Hoy comienza en la Amazonia brasileña la Cumbre de Belém, previa a la 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30). He convocado a los líderes mundiales a esta reunión, unos días antes de la apertura de la COP, para que todos asuman el compromiso multilateral de actuar con la urgencia que exige la crisis climática.

Si no actuamos de manera efectiva, más allá de los discursos, nuestras sociedades dejarán de creer en las COP, en el multilateralismo y en la política internacional en general. Por eso he convocado a los líderes globales en la Amazonia y cuento con el compromiso de todos ellos para que esta sea la COP de la verdad, el momento en el que demostraremos la seriedad de nuestro compromiso con todo el planeta.

Las acciones colectivas basadas en la ciencia demuestran nuestra capacidad para hacer frente y superar grandes desafíos. Hemos sido capaces de proteger la capa de ozono. La respuesta global a la pandemia de Covid-19 ha demostrado que el mundo dispone de los medios necesarios para actuar, siempre que haya valentía y voluntad política.

Brasil fue sede de la Cumbre de la Tierra en 1992. Durante la cumbre aprobamos las convenciones sobre el Clima, la Biodiversidad y la Desertificación, así como los principios que sentaron las bases de un nuevo paradigma y rumbo para preservar el planeta y la humanidad. En estos 33 años, las reuniones han dado lugar a importantes acuerdos y metas para la reducción de los gases de efecto invernadero, erradicar la deforestación para 2030, triplicar el uso de las energías renovables, etc.

Más de tres décadas después, el mundo vuelve a Brasil para debatir sobre la lucha contra el cambio climático. No es casualidad que la COP30 se celebre en el corazón de la selva amazónica. Es una oportunidad para que políticos, diplomáticos, científicos, activistas y periodistas conozcan la realidad de la Amazonia.

Queremos que el mundo vea la situación real de los bosques, de la mayor cuenca hidrográfica del planeta y de los millones de habitantes de la región. Las COP no pueden limitarse a ser feria de buenas ideas, ni un viaje anual de los negociadores. Deben suponer un momento de contacto con la realidad y de acción efectiva para hacer frente al cambio climático.

Para combatir juntos la crisis climática necesitamos recursos. Además, debemos reconocer que el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas sigue siendo la base de cualquier pacto climático.

Por esta razón, el Sur Global exige un mayor acceso a los recursos. No por una cuestión de caridad, sino de justicia. Los países ricos han sido los mayores beneficiarios de la economía basada en el carbono. Por lo tanto, deben estar a la altura de sus responsabilidades. No sólo deben asumir compromisos, sino también honrar sus deudas.

Brasil está haciendo su parte. En sólo dos años, hemos reducido a la mitad la superficie deforestada en la Amazonia, lo que demuestra que es posible actuar de forma concreta en favor del clima.

En Belém lanzaremos una iniciativa innovadora para preservar los bosques: el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF). Es innovador porque se trata de un fondo de inversión, no de donaciones. El TFFF remunerará a quienes mantengan sus bosques en pie, así como a quienes inviertan en él. Se trata de una lógica de beneficio mutuo en la lucha contra el cambio climático. Con el fin de liderar con el ejemplo, Brasil ha anunciado una inversión de mil millones de dólares en el TFFF y esperamos anuncios igualmente ambiciosos por parte de otros países.

También dimos ejemplo al convertirnos en el segundo país en presentar su nueva Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Brasil se comprometió a reducir entre un 59% y un 67% sus emisiones, incluyendo todos los gases de efecto invernadero y todos los sectores de la economía.

En este sentido, hacemos un llamamiento a todos los países para que presenten NDC igualmente ambiciosas y las implementen de manera efectiva.

La transición energética es fundamental para cumplir la NDC de Brasil. Nuestra matriz energética es una de las más limpias del mundo, ya que 88% de la electricidad se genera a partir de fuentes renovables. Somos líderes en biocombustibles y avanzamos en energía eólica, solar e hidrógeno verde.

Será fundamental destinar los recursos obtenidos de la explotación petrolera a financiar una transición energética justa, ordenada y equitativa. Con el tiempo, las empresas petroleras, como la brasileña Petrobras, se transformarán en empresas energéticas, ya que es imposible mantener indefinidamente un modelo de crecimiento basado en los combustibles fósiles.

Las personas deben estar en el centro de las decisiones políticas relativas al clima y a la transición energética. Debemos reconocer que los sectores más vulnerables de nuestra sociedad son los más afectados por los efectos del cambio climático, por lo que los planes de transición justa y adaptación deben tener como objetivo la lucha contra las desigualdades.

No podemos olvidar que 2 mil millones de personas no tienen acceso a tecnologías y combustibles limpios para cocinar, y que 673 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo. En respuesta a esta situación, en Belém lanzaremos una Declaración sobre el Hambre, la Pobreza y el Clima. Es esencial que el compromiso de luchar contra el calentamiento global esté directamente relacionado con la lucha contra el hambre.

También es fundamental avanzar en la reforma de la gobernanza global. Hoy en día, el multilateralismo se ve obstaculizado por la parálisis del Consejo de Seguridad de la ONU. Creado para preservar la paz, no logra impedir las guerras. Por lo tanto, es nuestra obligación luchar por la reforma de esta institución.

En la COP30, defenderemos la creación de un Consejo de Cambio Climático de la ONU, vinculado a la Asamblea General. Una nueva estructura de gobernanza que contará con la fuerza y la legitimidad necesarias para garantizar que los países cumplan lo que han prometido. Un paso efectivo para revertir la actual parálisis del sistema multilateral.

En cada Conferencia sobre el Clima se hacen muchas promesas, pero se adoptan pocos compromisos efectivos. La época de las cartas de buenas intenciones ha llegado a su fin; es hora de elaborar planes de acción. Por eso, hoy comenzamos la “COP de la verdad”.

Presidente de Brasil

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