Entre 1994 y 2018, lo normal era que la Selección Azteca se ubicara —cada cuatro años— entre el noveno y el decimosexto puesto en la Copa del Mundo.

Entre Mundial y Mundial, el equipo nacional ganaba alguna Copa Oro, competía en la Copa América y (por supuesto) nos regalaba más de una actuación inexplicablemente deficiente ante escuadras de ínfima categoría. Pero, al final de cuentas, se sabía que —en el máximo torneo— se iba a luchar por llegar a cuartos de final (aunque nunca pasó).

Sin embargo, algo cambió. En Qatar, sucedió lo impensado: Los menores de 50 años vimos por primera vez a un equipo mexicano quedarse en la fase de grupos.

Parecía el acabose, pero —en nuestra risueña patria— nada nos mueve un pelo.

En lugar de aceptar la crisis, se dijeron frases de ocasión, se hicieron promesas vacías y la inercia siguió arrastrando hacia abajo a un cuadro que parece no enterarse de su situación.

Hoy, Javier Aguirre pondera haber quedado en primer lugar del grupo en la Copa Oro.

¿En qué momento las formas dejaron de importar? Porque, en un certamen como este y contra rivales de tan baja estofa, la manera de conseguir los puntos tiene mucha relevancia. Pero, ante la escasez de calidad y categoría, es imposible ponerse exigentes.

¿Es culpa de Aguirre? No. El Vasco es sólo uno más en la interminable lista de entrenadores nacionales (googleen cuántos directores técnicos tuvo Alemania en su historia. En este siglo, tuvimos más que ellos).

El problema es estructural y mientras no lo acepten quienes manejan al futbol mexicano, seguirá la involución de nuestra Selección.

Enumerar las cuestiones que están mal en el aparto futbolístico del país, sería ocioso y hasta obvio, así que mejor evitarlo.

Suena tremendista todo lo expuesto anteriormente, máxime tras quedar en la cima del sector y con posibilidades grandes de conquistar la Copa Oro.

El tema es que conquistar este trofeo no debe desviar las miradas (la Copa ganada por Jaime Lozano generó una “borrachera” espectacular en la Federación Mexicana de Futbol).

Hoy, la gran pregunta es: ¿Este equipo está en condiciones de competir en el próximo Mundial?

Que sea en casa, no significa nada (pregúntenle a Sudáfrica y a Qatar).

Imaginemos que el sorteo le es benéfico a los verdes y se evitan a las potencias. ¿Se puede competir contra selecciones de segundo nivel europeo, sudamericano o africano? Los antecedentes recientes indican que no y, para acabarla de amolar, pasar la fase de grupos ahora significa jugar dieciseisavos de final; es decir que el quinto partido sería de octavos de final y soñar con el sexto hoy parece más difícil que caminar en el agua.

futbol@eluniversal.com.mx

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