Kenny Avilés se eleva como “diosa del rock”

La cantante, quien celebra 45 años de carrera junto a Los Eléctricos, repasa su lucha por hacer música en un género que no sonaba y que ahora la lleva al “olimpo”

Kenny lanza “I adore U”, que mezcla emoción y ritmo. Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Kenny lanza “I adore U”, que mezcla emoción y ritmo. Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Espectáculos | 09-08-25 | 03:01 | Actualizada | 09-08-25 | 03:01 |

Con su voz ronca, “como de hombre” y en una época en la que el rock no era el género que destacaba, sentía que iba a contracorriente en la música.

Pero su amor por ella la hizo aguantar hasta naranjazos y la ha traído a este 2025 por un camino de 45 años que hoy le ha dado el título de “diosa”.

Al frente de Kenny y los Eléctricos, banda que formó en 1980, recuerda que no siempre encontró a un público dispuesto a escucharla. Llegó a la (nació en Los Ángeles) cantando en inglés.

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¿Qué te motivaba a hacer rock en una época difícil para las mujeres?

Sí fue difícil y no al mismo tiempo. Yo llegué a México cantando en inglés; apenas tenía una canción en español. La gente creía que éramos gringas porque tenía dos músicas mujeres: la bajista era gringa, Carrie, y la tecladista, Christine. No era común ver mujeres en la música. Nos contrataban mucho en discotecas, pero en lugares como el Hoyo Funky no nos recibían bien: me aventaban naranjazos. No aceptaban que una mujer fuera rockera.

¿Qué pasó en tu regreso a México?

En ese tiempo el rock mexicano no explotaba. Nadie nos pelaba, ni las disqueras. Creían que era un hobby. Pero cuando llegaron los argentinos y españoles: Soda Stereo, Los Abuelos de la Nada, Miguel Ríos, Miguel Mateos, empezaron a fijarse en los rockeros de casa. Eso nos ayudó mucho.

También se hablaba de cierta censura. ¿Cómo lo viviste tú?

Hubo censura en radio y televisión: no nos aceptaban. En algunos lugares, como el Hoyo Funky, había mil personas y casi todos eran hombres; a las mujeres no las dejaban ir al rock y los lugares eran cerrados, sofocantes. Todo eso ha cambiado mucho.

Con Adrián Martínez. Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Con Adrián Martínez. Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

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¿Qué tan complicado fue ganarte un lugar en un género históricamente de hombres?

Antes pensaban que las mujeres no podían componer rock. Pero vengo de una familia matriarcal, mi mamá y mis hermanas eran muy fuertes. Mi papá siempre me dejó hacer lo que quisiera, jamás me prohibió nada. El machismo lo conocí cuando llegué a la Ciudad de México.

¿Qué te ayudó a destacar?

Mi voz, aunque era complicado porque la gente no estaba acostumbrada. Se burlaban y me decían: “Ay, tienes voz de hombre”. Entonces creo que fue eso porque tenía “huevos y ovarios” (risas). Me hacía diferente.

Has hecho muchos amigos e incluso has guiado a artistas como Alejandra Guzmán...

Alejandra se puede quedar con el título de reina del rock y yo soy la diosa, porque las diosas somos más grandes que las reinas. Cuando la veo en el escenario digo: “Ay, mi Kenita”, porque siento que yo la ayudé a llegar ahí. Pero ella no tiene las cosas bien claras en la cabeza, así que mejor no me meto en eso.

Arriba del escenario es una bomba. La quiero y la voy a querer. Y claro, si me llama, le contesto y todo.

Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

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Estás cumpliendo 45 años de Kenny y Los Eléctricos...

Para la celebración de los 45 años, queremos hacer algo muy especial en la Ciudad de México, en el Foro Puebla, el 1 de noviembre. Es un momento para agradecer, para recordar el camino recorrido y para seguir haciendo lo que más amo: compartir el rock con todos.

Un hogar azteca

¿Cómo fue tu infancia?

Mi casa era completamente azteca. En la alberca, el trampolín era Tláloc, el dios de la lluvia. El teléfono estaba sobre la cabeza de un Chac Mool: te sentabas en sus piernas para contestar. La mesa de la sala era el calendario azteca de cantera, y en la terraza, afuera, había otro calendario enorme como el del Museo de Antropología. Mi papá amaba a los aztecas y construyó la casa así en Guadalajara, en la colonia Chapalita. Mis hermanos tenían nombres peculiares como Einstein, Hipócrates, Paracelso, Quetzalcóatl… Mi papá era un lector empedernido. Me puso Kenny por una doctora inglesa, Sister Kenny. Me fue bien, imagínate que uno de mis hermanos, Hipócrates y mi hermana Madre Selva, que es una flor preciosa; Badiana, por el códice badiano; Newton, y varios sobrinos, heredaron esos nombres.

¿Cómo recuerdas tu etapa en Los Ángeles, tocando en lugares como el Whisky a Go Go?

Ahí empecé realmente a tocar, y tenías que cantar en inglés. Hoy ya puedes cantar en español, pero en ese tiempo no. Allá sí había muchas mujeres cantantes y músicas, era normal para mí. Viví casi cuatro años allá y tenía un maestro de canto de ópera que era muy buena onda.

Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

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¿Cómo te acercaste al rock?

Por mis hermanos mayores. Éramos 12 en la familia. En la sala teníamos la consola y cada quien ponía su música: Led Zeppelin, Rolling Stones, Beatles, Aretha Franklin, James Brown… Yo era la quinta de los 12, la favorita de mi papá y la chiqueada. Éramos siete hombres y cinco mujeres, pero en casa el matriarcado mandaba.

¿Qué ocasión es la que más recuerdas como símbolo de tu rebeldía?

Una vez en el Vive Latino, no recuerdo en qué fecha, me puse la bandera de México como falda. Traía shorts abajo, pero se subieron tres policías trajeados y me dijeron que si no me la quitaba me arrestaban. Edgar, mi pareja y bajista en ese tiempo, quería que me arrestaran para que saliera en todos los titulares. Me la quité rápido. Hoy sería viral, pero en ese tiempo no había redes.

¿Nunca quisiste tener hijos?

Al principio sí. Tenía 17 años y estaba con mi primera pareja, Ricardo Ochoa, guitarrista y productor. Duramos 17 años juntos. Adoptar en ese tiempo era un problema: necesitabas mucha lana y los músicos nunca hemos tenido sueldo fijo. Además, tengo 36 sobrinos. Mi sueño siempre fue cantar. Hoy digo: gracias a Dios, no quiero ningún hijo.

Pero sí fuiste mamá en cierto sentido…

Sí. A mi hermana la metieron a la cárcel y yo adopté a sus hijos gemelos con mi segunda pareja. Los tuve nueve años conmigo, de los 11 a los 20. No era mi sueño ser niñera, pero los amaba. Por eso siempre digo que mis hijos son los rockeros y músicos que adopto.

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