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El camión con cilindros bomba que explotó cerca de la Base Aérea Marco Fidel Suárez, en Cali, Colombia, había chocado minutos antes a un taxi. El taxista, Jorge Iván Velasco, de 37 años, contó que se salvó de milagro de convertirse en una de las víctimas que hoy enlutan a múltiples familias en la capital vallecaucana.
Velasco relató que el camión lo embistió por detrás cuando iba a recoger a unos pasajeros que le habían hecho la parada. Velasco se estacionó para revisar los daños, se bajó furibundo para reclamar por el golpe y, cuando caminaba hacia el furgón, la detonación lo lanzó al suelo. Sufrió lesiones en la pelvis y una mano y fue hospitalizado en la clínica Nuestra Señora de los Remedios.
Seis personas perdieron la vida en el atentado, que dejó además 78 lesionados. El gobierno de Gustavo Petro atribuyó la autoría a disidencias de las FARC.
Jhon Éder Parra, taxista y familiar servicial; frente a la base aérea por onda expansiva
Entre las seis víctimas fatales está Jhon Éder Parra, quien debía recoger con su taxi a su sobrina.
Éder, de 59 años, solía responder de inmediato cuando familiares y conocidos lo requerían. En el barrio se le recuerda como un hombre servicial.
Cuando conducía frente a la base aérea, la onda expansiva alcanzó de frente su carro, que quedó con la coraza retorcida e incontables perforaciones por la metralla, así como el cuerpo de su conductor. El taxista no tuvo oportunidad de escapar: murió en el acto.
Emprendedor y padre dedicado; la vida de Cristian Leandro Riascos terminada en el ataque en Cali
Cristian Leandro Riascos, de apenas 24 años, soñaba con tener un negocio propio de reparación de celulares, con el que esperaba poder brindarle trabajo a su esposa para darles a sus dos hijas una vida digna.
“Era muy emprendedor”, dice su pareja, quien contó que vendían arepas para salir de problemas económicos que los mortificaban. Ahora, ella deberá afrontarlos sola, tras su muerte en el ataque.
Sus hijas, especialmente la menor, sienten con fuerza ese vacío. La mujer narra entre lágrimas cómo a la mañana siguiente del fallecimiento de su padre una de ellas intentó llamarlo con la mano, pero él no acudió: “No sé si sentía que su papá estaba allí”.
Su rutina era sencilla: salía a trabajar desde temprano y llegaba a almorzar con ellas. Por eso su ilusión era poder comprarles un televisor para ver los programas favoritos de las niñas en las tardes junto con ellas.
Joven colombiano regresa de España para reiniciar su vida; explosión acaba con sus sueños
Jhon Alexander Zúñiga, de 28 años, pasó tres años en España, en busca de oportunidades que nunca llegaron. Finalmente, decidió regresar a Colombia en Año Nuevo y volver a empezar.
Quería retomar su labor como servidor público, ya que había trabajado en comedores comunitarios, con la Secretaría de Bienestar de Cali.
El día del atentado, Alexander salió en moto junto con su tía para comprar ropa en el centro. La explosión los impactó de lleno.
La imagen de su cuerpo destrozado en medio del caos terminó siendo viral en redes sociales. Su tía fue llevada a la Clínica Occidente, donde hoy lucha por sobrevivir tras la amputación de su brazo.
El padre de Jhon, Alexander Zúñiga, fue avisado por su sobrino de la tragedia. “Me desmayé. Los vecinos me auxiliaron, me llevaron al hospital, pero yo solo quería volver a casa, entender qué había pasado”, relató entre lágrimas.
"¡Atiendan a mi hijo primero!"; la desgarradora súplica de una madre tras la muerte de su hijo en la explosión de Cali
“¡Atiendan a mi hijo primero, por favor!”, les gritaba una mujer, cuya voz sangraba más que sus heridas, a los paramédicos que intentaban auxiliarla.
Pero el hombre que la atendía sabía que era en vano. El chico, Juan Diego Martínez, de 17 años, estaba muerto.
Testigos narraron cómo ella tomó la mano del cadáver de su hijo, sin saber que estaba muerto.
La mujer fue sometida a una cirugía de rodilla, a raíz de sus heridas. Sin embargo, por recomendación del sicólogo, no se le informó aún del fallecimiento de su hijo. Ahora, la familia debe dilucidar cómo decirle que perdió a su único hijo varón, que debe seguir adelante sin él.
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