La grieta de 138 metros de longitud que el pasado 30 de septiembre provocó una oquedad de dos metros de diámetro y dos de profundidad en el bajopuente de, en la , ya estaba identificada en el Atlas de Riesgo de la demarcación desde hace cinco años.

Autoridades y especialistas prevén que esta y otras grietas se sigan formando cada temporada intensa de lluvia en la zona, debido a la composición del subsuelo y a los hundimientos diferenciales provocados por la sobreexplotación de los mantos acuíferos, principalmente.

Esta fisura se formó a unos 100 metros de donde una pipa de gas explotó el pasado 10 de septiembre. Inició en la zona hundida de jardín, recorrió el empedrado y dio la vuelta en la Ruta Morelos, a unos pasos del Estado de México.

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En la zona de La Concordia se pudieron observar dos grietas más: a unos metros hacia el Estado de México, una en el suelo y otra en la intersección superior de un puente. Fotos: de Osmar Alvarado
En la zona de La Concordia se pudieron observar dos grietas más: a unos metros hacia el Estado de México, una en el suelo y otra en la intersección superior de un puente. Fotos: de Osmar Alvarado

El director de Servicios Urbanos de la alcaldía Iztapalapa, Alfonso González, explicó en entrevista con EL UNIVERSAL que se trata de una grieta que se tenía identificada en el Atlas de Riesgo de la demarcación hace aproximadamente cinco años, pero con las lluvias del pasado 27 de septiembre —consideradas las más intensas de la temporada— “digamos que se volvió a reactivar”.

“Esta grieta ya estaba, pero con las lluvias se volvió a reactivar. Lo que pasa es que el agua se va metiendo por la grieta, y en este caso lo que hizo fue romper el asfalto, fue ingresando y fue jalando toda la tierra, que fue lo que lo produjo”, dijo.

Destacó que en 24 horas fue reparada por la alcaldía y personal de la Secretaría de Gestión Integral del Agua (Segiagua).

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La grieta no se formó por la explosión de la pipa de gas y tampoco fue provocada por la construcción del puente, subrayó el director de Servicios Urbanos de Iztapalapa.  Fotos: de Osmar Alvarado
La grieta no se formó por la explosión de la pipa de gas y tampoco fue provocada por la construcción del puente, subrayó el director de Servicios Urbanos de Iztapalapa. Fotos: de Osmar Alvarado

“Se tapó por completo; se abrió, se quitó todo el asfalto, se rellenó con tepetate, que es un tratamiento que funciona a estas grietas. Lo que nos hemos dado cuenta por experiencia, y lo que nos han dicho los geólogos de la alcaldía también, es que agua con tepetate es más que suficiente para tapar estas pequeñas oquedades”, señaló.

Sin embargo, Alfonso González alertó que esta fisura puede volver a formarse con otra lluvia muy intensa, por la misma composición del subsuelo de la zona.

“Lo que pasa es que se formó por el tipo de suelo que existe en la alcaldía Iztapalapa, pues muchas de las grietas son fallas geológicas que se dan con la formación de los suelos, entonces con otra lluvia intensa podría volver a abrirse cada cierto tiempo, es la composición en sí”.

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En la zona hay una tasa de hundimiento de 10 a 20 centímetros por año, dijo el geólogo Alejandro Méndez. Fotos: de Osmar Alvarado
En la zona hay una tasa de hundimiento de 10 a 20 centímetros por año, dijo el geólogo Alejandro Méndez. Fotos: de Osmar Alvarado

Descartan relación con explosión de pipa

El director de Servicios Urbanos aseveró que este tipo de suelo tiene que ver con que anteriormente se extraía agua potable de la zona, lo que provocó que se secara. Precisó que se trata de grietas superficiales, las cuales no rebasan los dos o tres metros de profundidad; sin embargo, están presentes.

Descartó la posibilidad de que esta grieta se haya formado por la explosión de la pipa de gas en la zona de La Concordia, que dejó 32 personas muertas. Aseguró que tampoco fueron provocadas por la construcción del puente.

“Nosotros preguntamos a la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) y nos dijeron que los pilotes que se instalaron con los que se construyó el puente están muy profundos, porque días antes había pasado lo de la explosión. Pero se hizo el análisis del distribuidor vial y no tienen afectaciones y no tienen movimiento en los pilotes”, refirió.

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El funcionario indicó que dichas columnas están, por lo menos, al doble de profundidad de lo que se encuentran en altura al exterior.

Deshidratación del suelo

Alejandro Méndez, geólogo del Instituto Politécnico Nacional (IPN), con 12 años de especialidad en análisis de riesgos y vulnerabilidad en materia hidrológica y geológica, aseguró que el Atlas de Riesgo de la Ciudad de México ya identifica como mapa de fracturamiento la zona de La Concordia, desde la calzada Ignacio Zaragoza hasta la carretera México-Puebla, por un secamiento a falta de agua.

Explicó que “una fractura es el rompimiento de la roca, pero que no muestre movimientos”.

“Lo que está pasando en esta zona es que hay fracturamientos, tanto en roca como en depósito, y en este caso las grietas que aparecen en La Concordia son grietas por disecación, porque hay una deshidratación del sedimento y se está abriendo, se está rompiendo", señaló.

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El geólogo lo atribuyó a que antiguamente la Ciudad de México era un lago, por lo que hay depósitos lacustres —formaciones rocosas sedimentarias que se acumulan en el fondo de lagos extintos o antiguos—.

A ello se suma que en la unión en lo que antes era la zona costera, en Nezahualcóyotl e Iztapalapa, así como la Agrícola Oriental, hay varios pozos de agua, por lo que gracias a la explotación de los mantos acuíferos se ha acrecentado su secamiento.

Alejandro Méndez agregó que hay una tasa de hundimiento en la zona de 10 a 20 centímetros por año. Sin embargo, señaló que no hay mayor deformación o hundimiento debido a que sobre este perímetro hay flujos de lava que bajan de la Sierra de Santa Catarina, lo que detiene este efecto.

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“No se ven porque están de 10 a 20 metros de profundidad, entonces son capas de diferentes tipos, pero la lava lo que hace es como un tipo de tope que impide que se hunda”, indicó.

El especialista comentó que esto se sabe porque cuando se construyó el Puente de la Concordia se intentó colocar un pilote que bajó a 50 metros de profundidad y “al intentar poner el otro, se dieron cuenta de que ya había roca”.

Concluyó que, aunque sí ha habido investigación en torno a la zona de La Concordia, aún hace falta más mapeo al respecto.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL se pudo constatar que, además de esta fisura que ya se encuentra tapada, hay otras dos grietas a unos metros hacia el Estado de México, una en el suelo y otra en la intersección superior de un puente.

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Martín Argueta, trabajador de la zona, aseguró que, aunque no había puesto mucha atención en el movimiento y prácticamente no se siente cuando pasan los carros, “sí da miedo ver que se abren estas grietas. A uno como quiera le entra el temor de qué es lo que va a ocurrir, porque se abre una, ante lo de la pipa, entonces pues sí da cosa”.

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