Javier Sicilia y Jacobo Dayán presentan su libro “Crisis o Apocalipsis”; lamentan que las violencias hayan generado generaciones perdidas

Las violencias en México han provocado que estemos frente a varias generaciones perdidas que han mostrado inhumanidad, indiferencia o que han sido víctimas del mal, lamentaron el poeta y activista Javier Sicilia y el especialista en derechos humanos Jacobo Dayán, autores de “Crisis o Apocalipsis. El mal en nuestro tiempo” (Taurus, 2025).

Los autores de la obra que explora las múltiples formas que toma el mal en el mundo contemporáneo, se adentraron a un universo oscuro, donde descubrieron el colapso moral de las sociedades, pero también encontraron esperanza en no claudicar ante la barbarie.

Al presentar su libro, ambos -desde perspectivas diferentes- mostraron las consecuencias del mal en todas sus formas, de la violencia en el mundo y en México y muestran un sombrío panorama con un llamado a no claudicar y pelear.

“Creo que estamos ante generaciones perdidas, si uno analiza quiénes desaparecen y quiénes son asesinados son en su mayoría jóvenes”, afirma Jacobo Dayán.

Durante muchas décadas, recordó, en México se habló del bono demográfico, donde se veía un futuro de la juventud, pero ese bono acabó diluido en el crimen organizado, en fosas clandestinas y en migración.

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“Entonces sí creo que tenemos generaciones perdidas que han convivo muy de cerca con la violencia, con familiares desaparecidos, con familiares asesinados y cuando los familiares son asesinados o desaparecidos por agentes del estado el rencor hacia el estado crece”.

Para el poeta Javier Sicilia, parafraseando al filósofo español George Santayana, un hombre no puede salvar su época, solo puede dar testimonio de que está perdida.

“Sí hay que decir que esta época está perdida y que necesitamos articularnos desde la perdición misma para poder hacer otra época si es posible, pero la declaro perdida y ya el hecho de señalarlo es una forma de resistencia”, aseguró el activista.

En la obra, defienden el derecho de las víctimas a no perdonar a los victimarios, pero advierten que se trata de un acto individual y que al Estado hay que exigirle verdad y justicia.

“Creo que se agrava con el discurso del sexenio anterior de perdón y olvido, es decir al Estado lo que le toca es hacer justicia, ni perdón ni olvido, el Estado tiene la obligación de garantizar verdad y justicia y concuerdo con Javier quien ha dicho que el perdón le toca a las víctimas y a la sociedad”, dijo Dayán.

En una nación donde la religión pide perdonar para ser consideradas buenas personas, el especialista insiste en que se trata de un acto individual.

“El perdón”, agrega Sicilia, “es de la víctima frente al victimario, es decir no se puede perdonar en abstracto, tenemos que mirarnos a los ojos y es un tema de orden espiritual y moral muy duro, terrible”.

Al hablar en términos religiosos, recordó que Cristo mismo resucita con sus llagas y Dios no pudo borrarlas, porque carece de esa capacidad eliminar esa atrocidad, solo la puede atenuar.

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En "Crisis o Apocalipsis. El mal en nuestro tiempo" hay una crítica a las sociedades actuales, inmersa en una cultura anestesiada por la virtualidad, donde las redes sociales y la sobreexposición a la imagen han reducido la capacidad de empatía.

“Las sociedades reaccionamos ante lo inhumano, ante lo intolerable y hay algunas personas que levantan la voz y resisten, hay otras que prefieren voltear a otro lado y hay otras para las cuales lo que está ocurriendo se empieza convirtiendo en normalidad”, lamentó Jacob.

Cuando se pierden los límites de lo intolerable –advierte- es cuando tendríamos que volver a replantearnos y preguntarse si no hay cosas suficientemente graves como para decir alto.

Para Javier Sicilia, es importante leer el libro porque de alguna forma es un espejo no solo de las granes preguntas que tenemos, sino de lo que estamos viviendo: la profunda oscuridad, en su profunda densidad del mal en sus múltiples facetas.

“Primero tenemos que enfrentarnos y dejémonos de sueños o de ilusiones y veamos que la casa está derrumbada y está oscura y a partir de donde comenzamos, es una invitación a la reflexión”.

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afcl