Si para entender el mundo la lectura es imprescindible, cada libro de Rob Riemen es linterna y faro para acercarnos a la realidad desde una de las miradas filosóficas más claras a nuestro alcance. Una mirada crítica que hace un llamado a rescatar todo aquello que nos identifica como seres humanos.
Así el mundo en su nuevo libro La palabra que vence a la muerte (Taurus): “La realidad es que en Europa, Norteamérica y Sudamérica están resurgiendo con fuerza un espíritu cultivado por demagogos y un orden social en el que el individuo debe ceder su lugar al colectivo; en que los valores espirituales y morales son reemplazados por una política de temores y deseos; la compasión, por una política de odio y chivos expiatorios; la verdad, por las mentiras; la vida del espíritu, por la manipulación de las emociones; el anhelo de la justicia, por una política de resentimiento…”
Todo eso, advierte, es característica de la mentalidad fascista que resurge hoy de la mano de un capitalismo de vigilancia, cuyos algoritmos colonizan, literalmente, la mente de la persona desprevenida y la encierran en su caverna digital. Es la distopía que advirtió Orwell entre nosotros. Y para el filósofo holandés, los gigantes tecnológicos son “la nueva mafia” a la que se enfrentan la libertad, la voluntad, la justicia, la verdad, la belleza, la poesía, el amor… y aquello que conforma una “gramática de la vida”.
Riemen aborda el “analfabetismo literario” como fenómeno donde ya no se lee y “la generación de internet”, acostumbrada a estímulos sensoriales tecnológicos, ha perdido la capacidad de la concentración y la lectura de largo aliento. Menciona también la “politización del espíritu” que obliga a la cultura a ceder su lugar a la ideología y la doctrina.
La imaginación literaria es, en su libro, herramienta para dar luz a “la verdadera grandeza”. En un escenario ficticio desfilan protagonistas del espíritu fascista de hoy, desde Trump, Putin, Xi Jinping, Orbán y Netanyahu hasta Milei y Maduro que llega acompañado de “la asertiva” Sheinbaum, en un espectáculo que titula “la fiesta mundial de la muerte”. Ahí, “los líderes” han ocupado el lugar de “las Musas” y el autor dialoga con Clío.
Pero Riemen también ofrece luces de utopía. Las encuentra en personas que, en medio de la adversidad, han sabido vencer a la muerte al poner a la dignidad humana por encima de todo. A sus héroes y heroínas intelectuales, se suman con sus historias: Katia, esposa de Thomas Mann, que acompaña al autor de La montaña mágica en su enfermedad al final de sus días, cuando él escribe: “¡La palabra vencerá a la muerte!” Janusz Korczac, pedagogo, pediatra y autor de literatura infantil que, pudiendo salvarse, acompañó a los niños de su orfanatorio en el gueto de Varsovia hasta su fin en Treblinka. Antonine de Saint Exupéry, su vida y el origen de su entrañable clásico El principito: en un vagón de tercera clase dentro del tren de polacos expulsados de Francia el piloto escritor mira a un niño que, imagina, podría ser un Mozart. Irma Seidler y su relación con George Lukács, refleja el valor de una palabra entre la vida y la muerte.
La democracia, como forma de gobierno que quiere elevar a las personas a que piensen por su cuenta y que sean libres, necesita, insiste Riemen, de cultura, educación y lectores porque “sin el arte de leer, el arte de vivir no es posible”.
Si bien hay una crisis civilizatoria, en el posible camino a reencontrarnos como seres humanos, Riemen hace un llamado a no subestimar el poder de las artes, más potente “que cualquier tecnología, propaganda o mentira para hacer realidad una vida nueva, un mundo nuevo”.
adriana.neneka@gmail.com

