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Alicia Matías se tomó una fotografía, junto a su nieta Azulet, minutos antes de explosión en el puente de la Concordia
A más de 30 horas de la explosión registrada en el puente La Concordia, alcaldía Iztapalapa, decenas de personas acuden al Hospital Doctor Rubén Leñero -donde se encuentran internados ocho pacientes con quemaduras- para repartir comida, insumos, paraguas, cobijas, entre otros.
"¿Gustan cafecito? Lo que usted guste, es gratis", así se vive afuera de este hospital a pocos minutos de que se confirmara el fallecimiento de Ana Daniela Barragán Ramírez, alumna de la FES Cuautitlán.
En camionetas, a pie o en carros de tamales, pan y café, nadie pide un solo peso; al contrario, dan su mercancia esperando "que todo esté bien y que Diosito te acompañe".

Abrazos, lágrimas, chilaquiles, tamales, papas, papeles de baño y tortas enmarcan la noche posterior a la explosión que dejó como saldo 94 lesionados y 8 personas fallecidas.
"No lo venimos a hacer esperando algo a cambio. Lo único que queremos es dar amor y solidaridad; aquí todos somos uno y eso es México, nuestro México, ¿qué no?", dice Fabián, mientras reparte tortas de jamón con queso, que sirven de alivio para las personas que llevan más de un día esperando salir con su familiar.
A la causa se suman desde policías que reparten cobijas y comida hasta asociaciones de homeopatía que regalan medicinas contra las quemaduras leves. Otros más llegan donando sangre; otros también baterías enteras para que las personas puedan cargar su celular.

"¡Venga!, ¡todo va a salir bien!", gritan las personas cuando familiares son llamados para brindar el parte médico de sus familiares.
Entre más se acerca la noche, llega más ayuda, más comida, agua, café, paletas, frituras, chilaquiles, tacos de canasta, de guisado, elotes y esquites. "Nunca habíamos visto algo así", señalan enfermeros.
pjm/apr