El cliente no siempre tiene la razón, y pagar un boleto simplemente da el derecho a presenciar el espectáculo por el que se pagó. Ambas falacias se han repetido hasta el cansancio y, aunque parezca contradictorio, tienen cierto sustento. El dueño de un restaurante necesita que su clientela esté feliz, pero hay límites. Si la sopa llega tibia a la mesa, el comensal tiene toda la potestad de reclamar, mas no de ponerse como chango y sobajar al mesero. En un evento deportivo, se puede abuchear, pero jamás lanzarle un objeto a un protagonista.

Raúl Jiménez manifestó la tristeza que le provocaron los abucheos en Torreón y, como para echarle más leña al fuego, aseguró que seguramente por eso siempre los llevan a jugar a Estados Unidos (no es por eso; es por dinero, y punto). Por supuesto, debe ser muy raro salir abucheado de “tu casa”, tras dejar todo en la cancha. Los futbolistas lo ven desde su punto de vista y son los primeros que quieren ganar y agradar. Pero eso no los exime del escarnio público.

Que la gente de Torreón haya abucheado al Tala Rangel por el hecho de no ser Carlos Acevedo, fue llamativo. Y no es la primera vez que el foco de los reclamos recae en un futbolista. Le pasó a Ochoa, contra Jamaica en el Azteca, tras el Mundial en Qatar. Pero de eso a señalar a toda la afición mexicana de ser un mal público, me parece un poco desproporcionado.

Los gallardos seleccionados mexicanos parecen ser de memoria selectiva. Y es que se les olvida que ellos son de los pocos afortunados en el planeta que no saben lo que es jugar de visitante. Reclaman falta de apoyo, pero sin importar en qué parte del mundo jueguen, las tribunas están llenas de gente que viaja para estar con ellos. En los Mundiales, no importa la latitud en la que se juegue, la Selección Mexicana siempre se presenta en sucursales del Estadio Azteca. Hay gente que se gasta hasta lo que no tiene con tal de acompañar a su equipo en cualquier rincón del orbe.

Insisto, debe ser muy incómodo que te abucheen en tu propia casa. Pero, tal vez, si los futbolistas se pusieran un segundo en la piel del fanático, entenderían su molestia. Y es que hace, mínimo, cinco años que el equipo no les entrega absolutamente nada. Ni formas ni resultados (los torneos de Concacaf no cuentan). Y —por ello— la gente, que compra la camiseta, paga boletos o invierte su tiempo frente a la televisión, está crispada y molesta. Ambas partes tienen razón. Y, quizá, si intentaran entender a su contraparte, habría menos molestia en el ambiente.

Adendum. ¡CR7 va a venir al Azteca!, me escribió Knut. Y hay que aclarar que no importa de cuánto sea su suspensión, porque el castigo lo pagará, si es de más de un juego, en la Copa del Mundo.

futbol@eluniversal.com.mx

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