
Seis personajes de temperamentos distintos, tiempos, estratos sociales y vocabularios distintos que, pese a todas las diferencias y épocas, confluyen alrededor de un solo hombre, el todopoderoso Henry Lloyd, un hombre con un enigmático pasado, que logra forjar a sangre y fuego una inmensa fortuna a mediados del siglo XIX en lo que luego se convertirá en el gran imperio que es Estados Unidos, son parte de los protagonistas ideados por el escritor Guillermo Arriaga en su novela “El hombre” (Alfaguara), una de las piezas más ambiciosas de su obra literaria que durante 44 años mantuvo en la cabeza, que probó como guion pero que terminó siendo una novela poderosa.
“Esta es una historia que traje 44 años en mi cabeza, tuve varios intentos de escribirla, primero como película, intentos fracasados y varios intentos de mis agentes porque hiciera esta película, pero pues terminó siendo novela de la que me siento muy contento”, asegura Guillermo Arriaga, el escritor y guionista mexicano que se metió a explorar los orígenes del capitalismo, la relación entre Estados y México, a indagar en el cruento siglo XIX y en la edificación de un imperio a costa de la esclavitud y el abuso de poder.
“En Estados Unidos, en cualquier país, subyacen tradiciones que en algún momento tienden a aflorar. Hay resentimientos, resquemores, furias que terminan por salir por un lado o por otro. Al despojar a México de su territorio no se dieron cuenta que hay una población ahí que no termina por pertenecer y que ha creado lo que llama la cultura hispana y no termina por integrarse del todo la cultura hispana a los Estados Unidos”, señala el narrador, quien asegura que tampoco la cultura negra termina de adaptarse.
El también autor de “El salvaje”, “Salvar al fuego” y “Retorno 201” reconoce que esas contradicciones siguen pululando y en algún momento tenían que crear una crisis, que ahora estamos viviendo. “Es un error achacárselo a Trump, Trump es la manifestación de esas contradicciones, pero no es la contradicción. Aquí, al final de la novela se ve cómo las dos posiciones políticas manipulan la migración en aras de sus intereses. Porque al final de la novela hay una confrontación entre dos tipos de capitalismo, que es lo que estamos viendo ahorita, son dos formas de ver el capitalismo. Hay un capitalismo que se beneficia de la migración y que va a pelear porque no se acabe la migración y hay un capitalismo que se beneficia de las cadenas de producción y la globalización y un capitalismo que se beneficia del negocio interno”.
Para Arriaga, la migración es otra forma de esclavitud, incluso dice que hoy hay muchas formas de esclavitud, “el esclavo estaba desprovisto de derechos, como el migrante está desprovisto de derechos. Los países del primer mundo fueron muy ingenuos exigiendo la apertura de las fronteras a los productos económicos. Los dos países que más se empeñaron en abrir las fronteras fueron Inglaterra y Estados Unidos. Y son los dos primeros países que, en mexicano, se rajaron. El Brexit inglés y la vertilización radical de la política americana significa que ellos proponen algo, lo impulsan y luego dicen, ‘Ah, no, no nos convence del todo’”.
Para el escritor y guionista, el siglo XIX fue un siglo en extremo violento: “En México tuvimos las guerras intestinas, la pérdida del territorio, la guerra con Estados Unidos; en el cono sur las batallas terribles entre Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina y un poco Chile; las masacres de Australia de los pobladores originarios en Nueva Zelanda y en Australia, hubo un siglo muy convulso, muy sangriento. Y yo quería retratar ese pasado sangriento del siglo XIX y también la violencia del capitalismo que es un sistema económico muy violento también”.
Para contar esa historia tan violenta requería varios personajes y que todos contarán su historia; lo que quedó fue una novela polifónica con dos personajes principales: el todopoderoso Henry Lloyd y Jack Barley, que se convierte en la némesis del protagonista, de Henry Lloyd, el único que puede tumbar su imperio, al único que Henry Lloyd le provoca zozobra.
“Jack Barley y Rodrigo -otro de los personajes de la historia que vive en el desierto de Coahuila- son bastardos, como también son bastados después Jonás y Jafet, hay muchos bastardos en la historia; a mí esa figura del hijo que no nace de la legitimidad me parece interesante. Ya en sí mismo traen cierto germen de rebeldía. Rodrigo como Jack Barley tiene ese germen de rebeldía que se va a expandir por toda la novela”, concluye el narrador nacido en la Ciudad de México, en 1958.
Comentarios
Más información

Mundo
Sentencian a “El Hummer” a 35 años de cárcel en EU; confiscarán 792 mdd al líder fundador de "Los Zetas"

Nación
Sheinbaum reporta detención de 222 mexicanos en redadas de EU; “se fortalece el sistema de apoyo a connacionales”, dice

Nación
Alertan de contagio de “leyes censura” con gobierno de Morena