Atravesados por una rivalidad que no tiene salida, el país ha quedado partido entre los opositores y los apologistas a la reforma judicial. Hace ocho años Javier Cercas hizo un planteamiento similar entre los odiadores y los apologistas de la transición democrática en España (El País Semanal, 15/01/2017). Hoy en México la reforma y la elección judicial dejan una polarización entre dos posiciones políticas, como la punta de lanza entre el régimen de la transición y un nuevo régimen populista de la 4T. ¿Es posible salir de esta trampa?

Después de las elecciones del año pasado, con el triunfo morenista, hemos visto de qué forma el anunciado cambio de régimen se empezó a construir desde la mayoría legislativa. El Plan C que dejó como herencia AMLO a México tuvo en las elecciones del pasado 1 de junio una pieza fundamental. Desde septiembre de 2024 se ha construido un nuevo sistema político. ¿Qué tipo de régimen es la 4T? Hay otro partido dominante y un hiperpresidencialismo sin contrapesos.

En los trabajos sobre la transición democrática se puede ver la trazabilidad de lo que pasó en México desde 1977 hasta el día de hoy. En ese casi medio siglo se hicieron múltiples cambios para canalizar la lucha por el poder: hubo reformas político-electorales importantes (1977, 1996, 2007, 2014) y otras menores; se terminó un sistema de partido de Estado y llegamos a un sistema plural de competencia y alternancia. No fue un proceso lineal ni uniforme, estuvo poblado de conflictos con diversas crisis y con fuertes ausencias. Las alternancias lograron algunos resultados importantes como libertad de expresión y la división de poderes, los gobiernos divididos, un presidencialismo acotado, una SCJN como tribunal constitucional, y organismos autónomos para tutelar derechos. Sin embargo, quedó pendiente una agenda social y redistributiva, un desarrollo más equitativo entre regiones, un combate efectivo contra la corrupción, un mejor sistema de procuración e impartición de justicia, una reducción de la impunidad; ni una lucha más potente contra el crimen organizado, tampoco políticas contundentes contra las capturas fácticas del Estado.

Las promesas de la 4T apuntaron a una redistribución y una mejora de las relaciones laborales, pero los otros grandes problemas nacionales han seguido pendientes. En estos últimos siete años ha habido cambios que destruyeron los avances que hizo la transición, sin resolver los pendientes. El legado obradorista está por hacerse, hay una grave destrucción institucional como sucede en salud, educación, seguridad.

Veamos una de sus expresiones del cambio de régimen, las elecciones del 1 de junio. En el INE hay voces que han dado cuenta de lo que dejaron los comicios judiciales. México entrará en un terreno desconocido con el Poder Judicial que viene. Algunos críticos han señalado que este proceso ha sido el más fraudulento desde que se creó el IFE en 1990-1991. De escándalo en escándalo y de sorpresa en sorpresa, la batalla entre opositores y apologistas ha llenado el debate de estos días. Muchas pruebas muestran cómo regresamos a las viejas prácticas de las boletas fraudulentas (no dobladas), las casillas zapato, las votaciones de 100% o más de la lista de electores, la destrucción de material y un largo etcétera. Fue una elección con la mitad del presupuesto, graves distorsiones entre distritos electorales reconvertidos en distritos judiciales. Los apologistas celebran y el oficialismo les pone una estrellita en la frente a los seis consejeros que avalaron el cochinero. Pero el problema es el elefante en la sala del Consejo General del INE, como dijo un consejero, los acordeones, que muestran de qué forma se realizó una operación masiva, sistemática y puntual para que de esa selva de candidaturas salieran ganadores los que el poder gubernamental quiso. Los opositores tienen razón: se alteró y manipuló la voluntad popular, el voto no fue libre, ni auténtico. Tendremos un Poder Judicial de color guinda oficial. Los apologistas no pueden cubrir su fracaso, porque a pesar de todo solo votó el 13% de un padrón de 100 millones y, de esos, un 22% anuló. La presidenta Sheinbaum dice que “la gran mayoría del pueblo apoya la Cuarta Transformación” (El País, 19/06/2025). Es una mayoría muy minoritaria. Seguiremos…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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