y acceso. Autenticación multifactor en todo (correo, banca, ERP, nube) y privilegios mínimos por puesto. Es la defensa con mejor relación costo–beneficio. Los reportes de la industria, como los de Fortinet, insisten en lo mismo: el factor humano es el principal vector.
2. Higiene tecnológica. Parches al día, inventario de activos, respaldos 3-2-1 y pruebas de recuperación cada trimestre. El costo oculto de muchas brechas no es el rescate: es el tiempo de inactividad.
3. Visibilidad y respuesta. Registro centralizado de eventos, antivirus/EDR y simulacros de incidente (incluido phishing). Sin ensayar la respuesta, cualquier protocolo es papel mojado.
4. Nube e IA con gobierno corporativo. Clasificar datos, cifrar por defecto y documentar usos de IA (quién, para qué y con qué insumos). Adoptar sin controles incrementa el riesgo y bloquea el valor real de la tecnología.
5. Transferencia de riesgo. Revisar pólizas y coberturas de seguro cibernético junto con planes de continuidad. Desde EB Capital y EB Life lo vemos a diario: la protección financiera complementa —no sustituye— la técnica.
Esta agenda no requiere presupuestos exorbitantes; requiere prioridad ejecutiva y disciplina operativa. El retorno es tangible: menos incidentes, menos tiempo fuera de línea y más confianza del cliente. Y sí, también más ventas. Un dato que subrayé hace años sigue vigente: una de cada cuatro empresas nuevas muere antes del segundo año, muchas por falta de ingresos suficientes.
He construido mi carrera en la intersección entre la inversión y los servicios a empresas, con experiencia en sectores como consumo, distribución, corretaje de seguros y administración de riesgos. En este último, hemos comprobado que las amenazas cibernéticas ya forman parte del núcleo operativo de los negocios.
Digitalizar el go-to-market —mejorar la prospección, acortar el ciclo de cobro, automatizar lo repetitivo— impacta directamente el flujo, que es el oxígeno de la pyme.
El contexto juega a favor. México está atrayendo infraestructura crítica —regiones de nube, centros de datos y capacidades de IA— que democratiza el acceso a cómputo antes reservado a gigantes.
La pregunta ya no es si debemos adoptar tecnología, sino qué tan rápido podemos hacerlo sin comprometer la seguridad. Aquí es donde la combinación correcta de capital emprendedor, servicios especializados y gestión de riesgos marca la diferencia entre crecer… o quedar fuera del juego.
La era digital no espera y los atacantes tampoco. La buena noticia es que los fundamentos —seguridad, datos, procesos y talento— están al alcance de cualquier pyme que se tome en serio su futuro. No hay que ser la empresa más grande para competir; hay que ser la más confiable, ágil y disciplinada.
Licenciatura de Administración de Empresas en la Universidad Anáhuac del Sur y con especialidad en la Inter-American Consultants. Director General y cofundador de EB Capital y EB Life.