Las becas económicas que otorga el gobierno federal a estudiantes de bajos recursos de educación básica de escuelas públicas son insuficientes para la adquisición de los recursos que realmente mejorarían las condiciones de estudio de las y los alumnos, como útiles escolares y materiales educativos, asegura un reporte del extinto Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En la Evaluación de Impacto del Programa de Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez se menciona que el personal directivo de algunos planteles aseguró que las personas destinaban la mayor parte del dinero de las becas a la alimentación.
Señala que aun cuando el porcentaje de personas becadas en municipios con grado de marginación alto y muy alto es elevado, esto no necesariamente significa que se esté focalizando a los hogares más pobres.
Menciona que en los últimos años el porcentaje de población de tres a 29 años con ingreso inferior a la línea de pobreza que asiste a educación pública obligatoria y recibe beca disminuyó de 28.2% en 2016 a 22.7% en 2020 y a 25.9% en 2022.
Precisa que del total de municipios con personas becadas, 32% se clasifican con grado de marginación alto y muy alto; 51% en grado de marginación bajo y muy bajo; y el restante 17%, en municipios con marginación media.
“Se observa un mayor número de estudiantes con beca del Programa de Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez en municipios con niveles de marginación muy bajo”, expone.
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El informe indica que padres y madres de familia manifestaron que ese apoyo económico, además de destinarlo a gastos educativos, como cuotas, uniformes y material escolar, también va a alimentación.
“Las familias expresaron que el programa representa un apoyo importante para su economía, en particular aquellas que tienen más hijas o hijos. Sin embargo, la beca no es suficiente para subsanar las carencias de su contexto”, agrega.
Resalta que una opinión generalizada entre las personas beneficiarias fue que la beca no es suficiente para cubrir los gastos que les permitirían darle una mejor educación y calidad de vida a las y los menores de edad.
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“Esta situación afecta de manera particular a las familias con más de un hijo o hija en educación básica. Asimismo, las madres y los padres citaron los crecientes costos de los alimentos y otros artículos esenciales, así como las cuotas y las aportaciones que piden las escuelas, para explicar por qué no les alcanza el dinero”, acota el reporte.
Asegura que las transferencias económicas no atienden los factores que limitan el acceso a la educación en localidades de alta marginación, como la falta de escuelas, infraestructura y servicios de transporte asequible.
Erik Avilés, académico del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación José María Morelos, comenta al respecto que a pesar del despliegue mediático de una política social, los estudiantes aún enfrentan muchas carencias y necesidades irresueltas.
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“Como demuestra el estudio, el dinero empleado para paliar el hambre y la pobreza extrema termina descobijando las finalidades originales para las cuales fueron creados los programas de becas, sólo arraiga las carencias sociales, como el acceso y permanencia en las aulas”, afirma.
Comenta que si bien este estudio fue muestral, debe encender luces rojas para que las becas sean materia de una revisión más profunda.
“Es menester evaluar y auditar a fondo estos programas para evitar que este tipo de medidas asistenciales se comporten como paliativos de la pobreza extrema, en lugar de contribuir a construir capacidades que verdaderamente permitan romper el ciclo de la pobreza transgeneracional y sean cimiento de la movilidad social, a través del desarrollo pleno de trayectorias educativas completas, mejorando la permanencia escolar y la escolaridad promedio”, refiere.
El especialista expresa que los funcionarios que diseñaron el programa de becas deben aprender del estudio respecto a los efectos reales que genera la pulverización aislada de recursos, sin transversalidad, sin seguimiento y sin articulación.
“Aquí están las consecuencias de sus medidas: apenas 2% de impacto en la reducción del abandono escolar, resultado pírrico ante la realidad que nos embarga y que interpela las supuestas reducciones de la pobreza y del rezago educativo recientemente anunciadas.
“Debemos esperar hasta el Censo Nacional de Población y Vivienda para tener información más confiable. Pero desde ahora, estudios como el del Coneval despiertan suspicacias fundamentadas que impelen una revisión profunda de la política social en la nación”, resalta el académico.
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Alejandra Luna Guzmán, académica de tiempo completo del Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México, considera que las transferencias económicas no tienen como objetivo suplir las necesidades que se tienen en el marco del derecho a la educación, al ser sólo un complemento para las familias.
“Por sí solas no van a ser nunca suficientes para cubrir todas las necesidades, pero eso obviamente no va a abordarlo por factores estructurales que limitan el acceso, la calidad educativa y pues menos van a atender esas necesidades en las localidades que tienen un alto nivel de marginación”, afirma.
Dice que el recibir el apoyo directo, representa para las familias un beneficio, que hace que el individuo se apropie como de su derecho al bienestar y a la educación y a una mejor calidad de vida.
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“Con estas transferencias más los aumentos que se están dando al salario mínimo se puede afirmar que se han traducido en una mejora en la calidad de vida, principalmente de las familias con mayor índice de pobreza.
“Pero el que existan estos beneficios no quiere decir que no haya áreas de oportunidad. Obviamente, esperaríamos que en algún momento se llegara a una focalización más efectiva de los recursos para disminuir la brecha económica y la brecha en la calidad educativa”, argumenta la académica.
Luna Guzmán opina que la rendición de cuentas resulta importante para volver eficientes las transferencias económicas que el gobierno federal destina a millones de estudiantes.
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“Es necesario conocer cómo se están distribuyendo todos los montos. Puede haber por ahí algunas fugas con problemas de corrupción Y también al interior de las familias, lamentablemente se ha reportado que esas transferencias se acaban usando para otras cosas que no tienen que ver con lo educativo. Obviamente ni con útiles escolares ni con materiales educativos”, externa la académica de la Ibero.