Una noticia importante para el gobierno de la 4T ha sido la reducción de la pobreza, 8.3 millones de mexicanos salieron de su condición de pobres (Inegi). Después de tres décadas en donde esas cifras permanecieron casi iguales, en el sexenio anterior hubo un cambio importante, se dejó de administrar la pobreza y se combatió con políticas públicas de aumento al salario mínimo y con programas sociales. ¿Era necesario desmontar los avances democráticos para que millones salieron de la pobreza? La respuesta es negativa.

Junto a ese proceso (aumentos salariales y transferencias) se dio un intenso proceso de modificaciones al sistema político hasta generar un cambio de régimen. México ha dejado atrás el largo periodo de la transición democrática y ha entrado a un régimen populista, con una alta concentración de poder, con un hiperpresidencialismo y un nuevo sistema de partido hegemónico. Existen otros casos en donde las políticas salariales y sociales han permitido que millones salgan de la pobreza en condiciones democráticas. Un caso emblemático de contraste es el de Brasil, las dos primeras administraciones de Lula sacaron de la pobreza a más de 20 millones de brasileños, y el sistema democrático permaneció. Después de Lula llegaron otros cambios, como un golpe legislativo y el arribo de un gobierno de extrema derecha.

Entre AMLO y Lula hay diferencias y semejanzas. En los dos casos fueron los aumentos salariales los que impulsaron de forma mayoritaria la salida de la pobreza; en los dos casos se llevaron a cabo programas de transferencias monetarias que respaldaron de forma importante la economía de los hogares de los deciles más bajos. También hay diferencias en cada país: el gobierno brasileño se compuso de varios ciclos, el de izquierda con Lula (2002-2010) y Dilma (2011-2015); luego vino el impeachment y llegó el gobierno de derecha de Temer (2016-2018), y se preparó la llegada de Bolsonaro, que solo gobernó un periodo. Lula regresó al poder y actualmente está en su tercer mandato presidencial. En el caso mexicano se tuvo el ciclo de alternancia panista (2000-2012) con dos gobiernos de derecha; el regreso del PRI (2012) y el triunfo de la izquierda con AMLO en 2018.

En los dos países hubo crisis, en Brasil fue de tipo explosivo, con la destitución presidencial por el congreso, a lo que se sumó una crisis económica por el fin de los precios altos en las materias primas. En México la crisis fue más pasiva e inercial, con un severo agravamiento de la violencia social y muestras de corrupción. En su tercer intento por la presidencial AMLO llegó a poder y empezó a implementar políticas salariales que rompieron con décadas de castigo. Se creó un nuevo régimen laboral (instituciones, reglas, resultados), que dieron como resultado los incrementos al salario mínimo y la salida de la pobreza de más de 8 millones de personas. Hasta aquí, un resultado muy positivo.

Luego vienen las diferencias entre los dos países. En Brasil hay una democracia con mecanismos directos de participación, con un marcado carácter pluralista y un débil vínculo entre partido gobernante (el PT) y el gobierno petista. El presidencialismo de ese país es de coalición, por las alianzas entre ejecutivo y una mayoría parlamentaria para formar una coalición gobernante. Se trata de un congreso altamente fragmentado. En México se tuvo una transición con una democracia deficitaria y problemas en la representación. Hasta 2018 hubo dos características que hoy han cambiado, pluralismo y gobiernos divididos. Con Morena se modifica la representación, se logra tener nuevamente un partido hegemónico y se desmontan los espacios institucionales autónomos para proteger derechos (humanos, electorales, de información, etc.) y destruye el Poder Judicial. Al mismo tiempo, se construyó lo que Guadalupe Salmorán Villar, ha llamado la “nueva arquitectura legal del poder militar” (Nexos, 15/07/2025), con lo que se ha militarizado completamente la política de seguridad pública.

En suma, hay distintas formas de salir de la pobreza para romper las políticas neoliberales de castigo salarial, una es conservando la institucionalidad democrática, el modelo Lula, y otra es construir un régimen populista, el modelo AMLO…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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