Después de que Severiano Alemán demostrara que los vuelos en globo podían realizarse sin contratiempos, Joaquín de la Cantolla perdió prestigio entre los capitalinos. El rechazo aumentó cuando, el 16 de septiembre de 1878, nuevamente falló en su vuelo. La nave no logró despegar lo suficiente del suelo, lo que provocó que la canastilla arrancara las sombras de fruteros y cacahuateros, y golpeara a los presentes, enardeciendo a la multitud.
Días más tarde, el piloto declaró que los preparativos habían sido encomendados al señor Alemán, lo cual fue tomado como una muestra de celos y rencor hacia el nuevo volador. La relación entre De la Cantolla y el público sólo mejoró hasta mayo del año siguiente cuando, luego del fallecimiento de Alemán, realizó una exitosa elevación y con ella marcó dos hitos: el primero fue que, por primera vez, había logrado navegar a bordo del Vulcano; el segundo fue la altura alcanzada, pues fue su doceavo viaje a más de mil metros. Así, Joaquín restableció su imagen.
A partir de 1880, la salud del navegante se vería menguada: después de ser diagnosticado con epilepsia, el gobierno le negó el permiso para realizar ascensiones. En uno de sus ataques, se rompió la columna en tres partes, lo que lo dejó grave. Además, tuvo que extirparse un ojo por problemas de la vista. Debido a esto, permaneció alejado de los globos durante casi dos décadas.
Tras superar sus complicaciones de salud, el aerostero trató de demostrar que podía volver a volar sin dificultad. El 18 de enero de 1899 se dio a conocer que se había aprobado su anhelada autorización y no tardó en usarla, pues, en menos de dos semanas, volvió a surcar el cielo a mil metros de altitud con los vítores de la gente: “¡Viva Cantolla!, gritaban todos, y Cantolla no cesaba de agitar el pabellón”.

Para abril, “El Correo Español” anunció la creación de un nuevo aparato llamado Eolo, cuyo nombre posteriormente cambiaría a Moctezuma. La esfera tendría dibujadas algunas águilas en la parte inferior junto con el nombre del presidente Díaz. Después de varios intentos fallidos, la elevación se llevó a cabo el 25 de junio. Los periodistas no pudieron ponerse de acuerdo en la altura y el tiempo que el globo permaneció en el aire, pero todos coincidieron en que había sido un éxito.
Joaquín, ya en sus 70 años, continuó volando y los desastres siguieron: en uno, chocó con el tragaluz de una casa; en otro, la nave se atoró en unos cables que provocaron que cayera de la canastilla; en uno más, durante el descenso, impactó contra un árbol y terminó en una zanja poco profunda; y, en otro más, cayó sobre una fábrica de cigarros, raspándose la pierna izquierda.
A pesar de sus accidentes, el piloto era ovacionado por el público. De hecho, era tan popular que, en 1904, se estrenó una obra en el Teatro Principal inspirada en él, titulada "La pesadilla de Cantolla". "El Imparcial" la catalogó como “zarzuelita” y aseguró que “el mismo Cantolla estuvo en el teatro la noche del estreno y pudo convencerse de que no había nada injurioso para él”.
En 1910, Joaquín anunció que se retiraba de las ascensiones, no obstante, siguió realizando vuelos hasta el 25 de enero de 1914, que, como mencioné en la primera entrega, fue su última hazaña, pues murió luego de ser atacado por los zapatistas durante su descenso. Tal como mencionaba entonces, no hay consenso sobre su muerte, sin embargo, todos coinciden en que su deceso significó la pérdida de uno de los inventores mexicanos más importantes del siglo XIX.

