Redadas en Los Ángeles, amenazas militares en la frontera, bombardeos en Gaza, la invasión rusa en Ucrania, ataques a instalaciones nucleares en Irán y la consabida respuesta contra Israel.

El tiempo que nos ha tocado vivir parece marcado por el pesimismo. A donde se mire, la violencia, la polarización y la fractura institucional imponen su ritmo. Los últimos años han condensado muchas de las peores postales del presente: Gobiernos rotos, democracias tensas y la humanidad sometida al miedo.

En Estados Unidos (EU), la administración Trump ha endurecido su política migratoria con operativos muy agresivos en zonas urbanas. Las redadas de ICE en centros de trabajo, escuelas, tiendas y hospitales provocan comprensibles protestas en Los Ángeles.

En respuesta, la Casa Blanca desplegó tropas. Una funcionaria del gobierno estadounidense acusó, sin pruebas, a la presidenta Sheinbaum de alentar las movilizaciones desde México.

Donald Trump ha endurecido su discurso contra nuestro país: Ha planteado la posibilidad de una intervención militar, propuso imponer aranceles a las exportaciones mexicanas y su partido impulsa gravámenes a las remesas, un ingreso del que dependen miles de familias mexicanas.

Del lado mexicano, el gobierno intenta equilibrar colaboración con soberanía y defensa nacional. Pero las tensiones no ceden: A inicios del año crecieron las caravanas en el sur, aunque los cruces irregulares cayeron drásticamente desde febrero. Ha disminuido significativamente el tráfico de droga, especialmente el fentanilo, con alrededor del 40 %, desde que comenzó la segunda administración Trump.

El discurso en Washington no se modera. Se mantiene la narrativa de presión, se estigmatizan las protestas en Los Ángeles y se justifica el despliegue militar como respuesta a una supuesta amenaza a la seguridad nacional. Funcionarios de la Casa Blanca calificaron la presencia de banderas mexicanas como “antiestadounidense” y la vincularon con una “invasión extranjera”.

A todo esto, súmele el despliegue militar de hoy, sábado, que resultará un espectáculo que nos recuerde a los regímenes fascistas de Europa en el siglo XX y a las coreografías bélicas que hemos visto en Corea del Norte, China y Rusia.

“Desfile” que coincidirá con el cumpleaños número 79 de Donald Trump. Una puesta en escena que fusionará culto al líder y demostración de fuerza.

Del otro lado del mundo, Gaza está en ruinas: Más de 55 mil muertos, ataques a convoyes humanitarios, hospitales colapsados, una población sin refugio ni acceso a internet. Israel ha intensificado los bombardeos; Hamas responde con nuevas ofensivas. Naciones Unidas exige un alto al fuego que no atienden.

En Irán, sus progresos para fabricar armas nucleares elevaron la tensión regional causando un impresionante ataque militar en su contra, a cargo de Israel, y en represalia los iraníes atacaron a los israelíes provocándole también severos daños.

El mundo se aguanta la respiración.

Ucrania también arde: Rusia le lanzó la mayor ofensiva con drones y misiles en lo que va de la guerra.

Ante esto, la sensación de agotamiento global se multiplica. Las instituciones no alcanzan, los discursos se radicalizan, la diplomacia se arrincona. Todo parece ocurrir al mismo tiempo y en todos lados. Las imágenes de estos últimos meses no vienen de un solo país ni de una sola causa.

Son el ruido de un mundo que ya no sabe cómo explicarse a sí mismo.

Queda registrar, atestiguar y documentar. Para no olvidar y no repetir esta época “pinche” que nos está tocando vivir.

Amador Narcia

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