
Los vestidos despampanantes de vedette, fotografías glamorosas de noches de fiesta y el hyperpop, pero también archivo sobre la persecusión, testimonios sobre los procedimientos estéticos clandestinos y arte contemporáneo, esto es lo que se puede ver en "Plasticidades encarnadas", una exposición en el Museo Universitario del Chopo que presenta una investigación sobre el arte trans femenino mexicano, poco documentado y poco conocido, desde 1975 a 2025.
Esta muestra, que forma parte del programa del Festival Internacional por la Diversidad Sexual (FIDS), tiene el objetivo de alejarse de la visión antropológica y “desbordar la idea de que la memoria trans va más allá de la lentejuela”, explican sus curadoras Rojo Génesis (La Ceiba, México, 1996), artista, curadora, y fundadora del Museo de Arte Transfemenino, y Sofía Moreno (Coahuila, México, 1981), investigadora y artista egresada de Center College de Dallas, Texas, y The School of Art Institute of Chicago.
La exposición parte de la guerra sucia en México, en la década de los 70, en la que se persigue a quienes todavía no eran llamadas como mujeres trans, sino cuinas, vestidas y travestis. De este contexto surge Gabriela Elliot, “ancestra” clave en la cultura trans mexicana, que fue trabajadora sexual y actriz de fotonovelas. Elliot, quien está presente en una serie de fotografías rescatadas por la comunidad, será la “dama de compañía” del visitante durante el recorrido por la exposición.
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En la muestra hay fotografías de Antonella Rubens, vedette trans famosa en los años 80 y 90, imágenes sobre procedimientos estéticos de alto riesgo —se realizaban de forma clandestina—, que en este caso provienen del Archivo de la Memoria Trans Argentina; fotografías de mujeres trans detenidas por la policía en los años 70, dibujos y vestuarios de las bailarinas Terry Holiday y Emma Yessica Duvali. Pero también hay un núcleo dedicado a la producción de arte contemporáneo, con obras de las propias curadoras, pero también fotografía de Kendall Shanti, dibujos de V.A.L.I.S., pintura de Coral Ambrosía, instalación de Mili Herrera, música de Zemmoa y una compilación de videoarte hecho por Nuria González, Viviana Rocco, Sativa Sexactica, Laura Glover y Cadensa.
“Parte de nuestra propuesta es alejarnos de la visión antropológica y de lo que se ha exhibido históricamente. Siempre se ve a la mujer trans en fotografías viejas, sobreviviendo en condiciones precarias, entonces era importante para nosotras ir más allá de esa visión y presentar al mundo no sólo cómo vivían las trans, sino también lo que están produciendo (…). Creemos que hay una nostalgia hacia la trans muerta, pero una indiferencia hacia la trans viva”, explican Moreno y Génesis durante un recorrido por la muestra.

Salvaguarda de la memoria Trans
Las curadoras consideran que esta exposición es un ejercicio de arqueología simbólica y para contar la historia son esenciales las piezas de archivo, ya sea artístico, o bibliográfico y hemerográfico —hay muchos recortes de noticias sobre asesinatos de mujeres trans o sobre los riesgos de las cirugías estéticas clandestinas. La investigación hace ver una problemática que padecen varias artistas trans: al ser un grupo de personas perseguido y discriminado, su producción artística se ha quedado en el olvido o borrado. Un ejemplo de ello es el caso de Francis, vedette del teatro Blanquita y famosa actriz de teatro en los 70, de quien sobrevive poco de su archivo, luego de que su hijo adoptivo lo quemara.
“En la producción del arte trans no hay forma de preservar estos archivos, no hay un protocolo tal cual ni siquiera de preservación de la memoria trans porque también creo que es algo muy nuevo”, señala Rojo Génesis.
“Dentro de la comunidad trans muchas de nosotras no tenemos familia, si somos productoras culturales muchos de estos archivos se pierden, lo queman o lo tiran. Una cosa que he hecho es dejar, en papeles firmados, mi trabajo con personas que lo van a cuidar”, agrega Sofía Moreno.

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La exposición también tiene la intención de que se reflexione sobre cómo las mujeres trans trabajan el tema de la memoria y qué se está haciendo para preservarla.
Una deuda histórica
Presentar la exposición Plasticidades encarnadas en un espacio institucional como lo es el Museo Universitario del Chopo es considerado por sus curadoras una deuda histórica. La cuestión es que con este proyecto, Rojo Génesis y Sofía Moreno también se convierten en las primeras curadoras trans en trabajar en un museo público en México.
“Es un pequeño logro. Ya merecíamos que presentáramos algo desde nuestra experiencia, que podamos presentar algo tan potente. Siempre nos han fotografiado, han hecho películas de nosotras, han hecho pinturas de nosotras, han hablado desde nuestra experiencia y piensan que no tenemos las herramientas para poder presentar algo tan de nosotras”, dice Moreno, quien señala que el recinto, famoso por dar espacio a la contracultura, le llevó 50 años abrir sus puertas para que las mujeres trans contaran su propia historia.
“Hay un vicio muy particular, incluso dentro de lo que se conoce como arte LGBT o arte queer, que pareciera que hay esa narrativa de que la gente sabe más de las trans que las propias trans”, dice Génesis.
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Plasticidades encarnadas. Hacia una retrospectiva del arte y cultura de cuinas, vestidas, travestis y mujeres trans en México estará abierta hasta el 7 de septiembre.