Chilpancingo.— Los muertos de la masacre en la comunidad de El Cortijo, en Ayutla, Costa Chica de Guerrero, van en aumento: ya suman 13 los integrantes del grupo de autodefensa de la Unión de los Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) asesinados en una emboscada la noche del sábado.

Un integrante de la UPOEG, quien pide no revelar su identidad por seguridad, lo primero que exige es justicia para sus 13 compañeros. Todos, dice, eran campesinos, obreros que hacían el servicio de vigilar sus comunidades.

“¿Quién va a solventar las necesidades de los niños huérfanos [que] quedaron, de las viudas, solamente porque aquellos grupos delincuenciales quieren meterse a nuestros pueblos?, cada día están presionando porque quieren entrar. Yo no sé cuál sea su propósito”, dice.

Comenta que “en la comunidad de El Tepetate, y en la comunidad del Maguey ya les quitaron sus propiedades, ya les quitaron casas, ya mucha gente está migrando, por esa delincuencia. Quieren quedarse con lo que nos corresponde como persona, como trabajador, el señor”.

A esos grupos delincuenciales el integrante de la UPOEG les pone nombre: Los Ardillos; ellos, asegura, son los generadores de violencia en esa región y los que intentan someter a sus pueblos.

La masacre

La noche del sábado, alrededor de las 8:30, recibieron una alerta de ayuda de sus compañeros de la comunidad El Cortijo. Pedían auxilio porque los estaban atacando a balazos.

Un grupo de la cabecera municipal de Ayutla se trasladó a El Cortijo, a unos 15 minutos más o menos, calcula. Cuando llegaron al lugar del ataque sus compañeros estaban tirados: ocho muertos y cinco heridos. Recuerda que recogieron a los heridos y los llevaron a un hospital.

No recuerda con exactitud cuántos de sus compañeros fueron atacados, sólo que iban en cuatro camionetas, que estaban haciendo un recorrido de vigilancia en la ruta dos, que integran unas seis comunidades, como lo hacen cada semana.

Al momento del ataque apenas iba a comenzar el recorrido de vigilancia, venían de regreso de la cabecera municipal, desde la Casa del Pueblo (ayuntamiento) donde los apoyan con gasolina.

El integrante de la UPOEG piensa que ya los estaban esperando.

Todos los que iban en las cuatro camionetas, cuenta, estaban armados con escopetas calibre .22.

“A nosotros el gobierno nos está limitando, no nos permiten cargar 9 milímetros. A nosotros no nos permiten cargar un arma larga, ni .38. Anteriormente la usábamos, pero ahorita nos dice ‘tampoco’. Hoy nos están prohibiendo la escopeta automática, la chaquetera. ¿Cómo nos vamos a defender, señor? Si llevamos pura escopeta .22, rifle .22. ¿Cómo? Con eso iban ellos, aquellos puro R (AR-15), puro Cuerno de Chivo (AK-47) estaban despedazados los cuerpos. ¿Usted cree que esos gobiernos no lo ven? Sí lo ven”.

En este momento, afirma que es urgente que el gobierno federal intervenga para que detenga a los “generadores de violencia”.

El hombre exige que el Ejército que está presente en Ayutla haga su trabajo, detenga a los criminales y deje de hostigar a la UPOEG.

“Ayer tuvimos un diálogo en la comunidad de El Cortijo con un oficial de la Guardia Nacional; nos dijo que sí nos va a apoyar, pero necesita órdenes. Pues que el gobierno dé la orden, porque la delincuencia está ahí tratando de venir y derramar más sangre de gente inocente”, afirmó.

En caso de no haber una respuesta del gobierno, advierte que “lo que sigue es que el pueblo se involucre (...) el pueblo se va a levantar”.

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