
Lucía Méndez, Maribel Guardia y Laura Flores comparten algo en común: fueron jóvenes estrellas admiradas por su talento y belleza.
Pero con el paso del tiempo y las exigencias que impone la industria, han aprendido a desafiar las etiquetas que suelen marcar a las mujeres maduras en el espectáculo.
“La gente quiere ver mujeres maduras, guapas, con peso… pero que hagan horrores o se atrevan a cosas traviesas, no. Les dicen que ya no pueden, que no están en edad; que si tienen un novio más joven, es pecado mortal. ¡Que se vistan como Sara García!”, ironiza Méndez.
En Cómplices, la nueva serie que protagonizan junto a Marjorie de Souza y que puede verse en ViX, las actrices se burlan de esos estereotipos con humor y picardía.
Es una comedia negra que sigue a cuatro mujeres que trabajan alrededor de un talk show: María José (Méndez), Roberta (Guardia), Paula (Flores) y Stacy (De Sousa).
La vida de las cuatro cambia cuando el productor del programa, Manuel Mancilla (Ernesto Laguardia), aparece muerto. A partir de entonces, quedan bajo sospecha y deberán enfrentar la investigación unidas por la sororidad.
Sobre este tema, Maribel Guardia destaca que la unión femenina es uno de los recursos más valiosos que tienen las mujeres para enfrentar las críticas, incluidas aquellas relacionadas con el paso del tiempo.
Aplauden a Fátima Bosch
Esa misma sororidad que las une en Cómplices también la reconocen fuera del set. Para ellas, los gestos de apoyo entre mujeres son una forma de resistencia, como lo ocurrido en Miss Universo 2025.
Durante una actividad del certamen, la representante mexicana Fátima Bosch fue increpada por el empresario tailandés Nawat Itsaragrisil. Lejos de ceder, Fátima se mantuvo firme y respondió con serenidad, un acto que apoyaron otras.
“Nos encantó ver a una mujer que se paró firme, aunque supiera que ponía en riesgo su sueño. No se quebró ni se victimizó: defendió su dignidad ante un hombre abusivo”, afirma Guardia.
Laura Flores coincide y celebra el respaldo que recibió Bosch de muchas compañeras, algo que, dice, debería repetirse en otros ámbitos.
“El agresor era él. Que siga llorando, yo le regalo pañuelos. Qué bueno que pidió perdón, pero su actitud fue terrible; hay que entender que el machismo no se justifica”.
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