¿Qué será más ruin? ¿Señalar el prietito en el arroz o disgustarse calificando así a quienes evidencian la tragedia que ocurrió en 5 estados de la república, hace una semana, y que parece no tener fin?

No es la primera vez que la presidentA muestra en público su desacuerdo con la crítica.

El jueves 9 de octubre, lluvias extraordinarias provocaron que el Río Cazones desbordara alcanzando, según el reporte del Organismo Cuenca Golfo Centro, de la Conagua, 8.5 metros de altura, causando una de las tragedias más grandes que se recuerde.

Como si México nunca hubiera conocido la Protección Civil.

Hasta el mediodía de ayer, había 72 fallecidos y 48 desparecidos, más de un centenar de municipios afectados en los estados de Veracruz, Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Querétaro.

El agua de lluvia se llevó todo a su paso. Se estima que hay más de 100 mil damnificados.

Tres días después de la tragedia, la PresidentA fue a la zona de desastre. Fue una decisión valiente. Su antecesor no lo habría hecho, escudándose en “proteger la investidura presidencial”.

Y no fue fácil.

Se encontró con los jarochos, bravos de por sí, encabritados por la inacción de las autoridades estatales. Se topó con la furia y la desolación de miles de personas que lo perdieron todo.

Así escuchó a un joven estudiante de la Universidad Veracruzana, que denunciaba la desaparición de al menos 6 de sus compañeros. (Y que luego se reportó que no era así).

—¡Escúchame!, le dijo la PresidentA

—¿Dónde están?, preguntaba el joven.

La PresidentA lanzó cuatro “¡Escúchame!”.

Pero el joven insistía: “A mis compañeros de la Universidad Veracruzana; estudiantes. No pudieron salir”.

El reclamo sucedía a tres días de iniciada la tragedia.

La presidentA preguntó: “¿Me puedes escuchar?”. E hizo un ofrecimiento: “No vamos a ocultar nada”.

La PresidentA clamó más veces: “Escúchenme”, “Escúchame, escúchame, escúchenme por favor”.

Palabras que acompañó de una señal de silencio hecha con su índice.

Dos días después, cobijada por los muros coloniales de Palacio Nacional, la presidentA reprochó a quienes criticaron a los gobernadores por su pobre respuesta en los estados afectados por las lluvias del jueves: “Es ruin. Es ruin esta búsqueda de culpables y este zopiloteo de algunos conductores, periodistas, comentócratas y algunos medios. Yo creo que en todos… Todo ser humano, si tiene un poco de corazón —todos tenemos corazón, obviamente, pero digo “corazón” en el sentido figurado de solidaridad y de generosidad— lo que busca es apoyar.

Pero esta idea de que ‘vamos a buscar qué no hizo el gobernador de Querétaro’, ‘¿qué fue lo que le faltó a la gobernadora de Veracruz?’, ‘¿por qué el gobernador de Puebla, por qué…’; todos los gobernadores actuaron desde el primer momento. Hay en las redes, incluso desde las propias áreas de Protección Civil de los municipios, de los gobiernos, alertando desde la noche que iba a haber crecimiento del río, porque no se conocía previamente esta circunstancia, que difícilmente pudo haberse previsto la cantidad de lluvia que iba a caer en esta zona”.

La presidentA hizo su trabajo y lo hizo bien. Así que no tendría por qué defender a ultranza a quienes sus propios paisanos señalan de irresponsables.

Cuestionar el alertamiento insuficiente e ineficiente, en una tragedia, no es ruin. Es periodismo. (Y este viernes dijo que no tiene nada en contra del periodismo).

Los periodistas no aplauden cuando el gobierno cumple con sus obligaciones (para eso está, ¿no?), pero sí señalan sus errores y omisiones.

Ya lo dijo George Orwell: “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques, todo lo demás son relaciones públicas”.

Para el aplauso fácil, están los paleros y gestores que derraman miel en la Mañanera.

anarciae@gmail.com

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