Naucalpan, Méx.— Los microsismos que sacudieron a Praderas de San Mateo desde hace un año ya no son percibidos, aseguran habitantes; sin embargo, los estudios y la evaluación de posibles riesgos continúan por parte de los especialistas de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, informó el investigador Carlos Arce León.
Desde agosto de 2024 la zona ha sido monitoreada por la UNAM y el Servicio Sismológico Nacional mediante una estación temporal instalada en la FES Acatlán, con el objetivo de analizar la actividad sísmica, su profundidad y la vulnerabilidad de las construcciones ante estos fenómenos naturales.
A poco más de un año de los movimientos telúricos que alertaron a la comunidad y las autoridades, los habitantes reconocen que dejaron de sentirse.
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Josefina Ramos, habitante de Praderas de San Mateo, comentó que le tocó sentirlo una vez, lo cual generó en ella preocupación sobre lo que ocurría debajo de la tierra.
Llegó la temporada de lluvias de este año y, a decir de ella, todo se calmó, “ya no se sintió nada”.
Esa misma experiencia fue compartida por Yolanda Rivera, quien dio a conocer que la vida se normalizó en su comunidad, “ya no se han sentido hasta este momento”.
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Al respecto, el investigador Carlos Arce León reconoció que, de acuerdo con el monitoreo realizado, “ha habido una disminución de la actividad”. No por ello, subrayó, “hemos dejado el interés. Hay un trabajo de evaluación de vulnerabilidad geofísica y geológica que avanza a mediano plazo”.
Explicó que los microsismos son movimientos naturales del suelo, generalmente de baja magnitud, que pueden generar inquietud entre la población, aunque no representan un riesgo mayor si las construcciones de sus viviendas cumplen con la normatividad vigente.
Arce León detalló que la profundidad de los movimientos telúricos puede alcanzar hasta dos kilómetros, por lo que descartó que la construcción de zonas habitacionales haya sido el origen del movimiento; sin embargo, esa hipótesis también fue investigada.
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Asimismo, destacó que la interacción entre las placas tectónicas, junto con fallas locales puede propiciar estos movimientos, que aunque no generan sismos de gran magnitud, sí producen percepción entre los habitantes.
“El fenómeno es natural y puede representar diversos peligros. La cuestión es cómo me expongo a ese peligro. Una casa bien hecha, cumpliendo la normatividad, tiene baja vulnerabilidad; una construida de manera irregular puede tener alta vulnerabilidad, aunque el peligro sea pequeño”, indicó.
El especialista recalcó que en zonas de autoconstrucción o terrenos irregulares, donde las viviendas no cumplen con los criterios estructurales, los riesgos aumentan, no por la magnitud del sismo, sino por la fragilidad de las estructuras.
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Recordó que fenómenos naturales como los microsismos permiten estudiar la interacción del suelo con las construcciones y el análisis científico de la vulnerabilidad es esencial para prevenir daños mayores.
Por su parte, el presidente municipal de Naucalpan, Isaac Montoya Márquez, confirmó que los microsismos dejaron de ser percibidos.
Se mantiene, comentó, un seguimiento cercano con la comunidad y se continúa colaborando con especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México para analizar el fenómeno y brindar información precisa a los habitantes.